La Villa de marmol

Andó a su lado durante todo el camino, callado y serio andando paso a paso hasta que el otro decidió abrir la boca para hablar. Estuvo escuchándolo hasta que le preguntó por lo que había pasado dentro la casa. No sabía si era adecuado contarle lo que había estado hablando con ella, o lo que habían hecho después, pero el otro había preguntado, así que seguramente debería responder a ello.

- ... Construímos - dijo en voz seria mirando hacia delante; siguió andando sin pararse- Ella quiere darse a la mar, como yo - la verdad es que era una chica muy valiente, y había sido extraño que le hubiera contado todo eso siendo desconocido, pero se ve que le tenía en un pedestal- Quiere darse a la mar con su amiga, está enamorada de ella - la verdad es que aún le costaba asimilarlo, pero debía hacerlo- ... Odio perder... - dijo finalmente levantando la vista viendo que estaban a punto de llegar a la Uva Blanca-.

Había estado enseñándole como podía reparar un barco en una sesión de tres horas a toda prisa, solo enseñándole las cosas básicas, pues le contaba que siempre sería preferible que lo llevara a un astillero antes de hacer chapuzas, y ella, le había prometido que se lo llevaría a él.

Aurus se paró en seco y se le quedó mirando, sin poder creer lo que le estaba diciendo, apretó los labios, haciéndose daño porque no sabía si echarse a reír delante de Zaq pero era imposible no soltar un leve jadeo contenido, no podía creer que hubiera tenido esa suerte. Se tapó la boca y miró en otra dirección, eludiendo los ojos de constructor, sus hombros se agitaba porque estaba conteniendo las carcajadas. ¡Que interesante cambio de las tornas a su favor!

-Ah..-una enorme sonrisa se dibujó en los labios de Aurus, incluso habiendo perdido, Zaq no abandonó a la chica para buscar otra mujer, sino que se quedó con ella, sabiendo que estaba perdiendo todas las oportunidades de ganar al esclavista. Eso demostraba la fibra de la que estaba hecho el constructor. Aurus meneó la cabeza y reanudó el paso para llegar hasta la taberna.

Un sirviente les abrió la puerta principal y subieron los escalones hasta la habitación del esclavista, todavía Aurus no podía dejar de reír levemente. Entraron en sus aposento y Aurus fue hasta uno de los divanes donde ya estaba doblada la ropa de Zaq, la cogió entre sus manos y se las entregó.

-Mañana me devolverás la túnica-se le quedó mirando, largamente, luego alzó la mano y con suavidad tomó la barbilla de Zaq para que alzara el rostro hacia él, sus orbes se tornaron de un intenso tono dorado-desearía haber apostado a que me dejaras hacer el amor contigo-susurró-pero no se puede tener todo en esta vida-inclinó la cabeza y con mucho cuidado posó sus labios heridos sobre los de Zaq, abarcándolos cálidamente, humedeciéndolos y dejando que su aliento aleteara entre los gajos de la boca que lo estaba recibiendo.

Frunció el ceño para ver al otro reír. Evidentemente podría haber ido a buscar otra mujer, pero ella no le había dejado irse y se había puesto a llorar, por lo que muy a su pesar se quedó escuchándola como relatava sus sentimientos al estar cerca de la otra chica, que su corazón iba a mil, que se humedecía y que quería tirarla al suelo y desnudarla llenándola de besos. Todo eso había sido demasiado para la cabeza del astillero y no había podido controlar el tiempo, por lo que no le quedó más remedio que aceptar su derrota y llorar por dentro por haber perdido el triple de lo que podría haber ganado. Al subir a la habitación siguió con los ojos a Aurus. No sabía cuando debía cumplir la parte de su apuesta, pero el otro lo hizo por él, despistándole dándole sus ropas y besándolo cuando este levantaba la cara.

... Increíblemente para todos... ese era su primer beso... Y con un hombre ni más ni menos. Frunció el ceño recibiéndolo. Era extraño; con sabor a sangre pero dulce a la vez, bastante melancólico a su parecer. Aún así, como cumplía sus promesas, le siguió el beso, sin detenerlo hasta que el otro lo hiciera; al fin y al cabo había ganado la maldita apuesta, y ya que el otro se había salvado de pagar el triple, al menos que si recibiera una recompensa por ese juego estúpido.

Aurus suspiró al notar su respuesta, en un primer momento creyó que lo rechazaría pero le seguía el ritmo, aumentó la cadencia, enseñándole como adaptarse a su boca a sentir cada milímetro, a percibir la emoción que bombeaba cuando era un beso de dos. Alzó la mano libre y le rodeó la estrecha cintura, apresándolo y acercándolo a su cuerpo, despacio, dejando que sus pechos se tocara, rodeándolo con su presencia, su aroma y su sensualidad.

Percibió que la herida se abría y la sangre era vertida, suspiró interiormente, en realidad no era un beso sentido, era su recompensa y Zaq cumplía aunque admitía que era más dulce que otros besos que hubiera dado o recibido en meses y el hecho que fuera dado a aquel hombre ariscos, salvaje y heterosexual le añadía más placer al hecho de tener su boca en la suya como una mariposa apresada.

-Agh..-se separó y se tocó la boca, los labios partidos sangraban de nuevo. Soltó a Zaq y dio un paso atrás. Alzó los ojos hacia Zaq, se preguntaba si le había resultado repugnante que lo besara o placentero.

Lentamente ese gesto asqueroso fue amenizando, volviéndose una acción que consideraba normal, al fin y al cabo, si un hombre y suna mujer se besaban ¿Por qué no dos hombres? Negó mentalmente ante esa idea y simplemente siguió ese beso, que pese a ser el primero, no estaba siendo tan malo, pese a que fuera con un hombre... La lengua del otro se movía lenta dentro de su boca, y él solo hacía que imitarle, sonrojándose lentamente por la vergüenza de estar haciendo eso con Aurus, y la vergüenza que le hacía hacer esa acción, pues era el primer beso y no estaba acostumbrado. Empezó a faltarle el aire, por lo que empezó a estirar un poco más de los labios del otro, que empezaba a rodearle con sus brazos. Era inevitable, no sabía respirar besando y no podía saberlo en el primer beso. Justo cuando iba a separarse para recuperar aire notó en su boca de golpe mucho sabor a sangre, y el otro se separó alejándose un momento para llevarse la mano a la boca y mirándolo escrutadoramente. Enrojeció al mirarle y para disimular se llevó un brazo a la boca, como si se secara los restos de saliva que se habían dejado, dándose la vuelta dispuesto a huir de allí antes de que el otro volviera a reírse por su expresión, que mostraba que no le había desagradado.

- ... Hasta mañana...

Aurus se sentó en un diván, observó como Zaq se limpiaba la boca, parecía que hubiera probado algo asqueroso, veneno o basura. Los ojos del esclavista se oscurecieron ligeramente pero la sombra duró solo unos breves segundos, pasando como una nube sobre la superficie de un lago para luego desvanecerse. Ladeó el rostro, estudiándolo, tratando de adivinar cuáles eran sus pensamientos, que era lo que quería decirlo con sus ojos.

-Hasta mañana..-susurró y se tumbó, cerrando los ojos, aparentemente ya indiferente a la presencia del constructor. Se lamió los labios con cuidado, notando todavía su presencia dentro de la habitación-ha sido tu primer beso-lo había sentido, había sentido como le robaba la inocencia, su virginidad con sus labios, con su lengua tocando la suya, buceando dentro su boca para enredarlas en una sensual danza.

Se había llevado la mano en la cabeza después de decirle que se verían la mañana siguiente. Le dolía la cabeza. Iba a dar un primer paso cuando oyó la declaración del otro. Un escalofrío le recorrió la espalda, pues esperaba que no lo hubiera notado, pero había sido demasiado idiota pensándolo pues era Aurus Nicanos, el esclavista que se tiraba a quien quisiera. Se giró medio balbuceando y con cierto toque de color en sus mejillas. Tampoco sabía que contestar ante esa afirmación tan tajante ¿Debía pasar? ¿Soltar su típico "tsk" e irse tan pancho? Tampoco era mala idea, pues había perdido una apuesta y eso le molestaba bastante, había pagado su precio, entonces ¿Por qué se quedaba? ¿Quería recuperar algo que ya le habían sacado? Demasiadas preguntas para una cabeza masculina, a eso venía el dolor de cabeza. Abrió la boca para responder; ahora que se había girado tenía que decir algo o si que quedaría como un estúpido, cosa que le hizo gracia, que algo tan trascendental como un beso le complicara tanto la vida. Así pues, con las mejillas coloreadas y esa cara seria estampada en la cara miró al que ya se había dispuesto a dormir.

- ... Tsk... - se cruzó de brazos- ¿Y cómo lo has sabido? ¿Tan mal lo he hecho? - esa misma pregunta hirió su orgullo - Llegaré a ser mejor que tu... - susurró en voz baja-.

Aurus volvió el rostro, sorprendido por esa declaración, abrió los ojos, su cabeza estaba reposando contra un cojín, los cabellos esparcidos sobre él, su pecho descubierto subía y bajaba con calma, una tenue luminosidad provenía de la calle y de la lámpara de aceite que estaba en una de las esquinas, su piel se veía más dorada, satinada, sobre sus pectorales destacaban aquellos pezones de tono oscuro, marrón. Dobló una de sus largas piernas por la rodilla, se abrió la túnica, mostrando un torneado muslo, fuerte y masculino.

-No ha sido del todo malo-insinuó con aquella voz profunda, dorada y altiva-pero..¿cómo vas a mejorar si no practicas?..-le sonrió y alzó una mano para repasar sus propios cabellos con gestos lánguidos-¿mejor que yo?-todo el mundo sabía que había tenido cientos de amantes, ninguna pareja, no le debía nada a nadie y sus besos habían sido concedidos cuando quiso, no a todos les permitía tocar su boca, eso no era necesario cuando se solo se trataba de sexo duro-¿quieres intentarlo de nuevo?..bésame y veamos-aquello no había entrado en sus planes iniciales, él amaba que lo sorprendieran, que intentaran inducir una respuesta en él, tenían que desafiarlo, tenían que domarlo pero al tiempo llegar hasta él.

Ante la "orden" del otro hizo una mueca, dándo medio paso atrás pensando si acceder a ello o no. Ahora se veía con sus palabras de vuelta, atacándole por todas partes. Tragó saliva y puso la cara más seria que pudo, como si eso para él ya fuera natural, como si no le importara. cerró el puño que iba sin ropa y empezó a andar hacia él, dejando sus ropas encima un pequeño taburete de madera y parándose delante el diván. Le miró seriamente. Estaba entrando en la boca del lobo para conservar su orgullo, y poco a poco iba perdiendo el hilo para salir de allí. Estiró un brazo por encima del hombre y lo posó contra la pared que había tras el divánn, así facilitándose un punto de apoyo al empezar.

Se acercó lentamente, cerrando los ojos para dejarlos semicerrados mientras se acercaba a él. Dudó unos instantes ¿Hacía todo eso para demostrar que sabía besar mejor? Que tontería si solo lo había hecho una vez... Entonces.... Antes de pensar nada más junto muy lentamente los labios con los de Aurus, algo reacio a hacerle daño en su herida, mientras iba acariciando cada lado de estos, muy lentamente, empezando a introducir la lengua en esa cueva que le llevaba a hacer idioteces.

Aurus cerró los ojos cuando sintió los labios sobre los suyos, cálidos, palpitantes y suaves, tímido pero al tiempo arrojados, valientes. Inspiró y sintió que su corazón se aceleraba al notar como Zaq se las arreglaba para no intentar herirlo más de lo que ya lo estaba, pero esa era imposible pero no le importó la punzada del labio ni que este volviera a sangrar, ni siquiera lo sintió porque la boca de aquel hombre estaba tomando la suya sin dudas ni vacilaciones. Si Zaq se hubiera marchado, al día siguiente, Aurus hubiera actuado como si nada, no le interesaban ni las personas fáciles ni las sencillas, la belleza no era un excusa para arriesgarse, pero la pasión, lo que era distinto y despertaba sus instintos, eso sí merecía la pena.

Abrió los labios para cederle espacio a la lengua de Zaq, alzando los dientes y dejando las puntas se tocaron mojándose la una a la otra, la enroscó como una serpiente marina en torno a la de su compañero, halando suavemente de ella, mezclando sus salivas saboreándolas como si fuera ambrosia. Suspiró, ahora fue un suspiro audible, que expresaba placer, satisfacción porque sus bocas estaban perfectamente fusionadas, plegadas sin dificultad alguna.

Alzó los brazo y le rodeó el cuello a Zaq con suavidad, metiendo sus dedos entre sus cabellos, haciendo más profundo aquel beso explorador, tentando, caluroso y que estaba siendo plenamente impulsado por ambos. Ya no era un desafío, había pasado de ser un juego a algo más serio y Aurus era consciente de ello.

Poco a poco, ese beso cuidadoso y tímido, que aún no sabía muy bien como iba, empezó a aumentar de fuerza, volviéndose menos cuidadoso y más apasionado. Quizás ese era el efecto de los besos, fuera quien fuera el receptor, calentaban hasta tal punto que parecía que se fuera a comer a Aurus. Fue bajando la mano lentamente de la pared hasta llegar al lado del cuello del esclavista y sin quererlo, fue desplazando su cuerpo hasta subir él también en el diván, o al menos una pierna. Algo pasaba, ya no le importaba tanto ganar, era algo extraño, pero sentía que en ese mismo y preciso instante no quería separarse.

Separó levemente los labios para mirarle a los ojos, que ahora estaban encendidos con una especie de pasión extraña, como cuando tenía un gran reto por delante. Movió levemente la cabeza, rozando los labios con los de Aurus, suaves caricias sobre sus dañados labios, lamiéndolos suavemente, de una forma casi imperceptible, antes de volver a juntarlos con ese moreno esclavista, soltando un leve jadeo.

Su lengua se iba volviendo más activa, queriendo controlar lo que el otro hacía, controlar lo que podía hacer, y por aquel momento ser el dueño y causante de una situación que ya no le desagradaba tanto como se pensaba.

Las pupilas de Aurus de dilataron cuando Zaq se separó, sus ojos se encontraron con los del constructor, dorados, intensos, parecía que atrapaba en ellos toda la luminosidad de la habitación, intentó leer lo que había tras la mirada de Zaq, intentando adivinar pero lo que encontró lo sorprendió, no había rechazo, más bien una especie de brillo guerrero, parecido a cuando el constructor acometía un desafío que no estaba dispuesto a perder. Y Aurus era un desafío, no era un muñeco de trapo, ni un muchacho virgen, tampoco un salvador ni un príncipe, era un arrogante, pirata y mercader de carne y deseos, se preguntaba si Zaq sabía lo que estaban intentando abordar.

No había esperado que volviera a retomar el beso, creyó que solo sería uno y que allí terminaría todo pero jadeó levemente cuando aquellos labios calientes dieron suaves toques sobre los suyos, jugando pero tiernamente, tomando la sangre en su propia boca. Se arqueó cuando de nuevo aquella boca tomó posesión de la suya, su cuello se tensó, mostrando aquella vena que palpitaba al mismo ritmo que su acelerado corazón, sus manos abrieron los dedos entre los suaves cabellos de Zaq para luego volver a enterrarlo y halar de ellos muy despacio.

Escuchaba el sonido de la respiración de ambos, el fino crujido de sus túnicas y los dedos del constructor cerca de su vulnerable cuello, todo aquello era más erótico que cualquier baile sensual o afrodisíaco, todo su cuerpo estaba despertando-Zaq..-murmuró ardientemente antes de presentar batalla de iguales con su lengua, enredándolas profunda y lentamente dentro de su propia saliva que ardía.

Levantó la mano que no estaba apoyada en el diván para llevarla al pelo del otro, haciendo entrar furtivamente sus dedos en él, subiendo hacia arriba mientras iba soltando jadeos pesados entre la batalla de sus lenguas. Abría los ojos de vez en cuando, para ser sincero con él mismo y asegurarse que lo que estaba pasando era solo y únicamente porque él así lo había querido, para luego volver a cerrarlos antes de abordar la boca del otro, como si de allí brotara su única fuente de vida. Se separó una vez más, como si una especie de fuerza magnética le obligara a seguir pero se estuviera resistiendo, solo para halar un poco más de su cabello, obligándole a subir la cabeza a su antojo.

- ... - le miró con los ojos resplandecientes, tenía la vena del cuello a cien por hora, y solo le daba más y más ganas de morderla- ... me tientas a subirte el precio... - dijo con una cara muy seria y mirándole fijamente-.

Se abalanzó encima del otro, haciendo una leve sonrisa antes de dirigirse al cuello de este, donde dejó ir un suspiro, observando su piel que se iba perlando poco a poco. Sacó la lengua lentamente, resiguiéndo esa vena que bombeaba sangre otra vez hacia el corazón, antes de haber alimentado los músculos de Aurus.

-Ahh..-un leve gemido lastimero fue expelido de los labios de Aurus como si Zaq acabara de atravesar su corazón placenteramente, percibió como una corriente de fuego bajaba desde su cabeza para recorrer todo su cuerpo, sus abdominales se dibujaron en una especie de bajorrelieve cuando aquel río de lava descendió hasta sus caderas, tensándolas.

No sabía que estaba pasando allí, Zaq le había dicho decenas de veces, cientos de veces que no le gustaban los hombres, que prefería a las mujeres y que, desde luego, cualquier avance de Aurus en esa dirección sería recibido con un grito y un martillazo. Aquella noche decidió ayudarlo a tener una conquista femenina pero ahora estaban allí, la boca de Zaq se estaba apropiando de la dorada piel de su cuello, marcándolo como si quisiera hacerlo de su propiedad. ¿Qué era lo que había cambiado entre los dos? Él no, seguía siendo el mismo..¿era Zaq?

-¿Subirme el precio?-Aurus sonrió y de repente haló de los cabellos de Zaq, separando los labios de su epidermis para mirarlo a los ojos-Deberías hacerlo gratis-se inclinó y le lamió los labios muy despacio, soltó los cabellos y una de sus manos fue hasta el pecho del constructor, apartando su túnica para tocar un pezón, acariciándolo con la punta de sus dorados dedos-¿debería pensar que ya no es cuestión de orgullo lo que estamos haciendo?

Cuando el otro haló de su pelo soltó un gruñido, como si fuera un león en celo, y a pesar de que había sido separado de su presa seguía mirándolo con esa pasión por comer. Escuchó cada palabra que el otro decía, no podiendo evitar sonreír con alguna de sus frases ¿Hacerlo gratis? Solo cuando Arcanus estuviera construído y tuviera dinero para subsistir durante un tiempo lo haría gratis. Le miró de reojo desde arriba, con una mueca entre una sonrisa y una cara seria.

- ¿Gratis? ¿Qué te daría ese privilegio, Aurus el esclavista? - aún faltaban muchas lluvias para que aceptara arreglar el Orión gratuitamente, pues era el que más ingresos le hacía entrar en su bolsillo y sus sacos-.

Su pregunta era difícil de contestar. Por orgullo... Ya no sabía si se trataba de orgullo o de otra cosa, simplemente hacía lo que quería hacer cuando quería hacerlo. Cerró los ojos suavemente tirando un poco hacia atrás cuando el otro acarició uno de sus pezones. Normalmente no habría pensado que ahí habían posibles reacciones, pero se veía que si, e hizo que su piel se erizara, poniendo parte de su piel sensible al aire, donde se denotaban sus partes sensibles valga la redundancia.

- ¿Tú qué opinas? - preguntó en un arranque de dominación, bajando hacia su cuerpo y besándole la clavícula-.

Aurus se echó a reír levemente cuando Zaq se apoderó una vez más de su piel, entrecerró los ojos que se convirtieron en dos rendijas áureas. Se preguntaba si Zaq estaba tan desesperado por sexo que estaba dispuesto a hacerlo con él, se preguntaba en que punto de la noche le habían cambiado al huraño y frío constructor de barcos por aquel joven pasional, dominante y ardiente. ¿Dónde había quedado Zaq y aquellos principios que defendía tan fieramente cuando mantenían una conversación sobre relaciones?

-Creo..-se relamió los labios y una de sus manos fue la cuello del joven, acarició su nuca, enredando sus cabellos. Percibió como sus propios pezones mostrando aquel tono más bruñido que el resto de su bronceada piel, se endurecían cuando el aliento de Zab bajó hasta sus pectorales, calentándolos-creo que olvidas que soy un hombre..-susurró, cerró los y echó ligeramente la cabeza hacia atrás, los cabellos castaños cayeron en torno a su rostro atractivo y masculino.

-No pagaré el doble, Zaq el constructor-sonrió y su mano libre fue hasta el rostro de Zab, buscando sus labios con los dedos, introdujo dos para que los lamiera, jugando con su lengua y sus labios-¿qué crees que te daría ese privilegio?

Le reseguía la forma de los músculos con sus labios, sin besar su piel, solo resiguiéndola, como si estuviera formando un camino. Ese cuerpo parecía hechizado. Antes habría negado una eternidad antes de creer que estaría en esa situación con Aurus, pero ahora le estaba bien. Escuchó la duda del otro entre una pequeña risa mental, que le llevó a levantar la vista y mirarle muy seriamente, aunque parecía más una mirada seductora por la pasión del momento. Subió de golpe hasta la cara del otro y acercó sus labios a los del otro, mirándole fijamente.

- Tengo presente que eres un hombre... si quieres me detengo aquí mismo... pero ahora llegados a este punto deseo seguir... mentalmente y físicamente... - vio como llevaba su mano a la cara, buscando sus labios con esos dedos exploradores; cerró los ojos y abrió la boca lentamente, dejándolos entrar y enredándolos en su lengua, masajeándolos, degustándolos y luego abriendo los ojos para aprisionarlos en su boca mientras miraba a Aurus fijamente, empujándolos levemente con la boca para dejarlos salir y aproximarse lentamente al oído del otro, llegando allí con una oscura sonrisa- Tú me lo darás...

Aurus rió con suavidad cuando escuchó lo de física y mentalmente, Zaq parecía que tomaba aquello como una competición, no le extrañaba, el constructor solo se emocionaba cuando le presentaba un reto por delante y su usual máscara de acritud e indiferencia se evaporaba para dar paso a un hombre más pasional y dispuesto a emplear todas sus energías en conseguir lo que deseaba, tenía que haber sabido que ése era el verdadero Zaq y que el otro era una armadura.

Suspiró cuando aquel susurro aleteó en su oreja, moviendo los castaños cabellos y colándose hasta su cerebro para presionar aquella palanca que hacía que todo el cansancio o las dudas fueran alejados, aquel hombre que parecía imposible de conquistar le estaba proponiendo una noche de sexo, sin compromiso alguno y sin reproches posteriores; justo como a él le gustaba.

-Puedo dar muchas cosas-de repente se viró a un costado y se puso en pie con un revoloteo de túnicas anaranjadas. Rodeó el diván con pasos felinos, sensuales y alargó de una mano para rodearle la cintura con un brazo-pero debes cogerlas-se inclinó, sus labios comenzaron a dar leves toques sobre los de Zaq, jugando pero sin dejar que atrapara su boca, pegó sus cuerpos y comenzó a guiarlo hacia el dormitorio, donde estaba instalado su amplio lecho.

Se vió rodeado por el brazo del otro. Antes esa acción ya se había dado, y había sido repudiado solemnemente, ahora era bien recibida, respondiendo a esos besos tan levemente dados. Eran besos rápidos pero salvajes, como si estuvieran tanteando el terreno antes de considerar que era de su propiedad. Fue empujado por el otro hasta llegar al dormitorio, aunque no se dio cuenta pues estaba más centrado en otras cosas. Era extraño lo que le estaba pasando por la mente, pero no le molestaba, Aurus tenía una especie de aura sensual que pese a que quería parecer inmune, después de ese primer beso había roto su barrera de heterosexualidad.

Se separó levemente para mirarle a los ojos, dejando ver una leve sonrisa en su glacial rostro justo antes de tropezar con la cama y caer hacia atrás, llevándose a Aurus con él y cargando con todo su peso encima, soltando un ronco gemido por el golpe y el calor. Empezó a respirar algo agitadamente al ver el rostro de Aurus delante suyo, y verse acorralado de esa forma, era agobiante pero a la vez...

- ... - le miró fijamente, viendo como los primeros rayos de sol empezaban a caer en su dorada piel y sus preciosos cabellos, resaltando sus ojos complementando todo el conjunto adornado como su nombre-.

Aurus se le quedó mirando fijamente, sintiendo aquel cuerpo fino y musculoso bajo el suyo, Zaq no era frágil y eso le encantaba, tenía la anatomía de un gato, elegante, flexible y fuerte, no era un hombre delicado que pareciera que iba a quebrarse entre sus dedos si él decidía ponerse más salvaje. Odiaba a los hombres que parecían estar construidos en cristas y de más hueso que carne. No le gustaban los críos, a él le gustaban los hombres masculinos y fuertes.

Con un movimiento propio de un leopardo situó mejor su cuerpo sobre el de Zaq, se inclinó de nuevo sobre él y atacó su boca con cierta fiereza pero sin hacer daño, saboreando sus labios, notando de nuevo la sangre que ya dejaba de manar, quizás fuera el mismo calor de sus bocas que se estaban fundiendo la una con la otra, las lenguas que emergían entre los blancos corales de los dientes para encontrarse de nuevo e iniciar su danza ritual de apareamiento, enroscándose la una con la otra-mmmm..-el quejido que manó del fuerte y dorado pecho de Aurus fue casi un ronroneo espeso y completamente sexual.

Sus manos se movieron y comenzaron a destrozar las túnicas de Zaq, buscando colar sus dedos para tocar su cuerpo, no le importaba que fuera una de las mejores sedas, que le hubiera costado varios monedas de oro, las estaba haciendo jirones solo para descubrir ese cuerpo que sentía que estaba dispuesto a recibir sobre él sus postergadas caricias, a descubrir cada punto sensible que hiciera salta las chispas en toda la anatomía de Zaq y sobre todo quería escucharlo gemir de placer porque era él quien estaba haciéndole el amor.

Recibió ese beso salvaje en su boca, igualándolo en salvajismo o hasta superándolo, mientras mordía el labio inferior del otro, hundiendo sus dedos en los costados de su compañero, hasta llegar a esos músculosos brazos, no por deporte, sino creados así, los cuales acarició mientras su lengua se enredaba con la de Aurus, como si quisiera subir por ella y conquistar esa cabidad tan profunda y atrayente, que empezaba a hacerlo jadear con regularidad. Se sentía caliente, necesitaba tocarle todo el cuerpo, seguramente hecho para el pecado, pues conseguía arrastrarlo a él. Se separó, con la boca medio abierta y soltando algún que otro ruido tosco. Era demasiado atrayente.

Fue desprovisto de su túnica, aunque en realidad era de Aurus, con una brutalidad y rapidez que ni el mismo se esperaba, dejando su pecho al descubierto y también causando que esa excitación aumentara y se repartiera por todo su cuerpo como una ola de calor.

Se abalanzó hacia él, mordiéndole el cuello con salvajismo, aún pudiendo dañarlo, quería morderlo, comerselo entero. Su cuerpo lo necesitaba. Abrazó su cuello con sus brazos para que el otro cayera encima suyo y así poderlo tener más pegado aún, necesitaba ese contacto. Dejó salir aire caliente desde la nariz, mientras empezaba a aspirar ese trozo de piel fibrosa que tenía en la boca, acariciándolo también con la lengua ahora que seguramente estaría tan sensible a causa de la presión y sintiendo su suavidad en la punta de esta.

-ah..ahh..-Aurus gimió cuando sintió que aquellos dientes se clavaban en su piel con saña, parecía que Zaq estaba dispuesto a marcarlo, dejar su huella sobre aquella epidermis de tono dorado que hacía juego con los ojos del esclavista. Éste inspiró hondamente, cogiendo aire como si estuviera a punto de sumergirse para bucear muchos metros, Zaq lo estaba arrastrando a un torbellino de sexo, violencia y deseo. No sabía como iba a acabar aquello, Zaq no se estaba comportando como una virgen, parecía dispuesto a presentar batalla en las mismas condiciones y eso no hacía más que aumentar los latidos del corazón de Aurus.

Alzó una mano, sus dedos toquetearon la gargantilla que lucía en forma de serpiente, presionó los ojos y la boca se abrió, soltándose, se la quitó, tirándola al suelo, no quería que Zaq se hiciera daño si continuaba atacando aquella zona con aquel ímpetu. Ahora se veía perfectamente aquel círculo negro que estaba grabado en su piel, aquella señal de su vida de esclavitud y de miles de recuerdos que fueron sepultados en el fondo de su mente cuando obtuvo por primera su libertad.

Suspiró y su cuerpo delineado, maravillosamente tonificado onduló, su sexo estaba endurecido, alzando visiblemente las túnicas que todavía vestía pero eso no fue obstáculo para que se frotara contra el miembro de Zaq para que sintiera que estaba totalmente excitado y dispuesto para él, percibió las masculinidad de el constructor y la acarició con la suya propia, su glande estaba expandido, de tono rosado y dejando manar un néctar traslucido que empapaba la tela.

Era inevitable que con todos esos roces, Zaq continuara igual de lucido que al principio, por lo que su cuerpo había sufrido un crecimiento por cierta parte reproductora, de allí a que le hubiera mordido el cuello con tanta fiereza, estaba en celo y debía demostrarlo. Sintió como Aurus se arrancaba el collar del cuello, pero solo se dedicó a reseguir más finamente el cuello de Aurus, aún con sus dientes clavados, mientras iba destensando su mandíbula, liberando la oscura piel del otro y transformando ese mordisco de anaconda en un suave beso, que de seguro le daría algún que otro escalofrío al tener la zona tan concentrada en sangre. Justo cuando iba a atacar otra parte del cuello una zona de su cuerpo se electrificó por el contacto de Aurus y le llevó a soltar un jadeo ronco y un leve sonrojo, pero eso no le detuvo para volver a frotarse de esa manera con Aurus.

- Ah... - dejó caer su cabeza, estaba tan excitado que no sabía pensar con claridad y al no haber tenido sexo hasta ahora, tampoco sabía muy bien quién debía ceder en ese momento, pero eso no le importaba, esa humedad en la túnica del otro se estaba contagiando en si mismo, empezando a dejar el líquido preseminal debido a la excitación del momento-.

Llevó la mano derecha a la nuca del esclavista, obligándole a besarle, y haciéndolo él mismo salvajemente mientras seguía levantando las caderas para frotar su miembro contra el de Aurus de una forma casi embriagadora.

Aurus respondió al beso con su pasional corazón, dejando que Zaq buceara entre sus labios heridos, todavía sin creer lo que estaba sucediendo entre ambos, era como estar en un sueño y lo besaba con fiereza para asegurarse que no lo era, que no era una ilusión de su mente ni una alucinación producida por la cantidad de vino que había ingerido en la fiesta, era real, le hombre que lo estaba besando demoledoramente era Zaq.

-Ahgg..-le dolía los labios pero esto se mezclaba en un explosivo remolino de placer por aquellos besos descarnados que lo estaban consumiendo, pero aunque se le cayeran al día siguiente y no pudiera hablar, no dejaría de besarlo hasta de desfallecer por completo entre el agotamiento y el sueño.

Su ancha y suave espalda se estaba perlando de gotitas al igual que su cuello, las cristalinas gotas descendieron, trazando líneas plateadas sobre la epidermis hasta descender a su pecho que movía por sus profundas inspiraciones. Su pene vibró cuando la dureza de Zaq se presionó contra la suya, sintió una descarga que recorría toda su zona genital y ascendía para estallar en pequeñas lucecitas dentro de su cabeza.

-Túni..túnica..-habló pero volvió a besarlo, hundiendo su lengua dentro de la otra boca cálida y suave. Una de sus manos se movió, tratando de quitarse su ropa, halando de ella con fuerza, quería desnudarse, que Zaq lo tocara plenamente y que sus cuerpos se sintieran el uno al otro.

Su pecho bombeaba sangre cargada de oxígeno a todas las partes de su cuerpo. Los besos le estaban encendiendo cada vez más, y el roce entre sus respectivos miembros no le estaban ayudando nada a mantener la cabeza mínimamente fría. Oyó el gemido de dolor de Aurus, pero le resultaba muy difícil dejar de besarle de esa forma. Oyó que el otro se quejaba de su túnica, y ahora, igual que él, notaba que tenía que prescindir de ella; quería más roce, más calor, más contacto. Llevó la mano a la cintura de Aurus, estirando con fuerza entre los besos para arrancarle esa dichosa y molesta capa de ropa que ahora no hacía ningún servicio.

Después de una ardúa pelea con el peso de ambos y su incesante movimiento, consiguió arrancar la túnica de Aurus, y ahora el único que faltaba era él. Lleno de excitación tiró la tela lejos de allí y empezó a andar hacia atrás, aún besandole para subir aún más por la cama, pues estaban en el borde y empezaba a ser muy incómodo.

A través de ese arrastre hacia en centro de la cama pudo deshacerse de la túnica medio rasgada que llevaba y llegó al medio del enorme lecho, ya los dos desnudos, mirándole con un sol dentro de cada ojo. Le cogió el rostro y empezó a lamerle el labio, para que así no le dolieran tanto y pudiera estar "besándolo" sin arrancarle la piel.