Descansando en la entrada -libre-

Su aburrimiento lo había llevado a pasar el tiempo vagando en la tierra de los muertos. Aquel sitio lúgubre y oscuro donde las almas humanas transitan hundidas en el sufrimiento y la desesperación no hacía mas que aumentar su regocijo al verlas en aquel calamitoso estado de desazón. Caminaba dirigiendo indiferentes miradas a las almas que vagan sin descanso por aquella tierra seca y sin vida, lamentándose, sollozando, rogando por el perdón anhelado y jamás obtenido. No sentía una pizca de pena por ellos, no lo conmovían sus ojos huecos o ausentes, con las miradas perdidas en la nada vacíos de lagrimas luego de siglos llorando.

Cansado, o mas bien, con pereza de seguir andando abrió sus amplias alas blancas única prueba de que alguna vez había sido un ángel pertenecientes al reino de los cielos y las batió dos veces remontando el vuelo hasta posarse sobre las rejas de hierro que mantenían sellada la única entrada y salida de ese lugar. Se sentó sobre ella y balanceo los pies con mirada ausente y aburrida viendo todo el sitio desde allí, desde donde tenía una mejor perspectiva.

Una de las almas había intentado huir de aquel lugar, grave error rápidamente fue capturada y devorada por un gran perro de tres cabezas, el cual detecto un aroma un tanto peculiar en el ambiente uno de los suyos estaba por allí, sus patas delanteras se movieron con firmeza y las otras traseras le siguieron, sabía que era uno de los suyos pero tenía la obligación y deber de saber que hacía en la entrada. En poco tiempo llego hasta allí, el can se quedo mirando a aquella frágil silueta y se acerco lo suficiente a este como para poder hablarle.

-¿Qué haces en este lugar joven pecador?- pregunto la cabeza del medio con calma, mientras que la primera cabeza hizo otra pregunta al instante para que le contestara aquel demonio- ¿vas a salir?- le pregunto con un toque de elegancia en la voz , mientras que la tercer cabeza gruño y entre su fiera voz se escucho la tercera pregunta- ¿En todo caso tienes autorización mocoso?- le pregunto la ultima cabeza mirándole con ferocidad inyectando sus enormes y grandes ojos rojos en aquella figura angelical. La segunda cabeza le dio un leve golpe para que se tranquilizara la tercera, no quería tener conflictos con otros demonios.

-Lamento eso- se disculpo la cabeza del miedo con su serenidad de siempre mientras la tercera cabeza gruño por aquello- Ahora dime ¿Qué haces aquí?- le termino por preguntar nuevamente al muchacho al cual apenas le prestaba atención.

Escuchó pasos fuertes, las pisadas de aquel gran animal retumbaban mientras este se acercaba a paso rápido. Lo observó cuando vio su imponente figura acercase hasta la entrada y rápidamente desapreció sus alas, no era uno de sus atributos preferidos y no le gustaba que otros demonios las vieran. El guardián se veía feroz e imponente, tenía un porte que daba miedo, y de no ser porque Stefan era demasiado confiado habría sentido temor de él, aunque era cierto que le infundía respeto. Observó una por una las cabezas de aquel demonio y pasó distraído la mano por el borde superior de la puerta donde permanencia sentado, sin dejar de mover sus pies.

Demasiadas preguntas a la vez lo hicieron dudar de su respuesta, ¿a cual de las tres cabezas debía responder? La del centro parecía la más cuerda y lógica, así que a ella se refirió cuando hablo- Sólo paso el tiempo, Cervero –su respuesta, corta y simple era del todo cierta, no tenía planes de salir de aquel sitio pues adoraba el inframundo, todos sus rincones le parecían sumamente fascinantes, ¿A dónde iría? ¿a visitar a los inútiles mortales? Tal vez cuando quisiera divertirse con alguno de ellos, pero no en aquel momento. – Veo que tu cumples muy bien tu trabajo de guardián, ¿no te aburres todo el día aquí tan solo?

La mirada feroz de la tercera cabeza no le afecto en lo más mínimo y siguió con su semblante desinteresado. Aceptó las disculpas con un encogimiento de hombros, en definitiva parecía que la del centro podía controlarla. -¿Acaso molesta mi presencia aquí?

El gran can se quedo observando al joven, sabia decisión de a quien contestarle era bastante listo, la cabeza del centro le miro con atención, al escuchar su pregunta solo soltó una ligera risa ¿aburrirse allí?, cualquiera lo vería aburrido estar solo y sin hacer nada allí, su cuerpo estaba condenado a vivir en aquel lugar, era el guardián de aquellas puertas. Alguien debía hacer el trabajo sucio.

-Para nada- contesto la cabeza del medio con calma y cierta frialdad, sus otras cabezas no respondieron solo le veían como un ser inferior a aquel que se encontraba allí. La cabeza de en medio siempre era indiferente a eso, claro siempre que se tratara de alguien de su especie. Cuando escucho la otra pregunta se quedo solo dos segundos pensativo y contesto rápidamente.- Esta bien siempre que no causes problemas- le termino por decir Cervero calmado, mientras su gran pata trasera se movió hacia la cabeza del primer can y comenzó a rascarse como si se tratara de un simple perro. Luego de rascarse dejo aquella pata, su gran cola de serpiente se acerco peligrosamente hacia el chico como si fuese a atacarle con esta, fue una primera impresión, pero esta termino por desviarse un poco para agarrar un alma que intentaba huir, era invisible a los ojos de cualquiera inexperimentado, pero para aquel demonio que le había atrapado era una presa demasiada sencilla, su misma cola termino por devorarse el alma en cuestión de segundos.

-Es peligroso este lugar, si estas en el medio no me quedara otra opción que matarte- dijeron las cabezas al unísono como si fueran una sola, luego se dio vuelta y se dirigió de nuevo al lugar en donde siempre se le podía encontrar, no tenia mucho mas que hacer en el lugar que se encontraba aquel muchacho.