Calypso

No se percató de que el otro se acercaba hasta que lo tuvo encima, abrazándole por el cuello y lamiéndole la cara... pero... eso no era su sangre, así que no tenía porque aceptar que le lamiera así sino era para alimentarse. Sonrió oscuramente y se quedó mirándole, inmóbil, mientras los esclavos se acercaban lentamente para cogerle la túnica a Deimos y apartarle del Capitán.

- ¡Apártate de él monstruo!- gritaban como niñas mientras tiraban de la túnica de Deimos mientras este se iba apartando levemente-.

Era increíble como podía reaccionar el otro a la sangre, pero no tenía en cuenta que la escena que acababa de interpretar podía ser tan excitante o más para el otro que ver como caía la sangre de Axor. Aunque no le permitiera a nadie comportarse de este modo alargó la mano que tenía libre y palpó la entrepierna del otro manteniendo esa sonrisa. Si el otro se excitaba tenía todo el derecho de hacerlo el también.

Los esclavos tiraron más fuerte y los marineros empezaron a gritar animados. La verdad es que era un espectáculo ver a dos máquinas de matar como Axor y Deimos juntos y de esa forma, y en cierto modo, a ellos también empezaba a excitarles.

Deimos se sobresaltó y abrió los ojos, sus pupilas estaban muy dilatadas, nunca se había preocupado en indagar que pasaba con aquella parte en concreto de su anatomía cuando estaba bebiendo o lamiendo sangre, cuando olía el miedo de aquella forma que abrumaba sus desarrollados sentidos, ahora lo sabía; se le ponía dura, su pene estaba erecto pero no se marcaba contra las ropas porque éstas eran oscuras y suelta. Jadeó y se separó, su cara mostraba auténtica sorpresa, no había esperado que lo tocara allí y menos todavía percatarse que su miembro estaba vivo, se había olvidado de su existencia durante siglos.

Los esclavos aprovecharon la vacilación de Deimos para colarse entre ambos hombres, varios rodearon a Axor, comenzaron a acariciarlo, uno incluso se puso de rodillas para buscar el pene del pirata entre los pliegues del yukata para hacerle una felación. Los marineros comenzaron a abrir las barricas de vino y los cofres de las mercancías que había sacado del otro barco.

Deimos se llevó una mano al cabeza, confundido, notando que su excitación no disminuía. Uno de los esclavos haló de su mano para hacerlo a una lado mientras seguían rodeando a Axor.

Se apartó y no pudo evitar que sus mejillas se cubrieran de color, rosado como sus ojos, uno de los hombres le puso una jarra en la mano y Deimos, sin pararse a pensar, la alzó y comenzó a beber sin respirar, todo se pararon y rieron-¡BEBE, BEBE, BEBE!

Se dejó felar por uno de los chicos mientras los otros seguían besándole todo el cuerpo, aunque estar de pie le cansaba, así que se dirigió a un poste y se apoyó allí, dejando que los seis chicos que estaban enfrente suyo hacieran lo que quisieran. Luego ya los mataría a todos, pero era un día para celebrar, así que les dejaría hacer. Todos los marineros hicieron una redonda al lado de Axor, viendo como los esclavos empezaban a masturbarse. Eso ya era el navío del erotismo.

Alargó el brazo para coger una botella con alcohol que le pasaban, para beber mientras seguían felándole, la verdad es que eso era lo mejor. Tener a sus esclavos siempre dispuestos a satisfacerle. Desvió la mirada y vio como Deimos bebía también de una botella, a quien le dedicó una sonrisa en el mismo momento que un esclavo gritaba sonrojándose, pues Axor lo había expulsado todo en su cara.

- Aah... nh... - se dirigió las manos a la cara para recoger el semen con sus manos y para tragárselo, gesto que irritó al capitán, el cual le clavó la espada en el pecho, matándole de ese modo-.

Los otros esclavos hicieron una cara de espanto, pero lo habían comprendido, ni tan solo el semen de Axor les pertenecía, únicamente su miembro hasta que se corriera, nada más.

Deimos lanzó el ánfora vacía a un lado y volteó el rostro al escuchar los gemidos del esclavo, viendo como Axor se corría en su cara, frunció ligeramente el ceño y volvió a tomar otra ánfora entre sus dedos, la alzó y comenzó a beber sin parar, hacía siglos que no bebía de aquella forma y ahora lo estaba haciendo como para olvidar lo que había ocurrido hace unos segundos, tratando de ahogar una voz burlona que se escuchaba al fondo de su cabeza que se reía de él. Era un dios pero allí estaba bebiendo con aquellos mortales y todo indicaba que se iba a terminar en una orgía de alcohol, sexo y sangre.

Terminó y cogió otra, pero se detuvo, algo aturdido, elevó los dedos y comenzó a desprenderse de la parte superior de la túnica, tenía calor. Sus pectorales asomaron, junto con aquellos pezones de rosado incandescente.

-¡Eh, Deimos!-miró hacia donde varios de los marineros lo llamaban, había abierto uno de los arcones de ricas telas orientales-¡Hace juego con tus ojos!-y le lanzaron un rollo de seda de el tono de sus llamativos orbes. El dios lo atrapó con una de sus manos y lo bajó para examinarlo.

Sonrió al ver que al otro le hacía efecto el alcohol. Así que era eso. Era como un humano normal, pero adicto a la sangre; de hecho, aún no le había visto comer nada más que su sangre, así que podía pensar que era adicto a ella. Después que los esclavos se separan se salió de su propia cárcel. Quería sexo, pero también estaba algo agotado de la noche anterior. Pasó por delante todos los tripulantes y al estar al lado de Deimos le dedicó una sonrisa provocadora, a la vez que le tocaba el culo descaradamente. Quizás sería al próximo que llamaría para hacerle correr.

- ¡Capitán! ¡No se vaya! - uno de los marineros le llamó con una jarra en la mano-.

- ¡¡Shhhh!! Calla o te va a matar idiota...

- ... bueno... se puede hacer fiesta sin el capitán... - se dirigió a Deimos- ¿Oye, estarías dispuesto a ... intimar con nosotros?

Los dos piratas que habían hablado se acercaron a Deimos con cara de tener ganas de meterla a algo.

- Hemos visto como haces con el capitán... nosotros también queremos...

Deimos frunció el ceño y se apartó de ambos-yo no hago nada por el capitán-no sabía a qué se estaba refiriendo aquellos dos hombres. Si se refería a que tomaba su sangre, era cierto pero solo la sangre de Axor era la que le gustaba, era la única que ejercía aquella influencia sobre él, por la única que era capaz de perder la cabeza por completo. Les sonrió si a enseñar los colmillos era posible llamarlo una sonrisa, era lo mismo que hacía los tigres y los leones.

-Os aseguro que a vosotros no os gustaría-los empujó y comenzó a caminar hacia la habitación de esclavos para descansar, o mejor todavía, alejarse aquellos marineros borrachos que insistían en acosarlo.

-Vístete con esa seda..-Deimos todavía la llevaba en mano, le dio un manotazo para apartarlo-yo no visto éstas cosas- pero no la soltó.

Entró en el recinto y se detuvo, todos los esclavos estaban alborotados, había nuevas adquisiciones muy ruidosas y parecía que estaban llenando todas las habitaciones. Deimos frunció más todavía el ceño, estaba harto, harto de aquellos críos.

Fue hasta la puerta roja y todo el mundo se calló cuando la abrió y pasó por ella, cerrando a sus espaldas. Por fin un poco de silencio, sus ojos revisaron la penumbra del camarote en Axor y se posaron sobre la figura que estaba dormida entre las sábanas, ligeramente cautivado comenzó a acercarse al lecho, era como ver dormir a un dragón.

Al llegar a la habitación cerró la puerta que daba al pasillo. La que daba a los esclavos no hacía falta cerrarla pues a no ser que los llamara ninguno entraba, así que estaba a salvo de esas hormonas rodeadas de carne. Dejó caer el yukata en el suelo y se vistió con otro yukata negro que tenía, parecido al de la noche anterior, pero nuevo. Adoraba tener la ropa limpia, o en su defecto, nueva. Se sentó en la cama y se tapó con las telas suaves hechas de seda hasta el pecho y cerró los ojos, dejando en su rostro una expresión de tranquilidad y serenidad, único momento donde dejaba aparte toda la locura que tenía encima y concentraba todo el peligro que emanaba en el cuerpo. A los minutos cayó dormido. Respiraba con pesadez, tranquilamente, pero con fuerza.

Había sido un día bastante revelador, la verdad es que nunca habría esperado que Deimos le ofreciera una ofrenda, y lo que menos se esperaba es que él la aceptara, comiéndose un testículo entero de aquel minotauro. También había sido sorpresa, aunque no desagradable, cuando se le tiró encima para lamerle la cara, aunque eso hubiera ocasionado a que uno de sus nuevos adquiridos esclavos muriera por haber querido poseer ni que fuera su semen.

En resumen, un día bastante perfecto, a su parecer, lo que le proporcionó ese sueño calmado y rápido.

Unos ojos rosados, grandes y que en la oscuridad parecían arder con llamas pares, repasaron el rostro de Axor con detenimiento. ¡Qué distinto se veía! Sin aquella mueca que una sonrisa sádica, con el rostro calmo, sereno, ahora se apreciaba mucho más su juventud, sus rasgos..ahora se percataba que no eran desagradables sino armoniosos, atractivos. Los negros cabellos los enmarcaban de forma irregular pero acentuando sus facciones de manera llamativa.

Se aproximó dos pasos más, no hacía ruido alguno, se inclinó sobre él, entre sus dedos todavía tenía la seda rosa, no la había soltado, era su parte del botín después de todo. Inhaló despacio, captando su aroma salvaje, mezclaba sal, maderas y hierro. Era tan extraño, ahora parecía vulnerable, desprotegido, el cuello se exponía de forma tentadora, llamándolo. Apretó los labios y suspiró, sabía que no debía pero acercó el rostro y sus colmillos rozaron a penas la piel, sería tan fácil matarlo.

Quería hundir los caninos, saciarse pero se contuvo, no debía, tenía que controlar el hambre que sentía hacia aquel hombre, se percataba que el deseo que sentía por su sangre, era deseo por Axor del mismo modo.

Se separó y buscó con la vista un diván, si de verdad era su perro, al menos tenía el derecho de dormir en un sitio cómodo y silencioso. Fue hasta allí y se tendió, se cubrió con al seda y sus cabellos se soltaron, desparramándose como una cascada sobre él.

Se despertó al sentir la presencia de alguien en la habitación, aunque siguió con los ojos cerrados, quería probar al intruso, a ver si era capaz de afrontar su muerte si osaba tocarle un pelo, pero esa emoción aumentó cuando de repente sintió que su sangre, otra vez, golpeaba sus venas para salir, era seguro, quien había entrado en su habitación era Deimos y quería morderle... ¿Deimos? Cuando sintió que su sangre se relajaba abrió los ojos, viendo como el otro se disponía en ir a su diván a dormir. Una leve sonrisa se formó en su rostro y se empujó con las manos para quedar sentado, apoyando su espalda en la pared.

- ... Así que al final sí eres mi perro... - pronunció con una voz un poco más aterciopelada que su voz contundente de por la mañana, riéndose de él, pues al final había decidido quedarse a dormir en su habitación, a diferencia de los esclavos que temían atravesar la puerta por si les cortaban la cabeza por su atrevimiento- ... Pero un perro cobarde... pues no coge lo que desea...- sonrió malvadamente al mirar al otro-.

Parecía que reírse de él era un tónica habitual, quizás solo intentaba que el otro mostrara su forma de ser realmente, quizás porque era el único ser que podría matarle si lo quisiera y de una forma bastante placentera, pero el hecho es que había hecho otro gran avance, que entrara en su habitación por propio pie.

Deimos lanzó la seda al suelo junto con la espada, rabioso, totalmente fuera de sí..¿Quién diablos se creía? No era un dios, no era un demonio, solo un mortal cuya sangre era deliciosa, una bolsa con patas que el suministraba su alimento, no era nada, no era nadie. Se viró y se movió a enorme velocidad, saltó a la cama, sus dedos tomaron el tobillo, haló de él con brutalidad, despegándolo de la pared y poniéndolo en posición horizontal de nuevo, boca arriba.

Se abalanzó sobre él y le hundió los colmillos en el cuello, sus dedos se metieron en sus cabellos para inmovilizarle la cabeza contra las sábanas de seda. Comenzó a beber, sus cuerpos se tocaba, eran casi de la misma altura, sus piernas se abrieron y sus rodillas se posaron en colocaron en torno a las caderas de Axor. Su larga cabellera los cubrió a los dos como una cascada de agua negra.

En la habitación se escuchaba el sonido de sus respiraciones aceleradas, el de succión y el crujido de la seda de los cuerpos que se movían sobre ella, luchando pero al tiempo intentando dominar el uno al otro.

Separó sus labios manchados de la piel y le lamió-¿Qué decías?-susurró espesamente.

Todo pasó a una velicidad vertiginosa. Era tan fácil provocarle que ni él mismo podía creerselo mas cuando sintió los dientes rasgándole la piel y el músculo su sangre empezó a irse hacia el cuello para alimentarle, causando que la respiración se acelerara por la velocidad en que la sangre entraba y salía de sus órganos. Se quedó quieto, sintiendo como el otro le estaba chupando la sangre y es que realmente era algo muy erótico, sintiendo las respiraciones de ambos, el otro con los labios pegados a su piel, y dado a que Axor era sexualmente muy activo, no siempre podía salir de esa situación sin empalmarse, y ese era el caso de ese momento. Levantó la mano y la metio dentro de la ropa del otro, acariciando su pecho.

- ... nh... - era increíble como estaba reaccionando a ello, pues empezaba a sentirse terriblemente excitado-.

Cuando el otro se despegó de su cuello se quedó mirándole fijamente. De verdad sería tan fácil atravesarle con la espada que hasta le resultaba estúpido no hacerlo, pero por el simple placer de poder tentarle y picarle le dejaría vivir un poco más. Sonrió oscuramente y llevó su mano a la entrepierna del vampiro, acariciándole el miembro y pasando de él para agarrarle con fuerza el trasero mientras se levantaba para sentarse y llevaba su cabeza a uno de sus pezones, mordiéndolo con fuerza.

-¡Aggaahh!-Deimos cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, su cabellera trazó un arco oscuro cuando cayó sobre su espalda hasta la cintura. Aquella mordida sobre aquel pezón rosado, tentador, fue dolora pero al tiempo, de nuevo, sentir sus dientes hundiéndose en su carne de forma salvaje y despiadada causó una corriente de placer. Jadeó, entreabriendo los labios, mostrando los colmillos que relucieron blancos en la penumbra de la habitación. Demasiado tiempo combatiendo, demasiado tiempo entrenando sin descanso, demasiado tiempo solo pero su cuerpo, su cuerpo sabía que era el placer y al tiempo, después de la maldición, precisaba de estímulos que hicieran que su lado más salvaje, más escondido, subiera a flote. Cuando perdía el control, echaba a un lado su capa de hielo en la cual estaba aprisionado su corazón.

Jadeó de nuevo, tembló ligeramente, todavía la sangre de Axor estaba en su boca, bajando por su garganta y entrando en su organismo preternatural. Sus dedos se metieron entre los cabellos de Axor, halando de ellos, tirando y volviendo a moverlos por su cabeza, sin darse cuenta sus dedos se colaron por dentro de yukata y tocó la parte superior de la cruz de la espalda. Emitió un gemido de dolor cuando las yemas humearon ligeramente y las apartó.

Todos los esclavos se estaban peleando para mirar, sonreían, ya aquel hombre que los privaba de toda la atención de su amo podía darse por muerto, seguro. Nadie tocaba al amo así, no debían. Tenía que montarlo y chupar, pero no tocarlo.

Al notar la mano del otro en su espalda frunció el ceño pero no le dio tiempo a decirle que se apartara, pues el otro se quemó. Oyó las risitas de los otros esclavos desde detrás de la puerta y simplemente sonrió. Estaban contentos porque pensaban que Axor iba a matar a Deimos, por lo que tiró su espalda hacia atrás y bajó sus manos hasta llevarlas a las caderas de Deimos, las cuales apretó contra sus caderas para que notara su erección. Era extraño, pero tenía que andar con pies de plomo o algún día moriría sin sangre. Ese pensamiento le excitó aún más. Quería morderlo, atarlo, cortarle, hacerle mil y una cosas, pero mantenerlo con vida, pues parecía que era el único ser en esa tierra que se le afrontaba de tu a tu y tenían un interés mútuo en cada uno.

- ... - le miró fijamente, quería saber como sería verle igual de excitado por sus huesos como los otros esclavos, aunque en el mismo momento recordó que el otro había dicho que no quería ser esclavo de esa manera, así que sonrió y abrió la boca para gritar, aún siendo de noche ya- ¡Esclavo!

Soltó a Deimos para que se pudiera ir, al fin y al cabo el otro ya había obtenido lo que quería y allí tenía su diván, aunque si quería podía quedarse como observador, tampoco le iba a sacar de la habitación-.

Deimos inspiró y se hizo a un lado, notando que su pene estaba palpitando dentro de sus ropas, sentía que las mejillas le quemaban, su cuerpo estaba terriblemente sensible, su dureza se había restregado con la de Axor por encima de las telas, reconociéndose el uno al otro. Se había arqueado por sensación que lo inundó pero todo aquello era culpa de la sangre..¿no?..debía de ser eso, no era porque estuviera excitado sexualmente. Trataba de convencerse a si mismo porque no recordaba la última vez que había unido su cuerpo a otro ser, la mitad de sus recuerdos se iban borrando a medida que la maldición se hacía más y más pesada.

Se puso en pie mientras el esclavo pasaba todo apresurado, Deimos se terminó de despojar de la parte superior de la túnica, mostrando la espalda entre los mechones ondulados y se encaminó al diván. Se sentó en él, recogiendo una pierna, sus ojos puestos en Axor, iba a mirar, quería hacerlo. Ver aquel rostro en todos sus aspectos como las fases la luna; de dormido a cuando alcanzaba el orgasmo.

Además..aquél era ahora su diván y no pensaba regresar al almacén de telas, se acomodó y su cabellera formó ondas sobre los cojines y las telas. Notaba su pulso muy acelerado, vibrante.

Era uno de los esclavos más veteranos que había en el barco. Debía tener unos 14 años así de vista y era de los que más ansiaba poder hacerlo con Axor, y, destinos de la vida, ahora se encontraba con poder hacerlo cuando su miembro más palpitaba. Cuando lo vio el chico empezó a jadear de golpe y se abalanzó sobre Axor, metiéndosela entera en su boca, cosa que hizo que tirara la cabeza hacia atrás, relajando el rostro levemente, aunque seguía con esa sonrisa suya tan permanente. No lo entendía. Nunca se excitaba cuando un criado se la mamaba, como mucho se la subía, pero cuando la lengua del otro recorrió su falo sitió una especie de corriente que le recorrió todo el cuerpo, haciendo que sus músculos se contrajeran y su sonrisa quedara quebrada por una especie de sonrisa abierta.

El esclavo se llevó la mano a su miembro, masturbándose mientras extrañamente lloraba, no por miedo a morir, sino por el tiempo que había estado esperando aquello. En menos de un minuto el pequeño ya se había corrido y ahora llevaba su mano a su trasero, metiéndose los dedos, porque por lo grande que era el falo de Axor, si intentaba que se metiera en esas circunstancias, por muy excitado que estuviera le desgarraría por dentro. El pequeño empezó a jadear, mientras seguía dándole pequeñas lamidas al miembro de Axor.

- Métetela ya

Deimos no se movió, solo miraba el rostro de Axor, notando que su sangre comenzaba a hervir cuando lo vio sonreír, observando como aquel pene grande y grueso entraba en la boquita del esclavo, aquel miembro lleno de sangre, se preguntaba cuánta sangre podría albergar realmente. Pasaba algo extraño, Axor era la primera criatura de la cual bebía de forma continuada, hasta el momento solo había atacado, bebido y matado pero ahora hacía tomas de forma regular del mismo ser y se preguntaba si eso no establecería un vínculo entre ambos porque notaba la misma ansiedad de Axor, quería que aquel muñeco se sometiera, que sollozara mientras lo cabalgaba.

El chico abrió las piernas y expuso su ano, poco a poco se fue empalando, metiéndoselo hasta el fondo mientras emitía pequeños suspiros y gemiditos. Deimos se puso en pie, esperando, acechando, observó como el chico se curvaba hacia atrás, cerrando los ojos y fue hasta él. Sus manos lo tomaron de los cabellos y mientras se mecía, Deimos le arañó el pecho a penas y le hizo moverse más deprisa, mirando por encima de su hombro a Axor. Sus ojos se posaron sobre el cuello tenso, las venas hinchadas y el olor a sexo que se extendía por toda la habitación.

Cuando el chico comenzó a gritar le tapó la boca-shhh..cállate..-susurró-no me interesas tú..-estaba totalmente atento a los sonidos de Axor.

Cuando el chico se sentó encima sintió como todas las paredes apretaban su miembro dentro de él, aprisionándolo, a lo que soltó un jadeo y su ceño se frunció. No sabía por que maldición esa noche estaba sintiendo mucho más, quizás por el hecho de haber estado tumbado en la cama con Deimos encima, quizás por su imaginación al intentar ver su cara sonrojada lamiendo su miembro... Pensar en todas las razones que le llevaban a la situación actual solo hacían que incitarle más y más a la excitación, aunque mientras el muchacho que tuviera encima fuera lento dado a que seguramente se estaba haciendo daño, no se correría hasta dentro un rato.

De pronto la sangre empezó a hervir, Deimos estaba acerca, y cuando apenas abría los ojos el chico empezó a aumentar su velocidad, algo que normalemnte no hacían pues eran vírgenes todos los que compraba. Abrió un ojo y su sonrisa se torció, volviéndose una mueca de placer. empezó a jadear rápido, su sangre quería volver a salir, y hacía el camino desde su corazón a su miembro luego a su cuello y volvía al corazón.

- ... ah... - soltó un gemido ronco, tanta fricción y su miembro tan malditamente erecto le estaban haciendo ver estrellas, mientras que veía a Deimos cogiendo al chico y empujándolo hacia abajo para que bombeara más deprisa-.

Su mirada se fijó en el chupasangre, entreviendo lo que quería hacer, le sonrió malvadamente pero sus sonrisas se curvaban levemente y a pesar de quien estaba encima suyo fuera ese chiquillo, los ojos de los dos asesinos se miraban, ardiendo.

Los labios de Deimos se curvaron en una sonrisa afilada, mostrando sus colmillos, el chico gemía de dolor por la fuerza con que lo obligaba, elevándolo por los cabellos a la fuerza, haciendo que casi se saliera el pene para luego obligarlo a empalarse hasta el fondo pero no lo dejaba chillar, le mantenía la boca cerrada con la mano. Los ojos de Deimos se fueron tornando más y más luminiscentes, voraces, sin compasión, fríos, despiadados y arrolladores.

De repente le echó la cabeza hacia atrás al chico y le hundió los colmillos profundamente pero lo seguía obligando a moverse sin misericordia, cada vez más deprisa, sin pausa, el ano comenzó a desgarrarse pero él posó una mano sobre las caderas para imprimir un balanceo más profundo, masajeando el pene de Axor con fuerza.

A través del torrente sanguíneo sentía el bombeo del falo del pirata dentro del esclavo era como si estuviera dentro de él, dentro de su propio cuerpo, pulsando todos sus nervios, haciendo que se arqueara, gimió con fuerza y continuó moviendo al muchacho, montando a Axor de una forma que no había hecho hasta ahora, era porque Deimos guiaba todos sus movimientos.

Sentía como su miembro era aspirado por el ano de ese chico, como tocaba su próstata, hasta podía sentir como la sangre corría por encima su miembro, algo que le pareció tremendamente excitante, además del hecho que al bajar la vista podía ver como su miembro ensangrado entraba y salía del ano del chiquillo, causándole caras de dolor que en vez de atenuarle le excitaban más y más, haciendo que su miembro creciera en su interior.

Cuando vio que Deimos clavaba los dientes en el chico cierta cara de disgusto se formó en su rostro, aunque fue olvidada rápidamente por la presión que estaba sintiendo en su miembro. El chico iba a velocidades vertiginosas, y él tenía sus ojos carmesíes clavados en los de Deimos. Era como si estuviera follando con él. Podía ver como su cara se contraía como debería hacerla la del chico. Su cara volvió a dibujar una sonrisa, si realmente estaba sintiendo lo que el otro sentía...

- ... agh... - se empujó con los brazos para quedar sentado, cogía ese cuerpo transmisor entre sus manos, tocando la mano de Deimos, y empezó a bombearlo con fuerza, mientras llevaba una de las manos al miembro pequeño del chico, tocándolo suavemente entre sus dedos, siempre mirándole a los ojos, con una sonrisa que se rompía en muestras de placer-.

Diemos se colocó detrás del chico, se subió sobre los muslos de Axor, abriendo sus largas piernas, lo apretó entre el pecho del pirata y el suyo propio, alzó un brazo y rodeó el cuello de Axor como si fuera él quien lo estuviera montando y era lo que sentía por el lazo de sangre establecido con el muchacho mientras bebía de él, cuando Axor le cogió el pene fue como si tomara su propio miembro, acariciándolo, tirando de él-ahh..-el gemido de escuchó entre los sorbos de sangre claramente, su otra mano seguía moviendo al esclavo como si fuera una marioneta.

Aquella estaba siendo la experiencia más intensa de su vida como dios, nunca había creído que la sangre pudiera ser el vehículo de un placer sexual de una unión puramente física. Pero así era, no se tocaban, no estaban fusionados el uno con el otro pero era como si el esclavo no existiera, solo fuera una sombra entre ambos. No sabía por qué lo hacía, quizás fue la batalla, beber su sangre, el ambiente que flotaba en el navío o quizás todo junto.

Inspiró y soltó el cuello del joven para emitir otro quejido delator, sentía que su pene estaba muy húmedo y duro, vibrando con las embestidas de Axor, sus ojos no se separaban de los suyos.

Oyó el gemido de Deimos y se volvió un monstruo. Fue como si se hubiera vuelto loco, sus ojos empezaron a brillar con fijación y pasión. Ese hombre iba a estar donde el otro chico, quisiera o no. Cogió el cuello del esclavo y lo tiró al suelo, sacándolo de su interior y permitiéndole al otro ver su miembro erecto, lleno de sangre palpitante tanto dentro como fuera. No pensaba obligarle a hacerlo, pero eso ya era demasiado incluso para él. Estiró una mano y le cogió del brazo, estirando de él para tirarlo encima la cama. A través de las telas podía ver como el miembro del otro estaba erecto, igual que el suyo; cosa que hizo que sonriera ampliamente. Quizás a él no le mataría después del sexo.

- ... Quítate la ropa... voy a follarte...-

Su sangre bombeaba fuertemente de la excitación, de la emoción, de el roce con el otro y es que quería más, no una simple corrida como tenía con los esclavos comunes; a él quería hacerle gritar de placer, quería que le mordiera mientras lo hacían, quería sentir su calor rodeando su falo.

- Quítatela ya o voy a arrancártela... - parecía que iba a explotar, estaba sudando, con su sonrisa maníaca en la boca y jadeando con fuerza dando la sensación de un dragón antes de comerse a un ternero, pero su miembro seguía latiendo y necesitaba entrar en algún sitio caliente ya-.

Diemos apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando Axor apartó a un lado el esclavo que estaba muerto, todavía estaba extasiado con la sangre que manchaba sus labios y corría furiosamente por todo su organismo, con su pene despuntando, abultando entre sus ropas y con aquella sensación de ardor en todo su recto. Parpadeó, confuso, cuando el pirara lo tomó de un brazo y lo lanzó entre los cobertores, quedando boca arriba, sus cabellos se desparramaron entre las sedas, relucientes y serpeteantes.

Se quedó mirando a Axor y abrió más los ojos cuando escuchó lo que deseaba, no podía negarlo, también quería sexo pero una cosa era beber de pobre esclavo que estaba montando a Axor y otra muy distinta que fuera el mismo Axor quien lo poseyera. Además ya había visto lo que pasaba con todos los pobres desgraciados que tenía sexo con él; terminaban sin cabeza.

Jadeó, lo sabía, aquel hombre era como una mantis que se comía a sus amantes después de gozar de ellos y sin embargo era justo ése peligro, esa comunión de sexo y sangre la que a él mismo lo había excitado completamente.

Comenzó a retroceder por el colchón, su mano tembló cuando la llevó a la cadera y abrió levemente, dejando ver una larga pierna, el torneado muslo..luego dudó, notando que las mejillas le quemaban y sus labios se entreabrían. No recordaba si había estado con otro hombre antes..¿había unido su ser a otro varón? Pero de lo que estaba seguro es nunca se había acostado con un mortal.

Vio como el chupasangre iba retrocediendo en la cama y se abría levemente las ropas, dejando ver su blanquecina pierna. Se detuvo, mirándola lentamente. Su corazón latía con fuerza, sentía la sangre amontonarse en cierta parte de su cuerpo, y como la sangre bombeaba en ese falo, como si fuera un segundo corazón. Necesitaba darle ejercicio ya, o el dolor que sentiría luego por no haberse corrido sería enorme. Se arrastró como un gato por encima de la cama, aunque más que un gato parecía un puma acechando a su presa. Se puso encima del otro y llevó sus labios al cuello de este, mordiéndolo con fiereza. Necesitaba emoción, matar, desangrar, correrse y a Deimos. Su lengua acariciaba la piel del otro, mientras sus dientes de clavaban en el pelinegro, halando de ella como si quisiera arrancársela. Soltó aire por la nariz y abrió su boca para que la piel, ahora marcada con dientes, volviera a su sitio original.

- ...- una sonrisa algo extraña en él asomó en su rostro, dejando ver lo excitado que estaba, por lo que llevó su cabeza a la oreja de Deimos- Tráeme un esclavo que pueda soportar hasta que me corra...

De verdad quería correrse, y solo con los movimientos de Deimos que hacía que los esclavos hicieran podía conseguirlo, al menos esa noche, en que necesitaba mucha acción. La arteria de su cuello bombeaba con fuerza y sentía que necesitaba soltar líquido por algún sitio, así que si Deimos no hacía algo para solucionarlo se la clavaría sin importante nada más que su propio placer.

Deimos jadeó y cerró los ojos cuando aquellos blancos dientes se cerraron sobre su carne, arrancándole un quejido ronco, dioses, no lo entendía pero no podía evitar sentir placer cuando lo mordía de aquella forma, lo excitaba, lograba que su sexo se elevara y la punta del rosado glande se abriera como una flor tocada por los rayos del sol para exudar su néctar almizclado. Sintió que su sangre rugía, clamaba, turbulenta, oscura y pasional. Había sentido que todo su ser se tensaba como la cuerda de un arco cuando lo vio avanzar en su dirección, elegante, mortífero y peligroso.

Frunció el ceño cuando escuchó su orden, él no era su chico de los recados, sus ojos rosados se posaron sobre aquella vena que palpitaba que estaba pidiendo la atención de sus colmillos. Él no iba a buscar a nadie de momento, su mano se disparó y le tomó el sexo a Axor con habilidad, notando su tamaño y su grosor, no tenía nada que envidiar a un minotauro. Comenzó a repasarlo con la mano muy deprisa, repasándolo de arriba abajo, estaba totalmente empapado en sangre y líquido preseminal.

-No lo necesitas..-susurró y sus labios buscaron su cuello, hundió los colmillos en su aorta y comenzó a beber. Se tumbó hacia atrás, dejando que el cuerpo de Axor cubriera el suyo por completo, su otro brazo rodeaba el cuello del pirata, metiendo los largos dedos entre sus cabellos.

Cuando sintió la mano del otro en su falo no pudo hacer más que soreír, y a la vez apretar las manos contra la cama, toda la sangre de su miembro parecía hervir con el contacto de Deimos y sentía que cada vez se iba haciendo más grande si eso era posible, y la dureza que había perdido volvía a llegar en menos de lo que tardaba en subir y bajar la mano; aunque lo que le volvió loco fue ese mordisco, su sangre frisaba para salir de su cuerpo, mientras su miembro vibraba para entrar en el del otro. Dejó un brazo que le sirviera de apoyo mientras Deimos le chupaba la sangre, para llevar la mano al trasero del chupasangre, apretando sus nalgas entre sus dedos, con fuerza, mientras su boca se abría para clavar sus pientes en el hombro del esclavo.

- ngh...- su cuerpo entero se había convulsionado, pues los dedos de Deimos habían rozado su glande, que con la sangre del otro, ya empezaba a soltar líquido preseminal- ... Traeme un esclavo... - le ordenó mordiéndole un poco más fuerte- Quiero meterla...

A pesar de la orden del capitán, sus dedos empezaron a descender, posándolse en la entrada del chupasangre, metiendo el dedo corazón sin preparación alguna y empezando a moverlo rápidamente, necesitaba un agujero, aunque tuviera que abusar de uno de sus mejores tripulantes para ello.

Su sangre bombeaba con rapidez debido a su excitación, parecía que una sola corriente de sangre circulara entre los dos y el calor, el sudos y los jadeos iban en aumento mientras se oía un murmullo proviniente de la habitación de al lado, donde los esclavos estaban haciendo cola para entrar mientras con sus pequeñas manos se preparaban el ano y se masturbaban, excitados por lo que les iba a pasar.