La Villa de marmol

La mansión de Dimitri estaba en uno de los extremos de la ciudad, alejando del centro de la urbe, muy cerca del mar. De hecho la amplia vivienda estaba apostado en una de las lomas y del gran patio trasero descendían unas escaleras hasta una pequeña playa de blanca arenas que sin duda era de uso personal de los habitantes de la cada. La construcción era de mármol blanco y rosa, cuadrada, con un amplio patio interior con varios fuentes y otro trasero, lleno de columnas cubiertas de enredaderas y rosas, con divanes y cojines para reposar, era allí donde se hacía la fiesta.

Había dispuesto varias mesas con pequeños manjares de todo tipo, músicos que tocaba en una esquina con liras y pequeños tambores, esclavos que iban de un lado a otro, solícitos, inclinándose para llenar las copas de cobre con rojo vino proveniente de los mismos viñedos que pertenecían a Dimitri.

Se escuchara el rumor de las risas y las conversaciones con el del propio mar, el olor a sal llegaba hasta allí y se mezclaba con el de las flores. Habían sido invitados varios de los nobles de la ciudad con sus hijas, también mujeres viudas y algunos de patricios solteros. Dimitri era un hombre voluminoso, sonriente y que poseía un voz alta y ronca, su rostro era redondeado y sus ojos de un azul muy intenso.

Zaq Y Aurus fueron conducidos hasta allí pero antes de cruzar el umbral, ante ellos apareció una mujer madura de increíble belleza, de piel muy blanca, una larga cabellera cobriza y ojos castaños, su boca generosa se ensanchó en una sonrisa.

-¡Aurus!

-Liliandra-sonrió y le besó una mano con suavidad. Era una de las cortesanas más famosas de toda la ciudad.

-Me ha invitado para que recite poesía-sonrió y sus ojos se posaron sobre Zaq, los abrió ligeramente-ah, querido, ¿es tu amante?

-No-Aurus sonrió-Es Zaq el mejor constructor de barcos de toda Grecia, Zaq ésta es Liliandra, es una cortesana.

Fue andando unos pasos por detrás de Aurus durante todo el camino, mas cuando pudo divisar esa enorme mansión al lado del mar sus ojos se iluminaron de sobremanera. Le parecía omponente esa construcción. Tragó saliva, pues él no sabía nada de cultura ni educación, y temía que seguramente, todos los que estarían allí serían de la alta sociedad. Estuvo dándole vueltas al tema, desanimándose por momentos, hasta que al cruzar el umbral del primer arco una mujer bellísima les salió al paso, saludando a Aurus. Él le anunció a Zaq que ella era una cortesana y le presentó como el mayor constructor de barcos de toda Grecia, algo que le avergonzaba, pues para nada se lo creía. Bajó la cabeza e imitó a Aurus, besando la mano de la dama y poniendo una cara seria; al menos no era la cara de ceño fruncido que vestía todo el día.

- Buenas noches, mi nombre es Zaq Frost-.

La verdad es que era muy bella, y podría ser su primera víctima para la apuesta, pero era cortesana, así que seguramente no podía valer, pues ella vivía de eso, y le sería demasiado fácil.

Ella sonrió-ahhh, eres muy apuesto-ella poseía una voz maravillosa.

-¿Hay muchas doncellas?

Liliandra asintió-si, supongo, las que están en edad casadera-argumentó-¿buscas esposa?-la mujer parecía asombrada.

-Claro que no-Aurus rió-pero puede que uno de estos días pase por tu casa.

-Sería delicioso-Liliandra asintió, encantada por la idea y luego sus ojos se posaron sobre Zaq-tu también puedes pasar cuando quieras-les hizo un gesto de despedida cuando uno de las sirvientes la llamó.

Aurus y Zaq entraron en el patio, algunos rostros se volvieron hacia ellos y Dimitri fue al encuentro de ambos homres-¡Aurus!-lo abrazó, se pudo escuchar como crujía la columna del esclavista-¡que bien que hayas venido!

-No me lo iba a perder-se frotó un brazo, dolorido-este es Zaq Frosto.

-Lo conozco, lo conozco. Sus barcos tienen mucha fama-le sonrió a Zaq-bienvenido.

-Querido Dimitri, no te ofendas pero el nivel de tus fiestas ha disminuido si invitas a un esclavista-el hombre que pronunció aquel comentario era Cayo, uno de los patricios del la ciudad, alto y de porte noble.

Cuando la mujer le hizo la sugerencia se tensó levemente, imaginándose la escena de el pequeño gran Zaq sin experiencia con semejante mujer en una cama. Negó mentalmente con la cabeza y le dedicó una pequeña sonrisa, que se desvaneció tan rápidamente como lo había hecho ella. Pasaron al patio interior y cuando el otro arrolló a Aurus, Zaq les observó algo extrañado. Realmente ese hombre tenía fuerza y no le gustaría tener una pelea con él, por lo que tendría que tener su lengua envenenada guardada en su boquita si no quería tener problemas. Hizo una pequeña reverencia con la cabeza al hombre que se hacía llamar Dimitri, que le era desconocido, pero parecía que solo era unilateral, pues él parecía conocerle bien. Agachó muy levemente como agradecimiento del cumplido y como saludo.

Sabía que era conocido por su duro trabajo, pero siempre era bastante vergonzoso encontrarse con alguien que le conociera y él no lo hiciera. Iba a dar unos pasos hacia unas mujeres hermosas que habían al lado cuando oyó un comentario un tanto desagradable, que le hizo fruncir el ceño y quedarse clavado en el sitio, observando con una mirada analizante al hombre que acababa de decir eso, quien parecía un hombre de la alta alcúrnia. Así pues, relajó el rostro y lo dejó con una expresión neutra, desviando la mirada hacia Aurus, para ver qué respondía su amigo esclavista delante esa ofensa.

Aurus posó sus dorados ojos en Cayo y sonrió, aparentemente no estaba ofendido, parecía divertido por el ataque-Querido Cayo, me asombra que uses tu pobre imaginación y tu mal aliento para ofender a nuestro anfitrión, Dimitri sabe elegir a sus invitados-hizo una inclinación hacia Dimitri que no había movido un músculo pero atentos como todos al intercambio entre ambos hombres, después de todo, allí nada se solucionaba a puños sino que ingenio-¿todavía me guardas rencor por no querer venderte niños de cinco años para tu diversión en las noches de invierno?-Cayo enrojeció y llevó una mano al cinturón dónde debía de estar su espada, pero había tenido que hacer entrega de ella a la entrada.

El esclavista se volteó y cogió de un antebrazo a Zaq para ir hacia un grupo de hermosas doncellas, vestidas de blanco, tomó asiento y esperó a que un esclavo le sirviera una copa-Bellas damas-hizo una inclinación de cabeza, notando lo ojos de Cayo, acribillando su nunca de manera fulminante-¿Conocen a Zaq Frost?-las chicas sonrieron, sus ojos grandes se posaron sobre la figura del constructor.

Una de ellas tenía el cabello oscuro, ligeramente rizado y los ojos muy azules, tenía un recogido sencillo y un brazalete de oro en la muñeca derecha-Soy Elabora y mi amiga Tais-ambas soltaron unas risas como si compartieran algún tipo de secreto.

Escuchó atento la pelea verbal que ambos se llevaban. Ya nada le sorprendía de Aurus, aunque el hecho de vender niños de cinco años le parecía algo un poco desmesurado hasta para su tolerancia. Antes de que tuviera tiempo a pensar en su siguiente acción, Aurus le cogió del brazo, llevándolo delante unas bellas mujeres, que le miraron al preguntarles Aurus si le conocían. Si no fuera porque estaban teniendo una apuesta, juraría que le estaba ayudando a contraer citas con las bellas damas. Puso atención a unas que se adelantaron, presentándose ante él. Era el momento de la verdad, si lo conseguía le pagarían el triple.

- hn... Zaq - contestó secamente mientras las miraba de arriba a abajo- Un placer-.

Todo había ido como la seda, más cuando las dos empezaron a hacer risitas, él frunció el ceño y cruzó sus brazos, picando con el pie en el suelo.

- ... tsk... - odiaba los secretitos y más si él no los sabía, tenía la firme idea que si algo no podía decirse en voz alta, no era merecedor de saberse-.

Aurus casi puso los ojos en blanco al escuchar el sonido emitido por Zaq, tosió para intentar cubrirlo cuando las dos chicas posaron sus ojos en el constructor. Le tendió una copa de vino para que bebiera, se percataba de que su compañero tenía poca paciencia para las mujeres, no se daba cuenta que todas las chicas jóvenes eran así.

Tais se inclinó hacia Zaq-¿tenéis esposa?-inquirió, sus ojos oscuros se fijaron en atractivo rostro del constructor y su cuerpo, realzado por la túnica que había elegido Aurus para él.

El esclavista ladeó el rostro, esperando su respuesta, en realidad no sabía que pensar, comprendía que puede que aquellas insulsas criaturas no fueran del agrado de Zaq pero era lo suficientemente bellas para despertar el apetito carnal de cualquier hombre.

-¿hacer barcos es difícil?-inquirió Elabora.

Se quedó estupefacto al ver que Aurus había tosido para taparle su gesto de desprecio. Era todo demasiado extraño. Aún así, escuchó a las mujeres y al recordarle la mujer que no tenía esposa le recordó lo mayor que era ya. Miró a la chica que le había preguntado sobre su soltería y negó con la cabeza.

- No, y tampoco tengo prisa - dijo algo frío, mirando a la mujer que tenía delante, aunque quedó un poco sorprendido al hacerle la pregunta del barco la otra ¿Que si era difícil hacer barcos? ¿Qué tipo de preguntas eran esa? Frunció el ceño algo molesto, aunque no sabía si tenía que molestarse por eso, por lo que miró a la chica e intentó poner su mejor cara antes de soltarle una bociferación en toda la cara- ... Ya vengo... - se dio la vuelta y se fue hacia uno de los chicos que servían el vino en copas de cerámica, donde cogió una copa y se separó un tanto de todas esas mujeres, que a su parecer hacían unas preguntas para sacarle tema, pero no muy inteligentes y bebió un trago de ese vino- tsk... que pregunta más estúpida...

Los dorados ojos de Aurus siguieron la esbelta figura de Zaq que se abría paso entre los presentes hasta una zona más despejada donde no había presencia alguna femenina, arqueó la ceja, divertido por la inusitada situación y por la mueca de sorpresa que se dibujó en los blancos rostros de las dos doncellas, no sabían la razón por la cual el constructor se había levantado tan bruscamente, estaban acostumbradas a que sus pretendiente soportaran si pestañear su incesante cháchara pero era evidente que Zaq no había pasado por ese entrenamiento de resistencia. Sonrió y se puso en pie con un gesto fluido, felino, las túnicas formaron una breve nube naranja en torno suyo.

-Disculpadme, voy en busca de mi amigo-se inclinó y besó las muñecas de ambas chicas con un roce de sus suaves labios, éstas dejaron escapar una risa entre nerviosa y encantada.

El esclavista fue hasta donde estaba Zaq y se inclinó discretamente hacia él, para que su conversación quedara entre sus cabezas que estaban muy juntas-creía que no te gustaba perder-susurró. Sus orbes ambarinos buscaron los de Zaq y los atrapó con una mirada-¿o quieres perder conmigo?-su sonrisa fue amplia, presuntuosa y muy blanca.

Bebió otro trago de vino mientras observaba el mar. Parecía que las mujeres se volvían cada vez más tontass con el tiempo, o es que había escogido precisamente las que no eran. Hizo una mueca de desagrado y oyó unos pasos que se aproximaban a él, aunque les hizo caso omiso, estaba demasiado concentrado en no gritarles a las damas para pensar en nada más.

Esa figura que se aproximaba a él, no era nada más y nada menos que una mancha naranja, que identificó como Aurus cuando alcancó su rabillo del ojo facilitando la tarea con la vista periférica. Tomó otro trago justo antes de que el otro se adelantara, quedando las cabezas juntas, a lo que escuchó las preguntas y declaraciones del otro e hizo una mueca que parecía estar entre la molestia y una sonrisa antes de contestar.

- No perderé - dijo serio- aunque arriesgue mi integridad en ello... - era demasiado orgulloso para perder una apuesta como esa- tsk... -cerró los ojos y luego los abrió para mirarle serio- ¿Sabías que aceptaría la apuesta, verdad?

Aurus esperó unos segundos para responder, sus ambarinos ojos relucieron como los de un gato y luego repasó con ellos el rostro del constructor, por supuesto que Zaq no era tonto, ahora comenzaba a darse cuenta de la sutileza de la maniobra del esclavista. A Aurus no le importaba hacer empleo de la fuerza o la brutalidad cuando era necesario pero prefería hacer uso de otro tipo de armas más elegantes al alcance de sus manos. Él creía que el mundo estaba dividido en todos tipos de personas; aquellas que un primer y contundente golpe se doblegan y aquellas que jamás ceden ni medio centímetro a pesar de tenerlo todo en contra. Las segundas eran con las cuáles no servían ni los gritos ni los látigos, Zaq era de ellas.

-Sí-admitió-sabía que la apuesta te daría el empuje-lo del beso solo había sido una manera de espolearlo porque sabía de la aversión del constructor a las relaciones homosexuales-pero eso no quita que si pierdes..-ladeó el rostro, dejando que los cabellos acariciaran su seductor rostro-tendré mi beso-su tono fue profundo, muy masculino

Dimitri, el anfitrión, se puso en pie y alzó los brazos para llamar la atención de todos los presentes-Esta noche tenemos diversión-señaló a la pequeña playa, allí, sobre la arena habían dispuesto unos bastones con almohadones en ambos extremos-tendremos nuestras luchas en el agua-todo río-quien gane se llevará de premio eso-e indicó una barca pequeña, blanca y de hermosa línea-será por parejas.

Aurus sonrió, tomó la muñeca de Zaq y se la alzó-Ahhh..al parecer mi amigo quiere, apúntanos.

Sabía que si el otro le estaba ayudando no era porque fuera estúpido, sino porque intentaba ayudarle en ello. Por un momento pasó por su cabeza que era un buen hombre, pero luego negó al pensar en las féminas que le había presentado; eran más insoportables que unas niñas pequeñas. De pronto el anfitrión se levantó y anunció una prueba en el que ganara se podía llevar una barquita blanca que había en la playa... Debía examinarla antes de precipitarse a concursar... pero fue demasiado tarde; Aurus ya se había precipitado, y se encontró con el brazo alzado como si fuera una muñeca y con el otro gritando que quería concursar. Se quedó callado y sin pensar en nada unos momentos, como si hubiera muerto, para después alarmarse y mirar a Aurus.

- ¡¿Cómo puedes decidir algo así sin mi consentimiento?! - hizo fuerza para bajar la mano, pero por primera vez vio que el otro tenía bastante fuerza, quizás podían ganar... y al fin y al cabo era un juego...; suspiró y desvió la mirada- ... Está bien...- esa noche estaba cediendo demasiado...-.

Dimitri hizo las parejas y bajaron todos los presentes por un caminito hacia la playa, donde había preparado ese extraño juego en el que ahora se veía obligado a concursar, aunque el premio, después de mirarlo de reojo, valiera la pena.

Aurus sonreía pero al tiempo calibraba el peso de Zaq, éste tendría que sentarse sobre sus hombros, era más alto que el constructor y por tanto sería mejor corcel, su estatura le daría ventaja a ambos. Frente a ellos había tres parejas más de hombres, una de ellas estaba formado por Cayo y otro patricio muy fornido, suponía que quería vengarse de esa forma de la afrenta que había sufrido a sus manos. “Mejor, así será más divertido”, esperaba que fuera una derrota muy dolorosa para aquel hombre.

Fueron entrando en el agua, Aurus se sobresaltó ligeramente, estaba fría para su gusto, sus músculos se tensaron, marcándose todavía más. Se sumergió, Zaq pasó la piernas por sus hombros y sus pies descansaron sobre los afinados abdominales de Aurus, este se puso en pie, despacio y sus manos aferraron los tobillos de su jinete para que no cayera cuando comenzara a moverse. Le pasaron un bastón a Zaq y se escucharon los vítores desde la playa, todo el mundo estaba mirando desde allí bebiendo vino. A Aurus no le importaba mojar las túnicas, se lo podía permitir.

-Aparta los cabellos de mis ojos-le pidió mientras se formaban las otras parejas, las hebras castañas, mojadas, se pegaban a sus espesas pestañas.

Suspiró al ver que el otro se summergía, sentándose encima sus hombros y esperando a que el otro se levantara para tensarse. No quería caer, esa barquita era demasiado buena para perderse. Cogió el palo con las manos y miró a sus contrincantes, que iban montando a espaldas de sus "córceles". Escuchó la demanda de Aurus y dejó el palo apoyado en su hombro, cogido con una mano mientras con su derecha, apartaba delicadamente el pelo de Aurus, para asegurarlo bien y que no le cayera durante la pelea. Quería ganar, y ganaría. Levantó la vista y vio como los contrincantes ya estaban preparados; tensó sus piernas contra el cuerpo de Aurus y apretó el palo con sus manos. Parecía una fiera a punto de matar.

Dimitri avanzó unos pasos hasta casi rozar el agua y levantó una mano, para luego bajarla de golpe a grito de "¡Empezad!". Los contrincantes empezaron a ir hacia ellos, tal parecía que se habían puesto de acuerdo para tumbarlos, a lo que Zaq sonrió oscuramente.

- Son nuestros Aurus... - se tensó justo cuando el jinete de atrás levantaba el bastón para darle a la cabeza; un movimiento rápido de Aurus, una buena reacción de Zaq que levantó los brazos con el bastón en horizontal, parando el golpe y rodando el bastón, para darle en la cabeza a su atacante con la parte blanda-.

El hombre gritó y cayó al agua entre las risas de los espectadores de la playa, Aurus apretó los dientes y afianzó sus pies sobre el suelo arenoso, no era un hombre robusto, pero era atlético y tenía un envidiable sentido de la armonía y el equilibrio, se pasaba casi todo sus días sobre la cubierta de un barco, para él era natural conservarse en pie en medio de una tormenta mientras gritaba órdenes a sus marineros. Zaq pesaría unos nueve kilos menos que él mismo pero podía manejarse bien con él encima. Se giró para hacer frente al siguiente rival, esquivó una arremetida y sonrió cuando Zaq lo alcanzó en un costado, él mismo se movió para darle un impulso adicional al golpe, tirándolo.

Emitió un jadeo de dolor repentino y se tambaleó cuando un bastón dio un golpe en su estómago, era Cayo, que sonrió con maldad. Aurus dio dos pasos hacia atrás, tratando de recuperar el aliento y la posición, las olas batían contra su cintura, sus dedos ciñeron con más fuerza los tobillos de Zaq.

-Perra malnacida-le siseó a Cayo-sucio violador de niños.

Cayo rugió y espoleó a su montura para atacar con fuerza a el constructor y chocaron, Aurus hundió sus pies en la arena para mantener la postura, tensando todos los músculos de su cuerpo.

Oyó un jadeo de dolor de Aurus mientras estaba derribando a otro concursante. Cuando volvió la vista adelante mientras Aurus maldecía al jinete se encontró con el palo en diagonal de Cayo, ese que se había metido con Aurus en un principio, el cual bloqueó con el suyo. Era fuerte, muy fuerte, y estaba haciendo sus máximos esfuerzos para no ceder en ese choque de fuerzas. Debía usar sus buenas cartas, su flexibilidad y agilidad debían ser de utilidad. Mientras estaba pensando una estrategia apretando los dientes para hacer más fuerza y levantar levemente el bastón de Cayo, este rugió y apartó el suyo, rodando el palo acolchonado para darle a Aurus, que aguantaba con el peso de Zaq y tenía que hacer fuerza para no desequilibrarse.

Sonó un golpe ruidoso, como a hueco, y cuando Cayo se quiso dar cuenta, el bastón de Zaq estaba bloqueando el suyo a pocos centímetros del cuerpo de Aurus. Para hacerlo había tenido que usar sus habilidades en el barco para aferrarse a Aurus mientras se inclinaba hacia adelante y le ofrecía una cara combativa.

- Astillero del demonio...

Retiró otra vez su bastó para golpear a Zaq en el costado, el cual se incorporó y puso el bastón en vertical para evitar el golpe. Podía no ser muy fuerte, pero era resistente.

Aurus parecía estar ejecutando unos complicados pases de baile, intentaba fluir con el cuerpo de Zaq para no oponer resistencia a sus movimientos aunque fueran dos cuerpos distintos tenían que moverse como uno. Inspiró, el esfuerzo, a cada segundo que pasaba estaba siendo más y más agotador. De nuevo el robusto corcel de Cayo volvió a la carga, Aurus inspiró, soportó la arremetida, parpadeó cuando uno de los pies de Cayo se disparó hacia delante y le golpeó los labios con fuerza, el esclavista pudo sentir como la sangre comenzaba a manar y manchaba su barbilla. Frunció el ceño, en la guerra como en el amor todo vale.

No se permitió retroceder, la boca le ardía, los labios estaban abiertos, sus ojos relucieron, adelantó un pie bajo el agua y golpeó la rodilla de aquel sujeto con fuerza, éste gritó y se tambaleó. Desde la orilla se escuchaban los gritos de los hombres, apostando los unos con los otros por la ceñida pelea y los chillidos de las mujeres que ya habían elegido a su campeón en uno u otro bando.

Vió como la pierna de Cayo salía disparada e impactaba en la cara de Aurus, haciendo caer gotas de sangre al agua. Preparó el bastón entre sus manos cuando oyó un grito de dolor del corcel de Cayo, que se desequilibró, haciendo que Cayo se balabceara cogiéndose del pelo de este.

- ¡Inútil! ¡¿Qué haces?!

Rodó el palo encima su cabeza y pasó su bastón por su derecha, dándole un golpe en la cara justo por donde flaqueaban, poniéndolos en su sitio levemente, aunque ahora estaban flaqueando por el otro lado. Zaq sonrió levemente, solo faltaba un pequeño empujoncito hacia atrás para que esas dos moles cayeran hacia atrás ganando ellos el juego.

- Aprende a luchar como un hombre... viejo- dijo con todo el asco del mundo, empujándolo muy levemente con el extremo del bastón-.

- Hijo de... - empezó a caer hacia atrás, agarrándose al cuello del otro que fue cayendo con él y en un último esfuerzo cogiéndose al bastón de Zaq, el cual estiró levemente hacia él, arrancándolo naturalmente de su brazo- ¡AAAgh! - cayeron dentro del agua haciendo bastante ruido-.

Se escucharon los vítores y aplausos desde la orilla, Aurus respiraba ya roncamente, se arrodilló en el lecho marino, sumergiéndose, permitiendo que Zaq desmontara, él se quedó uno segundos más bajo el agua, dejando que la sal limpiara la herida de los labios abiertos, la sangre seguía manando pero esperaba que pronto dejara de fluir.

Dimitri reía a grandes carcajadas y con los brazos alzados-Felicidades, son los gandores-Aurus y Zaq fueron saliendo del agua, el esclavista tenía algunos dorados dedos sobre su boca pero se las arregló para sonreír con arrogancia, sin perder por ello su atractivo.

Elabora fue hasta Zaq y le ofreció una manta junto con una enorme sonrisa y ojos brillantes de admiración por la pericia mostrada.

Aurus se inclinó agradeciendo los cumplidos y se luego separó los dedos, se lamió los labios que sangraban, hizo una ligera mueca, dolían-Fue fácil.

Salió del agua y recibió a la mujer la manta con un gesto de cabeza. Todos estaban eufóricos por la victoria, mientras Cayo y su corcel empezaban a salir del agua, enojados y furiosos por haber perdido, no solo la barca, sino su orgullo en esa pelea. Se giró para observarles con una leve sonrisa retante cuando vio a Aurus con el labio partido. Suspiró e hizo una mueca, girándose hacia él y pasándole parte de la manta por encima, cogiendo una punta y poniéndosela en el labio.

- Eres más débil de lo que pensaba... - dijo a modo de broma pero con algo de preocupación en los labios, pues ese golpe parecía doler mucho; suspiró y le miró muy serio- La barca... quédatela, es de muy buena cualidad y sería una buena embarcación para escapar del Orión en caso de que os atacaran... - hizo una mueca al imaginarse una lucha de barcos con Orión, pero era algo bastante inevitable viniendo de Aurus-.

Aurus negó con la cabeza y taponó la herida-considérelo un regalo para ti-era extraño que siendo Zaq un constructor de barcos no tuviera uno de sus propiedad-pero llámala Cisne-era lo que parecía, blanca, esbelta, bella. Cuando llegar el momento de morir así sería pero lo haría en su barco, en alta mar y no a la deriva, no esperaba morir de viejo, eso no, seguramente su muerte sería algo muy violento como había sido toda su vida.

Miró a Zaq y luego sus ojos se posaron en la doncella que los estudiaba con cierta preocupación como si no atinara a comprender cual era la relación entre ambos hombres, puede que en realidad fueran amantes, no sería tan extraño, dada la fama de Aurus que cambiaba de pareja cada poco tiempo, nunca estaba con nadie demasiado ni tampoco se comprometía.

-Aún te queda un poco de noche para ganar-se fue separando cuando vio que Elabora se acercaba de nuevo a ellos-aprovecha tu triunfo-se volteó y fue hasta Dimitri que había invitado a Liliandra para que cantara y festejar la victoria, no miró hacia atrás.

Le escuchó durante todo el rato. Bueno, al menos una embarcación era una embarcación. Iba a soltarle una respuesta tajante, o una tontería, fuera lo que fuera, cuando el otro le anunció que le quedaba noche por delante y que disfrutara de su triumfo. No sabía a que se refería, solo veía que miraba hacia atrás suyo, así que giró la cabeza para vera Elabora que se aproximaba a ellos. Volvió la cabeza hacia delante para preguntarle si él no se iba a buscar ninguna cuando vio que ya había empezado a andar hacia Dimitri y estaba ya casi a medio camino. Habían encendido un fuego durante la lucha que iluminaba la zona. Se quedó mirando como llegaba hasta el anfitrión y luego se quedó como parado, bajando la cabeza y haciendo una mueca que no sabía de donde salía.

Elabora le tocó el hombro muy levemente e hizo que se girara, mostrándole una cara seria, quizás su cara de siempre, sin emoción, sin felicidad y solo consigo mismo, aunque la forzó para mostrarle una leve sonrisa.

- Me gustaría poder hablar contigo si me lo permites... Zaq... - dijo bajando un poco la mirada y cogiéndole la mano al astillero-.

Este, como si se hubiera extinguido, aceptó con la cabeza y la siguió, subiendo por el camino y llegando a la mansión, donde no había nadie pues todos estaban abajo celebrando la victoria. Antes de perder de vista la playa giró la cabeza una vez para ver al esclavista y susurrar unas palabras en su boca.

- tsk... idiota...

- ¿Qué has dicho?

Negó con la cabeza y se adentró en los jardines de la mansión con la bella dama, hasta bien pasada la noche.

Aurus estaba en una de las fuentes del patio central de la casa, esperando, ya eran cerca de las cinco de la mañana y había enviado a un esclavo para que buscara a Zaq. No se había molestado en buscarlo en toda la noche, imagina que pudiera ser posible que ya estuviera consiguiendo los favores de alguna de aquellas hermosas jovencitas, hubiera sido muy fácil sabotear todos sus esfuerzos pero, en ocasiones, se sorprendía a si mismo cuando decidía dar una oportunidad a cualquiera que fuera objeto de su capricho para escapar de sus garras.

Él no era un buen hombre, no se engañaba a ese aspecto, no era lo que nadie esperaba de él ni tampoco se esforzaba en serlo, era fiel a si mismo, tenía sus antojos, sus deseos y sus objetivos. Había tenido muchos amantes, había matado, sacrificado y había olvidado que eran los remordimientos. No, no era nada aconsejable que Zaq cayera entre sus manos, era demasiado auténtico, casi inocente.

Inclinó la cabeza, metió sus dedos en el agua cristalina, moviendo los dedos, puede que fuera mejor irse sin Zaq pero tenía que saber el resultado de la apuesta. La punta de su lengua tocó sus labios, se había formado un pequeña cascarilla sobre la herida.

Zaq llegó a la fuente por petición del esclavo con Elabora colgada del brazo mientras ella reía y él le dedicaba una pequeña sonrisa. Habían ido dentro de la casa porque ella tenía frío y no quería que se resfriara por su culpa, además que él estaba mojado por el reto, por lo que habían estado la noche solos allí. Cuando Zaq vio a Aurus apagó esa sonrisa y la chica se acercó a darle un beso a la mejilla al que había sido su acompañante de noche, despidiéndose con la mano y una alegre sonrisa.

- Sabremos donde encontrarnos, Zaq... - dicho esto se reunió con las otras chicas que también la esperaban y empezaron a descender por el camino hacia la ciudad-.

Siguió andando hasta estar enfrente del otro. Había sido una velada inolvidable, eso no podía negárselo y además tendría una gran recompensa, pata no estar satisfecho. Le dio dos palmadas en el hombro y empezó a andar.

- Venga que se hace tarde... - dijo con una voz ya cansada, empezando a andar por el mismo camino por el que habían llegado-.

El esclavista se puso en pie y caminó a su lado, sus ropas anaranjadas aún se adherían a sus largas piernas, no comentó nada hasta que salieron de la enorme mansión y tomaron uno de los caminos que conducían hacia el centro de la urbe, de todas formas tenían que pasar por su posada antes para hacerle entrega al constructor de sus ropas que seguramente ya estarían limpias y secas.

Ladeó el rostro, sus castaños cabellos acariciaron su rostro, sus orbes dorados estaban algo anaranjados, estaba cansado y deseaba dormir. Ya estaba calculando cuánto debía de pagarle a Zaq, había dicho que sería el triple y eso ya le producía dolor de cabeza, pero había sido una noche divertida a pesar de todo aunque admitía que le había salido algo “cara”. Pagaría porque a pesar de todo tenía un retorcido sentido del honor, había dado su palabra.

-Debo felicitarte-su voz era suave, alzó la vista y miró el cielo estrellado-has ganado-sonrió, nunca lo hubiera creído posible, Zaq con una mujer, ahora no sería tan acosado por otros hombres insistentes-¿Lograste algo más palabras? ¿un beso?