En completa tranquilidad

Se despertó de buena mañana y se vistió lentamente mientras se arreglaba el pelo con los dedos y se limpiaba la cara con agua. Había tenido pesadillas otra vez y eso le empezaba a hacer mella en su cansancio. Bajó las escaleras lentamente y llegó a la cocina, donde simplemente tomó entre sus manos un poco de pan y se dirigió a la puerta trasera, sacándo la llave colgada de su pecho y hundiéndola en el agujero de la puerta para abrirla, dejando ver su pequeño lugar de estudio de planos y, al final de la habitación, otra puerta que daba al pequeño embalse lleno de animales marinos heridos que recogía en su playa cuando bajaba a relajarse.

Cortó un trozo de pan con las manos y movió los dedos para reducirlo a trozos diminutos que podían comerse los peces y tortugas que ahí habían. Después de alimentarlos volvió a pasar por su estudio y cerró la puerta con llave, quedando en la cocina para prepararse algo para desayunar. Tenía hambre pero tampoco iba a comerse un pollo por la mañana, así que únicamente se dedicó a rebuscar dentro de unos cajones de piedra, que guardaban los alimentos medianamente fríos durante un día o algo por el estilo. Cuando decidió que iba a comer, un estruendo le hizo soltar el pescado que había cogido envuelto en tela y le hizo girarse algo aturdido por el golpe, viendo a alguien conocido que reclamaba sus servicios a voz en alto.

Aurus estaba en el umbral de la puerta, su rostro mostraba manchones de hollín y raspones, su brazo derecho estaba sostenido por una rudimentaria tira de tela que lo apretaba contra su pecho, su pareo estaba hecho jirones y sus sandalias cubiertas de negro. Había tenido un mal encuentro en alta mar, de hecho, había reconocido el navío enseguida por su loco capitán le había gritado amenazas descabelladas e insultos desde la proa mientras agitaba su temible espada, incluso Anfitrión había palidecido y eso que era un rudo marinero, pero más blanco se puso cuando Aurus se subió al mástil y le devolvió los saludos entre los cuales estaban; "hijo de perra leprosa. Zorra castrada" y más cosas, al final desde el barco del pirata partieron unas bolas de fuego, una casi mata a Aurus.

Emprendieron la huida, por suerte, Orión era más rápido que Calypso y escaparon pero dañados, la proa de su hermoso navío estaba quemada y quebradiza por el lado izquierdo. Cuando llegaron a puerto, Aurus ni siquiera se paró a ir al médico o descansar, enseguida se encaminó hacia casa de zaq.

-Orión..bola de fuego..pirata salvaje-jadeaba con cansancio y luego sus ojos dorados se posaron algo nublados sobre zaq, de repente dio unos pasos vacilantes, sin su elegancia habitual y se le echó encima.

Vió como el esclavista, normalmente elegante y aseado, estaba contra el umbral de la puerta con el brazo pegado al cuerpo con tela y lleno de heridas, en definitiva, hecho polvo. Su mirada seria de siempre se destensó un poco, aunque aún fría, y vio como Aurus de acercaba vacilante. Quiso tirar para atrás para apartarse de su camino, pero fue demasiado tarde, pues Aurus se le había echado encima con todo su peso muerto.

- Agh... - estaba haciendo fuerza con una de las piernas hacia atrás y la otra medio doblada para sostenerle, sino era muy capaz de aplastarlo- Aurus... levanta...- su pierna derecha que era la que estaba hacia atrás iba cediendo poco a poco al peso del otro, mientras seguía haciendo fuerza para contrarrestar su peso-.

Había dicho algo de fuego y un pirata loco; normalmente Aurus tenía sus disputas con piratas, pero con bolas de fuego nunca le habían atacado. Quería ir a ver como estaba el Orión, pero ahora tenía otro problema mucho más pesado sobre sus hombros.

- Aurus... ngh... no... aguan-- - no pudo terminar su frase, pues la pierna cedió al peso del otro y cayó al suelo con Aurus encima; debía estar muy mal- ... tsk... - hizo fuerza para salir de allí abajo y se fue a cerrar la puerta; no era bueno para la reputación de ninguno que vieran esa situación-.

Y ahora se le planteaba un dilema, pues si así estaba Aurus no quería ni saber como estaba Orión, e iría corriendo, pero tampoco podía dejarle así. Frunció el ceño mosqueado por no poder ir a ver el Orión y cerró la puerta con llave, yendo donde el otro estaba y arrodillándose, para tomarle el brazo y pasárselo alrededor del cuello. Debía subir al piso superior, así que le quedaba mucho esfuerzo por hacer, ya que Aurus estaba que no podía con su alma.

...

Unos cuantos minutos más tarde llegó al piso de arriba, donde estaba su habitación, jadeando por el esfuerzo pero aún así siguiendo hasta dejar sentado al esclavista en su cama, a quien acompañó lentamente hasta tumbarse. Cigió una tela de ropa y la mojó en el cubo de agua que tenía en la habitación, dirigiéndose a él y mojándole las heridas que tenía, quitándole las sandalias y cubriéndole con otro trozo de tela. Debía avisar a Níobe, pero tampoco podía dejarlo en ese momento así, por lo que se mordió el labio inferior y arrastró un taburete de madera hasta la cama, para quedarse hasta que el otro al menos hubiera despertado del todo.

El pecho de Aurus subió y bajó despacio, se notaba que estaba agotado y había sufrido un enorme estrés, poco a poco, al cabo de media hora, sus parpados se fueron alzando a medida que era consciente de las atenciones de Zaq, ni siquiera se había percatado de que su cuerpo estaba exhausto, su primer pensamiento fuera para su nave herida en combate, ni siquiera se detuvo a meditar que él pudiera estar mal herido.

Inspiró y ladeó el rostro, los claros cabellos enmarcaron su rostro, sus orbes ambarinos se posaron sobre el rostro del constructor, abrió más los ojos e intentó sentarse con brusquedad, pero lanzó un gemido y cayó de nuevo hacía atrás, jadeando-Mierdaaa..-apretó los labios, el brazo le estaba doliendo pero no creía que estuviera roto, más bien es que le dolía cada uno de los músculos del cuerpo-Orión..Zaq..-murmuró.

Se preguntaba como es que el constructor no estaba ya allí reparando la nave y no lo había dejado morir en el suelo por haber traído al barco en semejantes condiciones.

Cuando vio que el otro recuperaba el conocimiento se levantó lentamente para luego pegarle un puñetazo en la mejilla. Había tenido media hora para visualizar lo que debía haber pasado, y estaba segurísimo que Aurus no se habría contenido delante de nadie solo para demostrar que él era el más fuerte. Se separó de él tras haberlo golpeado y le arrojó una manta encima el cuerpo para que se quedara allí. Quería gritarle, decirle que era un irresponsable, un crío, que no cuidaba ni de él ni de su navío, pero lo único que salió de él fue una mirada de menosprecio hacia el esclavista.

- ... - no sabía si contarle en las condiciones que estaba, pero a medida que lo pensaba se enfadaba más y más y solo conseguiría que le volviera a golpear una vez más- ¡Irresponsable! - le dijo definitivamente- ¡Independientemente que Orión esté hecho un asco tu podrías haber muerto! - estaba de los nervios, se apartó llevándose la mano a la cabeza y dando vueltas por la habitación- ¡No siempre tendrás tanta suerte Aurus! ¡Un día te matarán y no seré capaz de repararte!- quería darle a entender que Orión era un barco, y si no es que se encontraba en situaciones desastrosas y debían reconstruírlo del todo, siempre podrían repararlo, pero Aurus era humano, y a pesar que Zaq odiaba a quienes maltrataban las naves, también odiaba a los insensatos que hacían imbecilidades como Aurus; se fue hacia la pared y pegó un puñetazo contra esta, malhiriéndose la mano en la acción y quedándose con la cabeza agachada, mientras apretaba los dientes con impotencia-.

Aurus gimió de dolor con cada uno de los golpes, sin posibilidad de defenderse o devolverlos, sintió que la sangre se acumulaba dentro de su boca y la mejilla, la de siempre, se comenzaba a hinchar con rapidez, parecía que no podían terminar de otra forma que no fuera a golpes. Se quedó boca abajo sobre el lecho, jadeando, débil y encima con ganas de vomitar. Escuchó cada una de las palabras que pronunciaba Zaq, sabía que tenía razón, que era lo lógico y razonable, pero al tiempo no sabía como expresar que aquella era su vida, era lo que era y vivía como vivía no iba a pedir disculpas por ello a estas alturas.

Alzó la cabeza, notando que su corazón se aceleraba al escuchar sus palabras, inspiró y frunció el ceño, Zaq era tan impredecible como violente, podía cuidarlo un día entero para luego darse la satisfacción de darle un paliza por hacer un idiota de aquella forma. Vio como golpeaba la pared y se quedaba allí, inspirando con fuerza, era evidente que estaba encolerizado con él, harto de sus tonterías.

Con mucha dificultad se fue poniendo en pie, dejando caer la manta al suelo mientras se aproximaba al constructor, tentativamente alzó una mano y metió los dedos entre sus cabellos-supongo que esa es tu manera de decirme que te alegra que esté vivo..-susurró, intentó sonreír pero la mejilla hinchada se lo impidió. Inclinó el rostro, tratando de buscar su rostro, sus ojos-sí, soy un idiota, sí, un irresponsable..-sus labios se aproximaron, tímidamente y le rozó la sien-pero ya lo sabías antes de besarme aquella noche, Zaq.

Escuchó como el otro se levantaba y se aproximaba, estaba a punto de patearle para que volviera a la cama pero la impotencia era tal que se quedó así como estaba. Sintió como los dedos del otro se metían entre su pelo, haciendo que su piel se encendiera, tanto por el contacto como por la ira que estaba sintiendo en aquel momento. Encajó las palabras del otro como si fuera un cubo de agua fría, más cuando oyó las últimas en su sien abrió los ojos con fuerza y se levantó a una velocidad de vértigo, cogiendo a Aurus por la tela que le cogía el brazo y empotrándolo contra la pared.

- ¿¡Y QUIÉN TE DICE QUE ESTOY PREOCUPADO POR TI, IDIOTA!?- sus ojos brillaban más de lo normal cuando estaba enfadado, lo notó y le dejó ir girándose de espalda a este para cerrar los ojos y tranquilizarse un poco o sino quedaría bastante patético- Odio a quienes no cuidan de sus barcos, de su tripulación o de ellos mismos... - apretó el puño con fuerza y se dirigió a la ventana, donde veía en puerto- ¡Y sé que me dirás que eso es lo que hacéis los que vivís en el mar...! "pero yo nunca lo he sabido" Eso no justifica que me llegues con Orión de este modo "Tendré que estar esperando hasta que un día me den tu cuerpo en una bolsa" ¡NO PIENSO PERMITIR QUE VUELVAS A LLEGAR EN SEMEJANTES CONDICIONES! "no quiero esperar y ver como todos hacen su vida a la mar, y yo en puerto sin poder salir, solo sufriendo al ver como llegan las naves y como sus tripulantes van desapareciendo poco a poco..." ¡Y menos tu que sabes lo que te cuestan las reparaciones! "No quiero estar sufriendo por ti..." - apretó el labio inferior con sus dientes y se giró hacia Aurus, cogiéndolo de la mano y llevándolo a la cama para que se acostara- ¡Y ahora compórtate y espera a que avise a Níobe!

Aurus se deshizo de su agarre con debilidad, tenía el rostro congestionado, el ceño fruncido, estaba dolido y no sabía explicar el por qué, se sentía un niño pequeño al cual estuviera llamando la atención porque había cometido una imperdonable travesura, de otro hombre se hubiera reído de él pero que fuera Zaq quien lo estaba reprendiendo de esa forma, por primera vez en años lo molestó y sintió que una punzada en el pecho, su orgullo asomó y era lo único que lo mantenía en pie aunque todo le estuviera dando vueltas en torno suyo, se tambaleó.

-¡ASÍ QUE NO TE IMPORTO! ¡BIEN! PUES ENTONCES NO ME CUIDES-se comenzó a voltear para salir de allí aunque tuviera que arrastrarse para ello-¡SIEMPRE HE ESTADO SOLO Y SE CUIDARME SOLO!-se tambaleó-¡SI QUIERES QUE ORIÓN VENGA MEJOR, FORMA PARTE DE MI TRIPULACIÓN!-no vio por donde pisaba y se cayó por las escaleras, llegó al suelo y se quedó quieto, inspirando con fuerza, cerró los ojos y apoyó la mejilla sana contra el suelo, desmayado.

Apretó los dientes cuando oyó lo que el otro decía y aventó el brazo al viento mientras el otro hacía esfuerzos para irse, enfadado a más no poder. Al parecer ese imbécil no entendía nada. Apretó los ojos con rabia y los abrió para gritarle a los cuatro vientos que era un idiota sin cabeza.

- ¡IDIOTA! ¡ERES MI MAYOR CLIENTE! ¡A MI LA FUENTE DE MI DINERO ME IMPORTA Y MUCHO!- estaba tan enfadado que ya no pensaba ni en lo que decía, solo se gritaban el uno al otro para saber quien tendría razón en esa disputa sin rumbo- ¿¡PUES SABES QUÉ!? ¡QUIZÁS LO HAGA Y TE SAQUE DEL MANDO DE CAPITÁN! ¡PIRATA! - le gritó lo último como si odiara a los piratas y todo lo que ello comportara, las mentiras, robos, traiciones y demás-.

Fue entonces cuando vio que el otro caía por las escaleras y se desmayaba en su cocina. Resopló aún exhalando aire por su nariz como si fuera un toro intentando relajarse después de haberse molestado y cerró los ojos golpeando una vez más la pared por la rabia.

- Será idiota... - bajó las escaleras, no sin antes coger una manta y tirársela encima para medio taparle mientras salía corriendo a buscar a Níobe-.

Media hora después, regresaba aún molesto seguido de Níobe que pedía explicaciones por haberlo sacado tan rápido de su consulta.

Níobe seguía a Zaq con cierta dificultad por la arena, jadeando porque el constructor no había dado explicación alguna, solo le dio tiempo para que cogiera alguna de sus hierbas y emplastos para luego halar de él hacia su casa, el galeno lo había seguido, algo asustado por el rostro de Zaq, tenía el ceño fruncido y los ojos brillaban como si quisiera quemar Athenas entera.

Cuando penetraron en el hogar del constructor, todo se aclaró enseguida-ah..-se limitó a exclamar el médico cuando sus ojos se posaron en la figura que yacía en el suelo, era el esclavista con muy mal aspecto.

El galeno le pasó su bolsa de medicinas a Zaq, no era más alto ni más fuerte que Aurus pero seguro que podía cargar su cuerpo hasta el lecho del constructor. Se inclinó y lo alzó en voladas, la cabeza de Aurus cayó hacia atrás mientras sus manos y sus pies colgaban en el aire. El galeno comenzó a subir los escalones con esfuerzo, sus ojos se posaron sobre el brazo-espero que no esté roto-y luego sus grises orbes fueron a la mejilla del esclavista-se ha vuelto a meter en otra pelea, que pendenciero-lo llevó hasta la cama y lo depositó en ella con cuidado.


-Si quieres puedes ir a reparar Orión, yo me quedo con él-sabía lo importante que era su trabajo para Zaq.

Cuando el otro le recordó la mejilla de Aurus desvió la mirada. No había sido culpa de una lucha, pero el estado en que se encontraba sí lo era, así que tampoco tenía que sentirse culpable del todo. Frunció más el ceño cuando vio como lo llevaba, no quería sentirse culpable por como lo había tratado, así que no lo hizo. Cuando Níobe le dijo que podía irse a reparar Orión hizo una mueca, tenía que ir pero tampoco quería dejar a Aurus allí tirado, aunque estaba con el médico, así que seguramente todo estaría bien. Se acercó a Níobe y se puso a su lado un momento mientras se rascaba la nuca y miraba al techo.

- Cuando él despierte... que alguien me avise- mientras hablaba bajó la cabeza hasta mirar a Níobe- Estaré en el astillero- Cogió el martillo y unos tablones que tenía en la habitación sobrantes de la vez anterior, cuando iba a bajar se repensó lo que había dicho al doctor y se mordió el labio dándose media vuelta- nh.. No hace falta que me avise, solo cúrele- dicho esto se dio la vuelta y siguió bajando las escaleras hasta salir por la puerta-.

La noche cálida llegó hasta la ciudad de Athenas, cuando se puso el sol, todas las actividades cesaron en la ciudad, los ciudadanos y hasta los esclavos, se reunían para compartir la cena con su familia o amigos. Níobe suspiró y miró al hombre que estaba sentado frente a él, Aurus mostraba mucho mejor aspecto que por la mañana, lo sorprendía la rapidez con la que aquel hombre se negaba a quedarse dormido o inconsciente. Durante el tiempo que estuvo desfallecido pudo examinarlo a sus anchas, por suerte el brazo no estaba roto, quizás una fisura en el antebrazo que curaría estrechando la zona con un brazalete de cuero, tuvo que encajarle el hombro en su sitio, puesto que se había salido y lo vendó para que estuviera inmovilizado.

Lo desnudó y curó las heridas superficiales pero antes de eso, lo lavó con un trapo caliente y hierbas de menta mientras escuchaba como Aurus soltaba algunos quejidos de protesta que no ablandaron al galeno, tiró la túnica hecha jirones al suelo y colocó un retal de tela de lino blanco en torno a las estrechas y masculinas caderas. El esclavista despertó cuando el galeno aplicó un emplasto sobre la mejilla hinchada, Níobe le apartó la mano cuando intentó tocarse-quieto-ordenó con aquella voz firme y serena.

Cuando terminó se puso en pie, ya era muy tarde, pero se asombró cuando Aurus insistió en que lo ayudara a llegar a la cocina e intentó moverse. Níobe frunció el ceño, si se movía, solo conseguiría desencajarse el hombro de nuevo o desmayarse en algún lugar. Entonces optó por ser radical, Aurus gritó y pataleó pero no logró impedir que el médico atara su única mano sana y fiuerte a uno de los postes bajos de la cama.

-Ya Zaq te soltara cuando regrese.

-No sabes lo que dices-Aurus gimió cuando intentó sacar el brazo del cabestrillo, se rindió y lo dejó reposar donde estaba-suéltame, Níobe, suéltame. No..no te vayas..¡Maldición!-masculló al ver al médico irse. Estiró el cuello e intentó morder la correa de lana.

Se había pasado toda la tarde trabajando duramente en el Orión. Al final no había desayunado, pero tampoco comido ni almorzado, así que sus tripas empezaban a acarrearle problemas serios, pues no podía concentrarse del todo en su trabajo "Zaq come algo" "Zaq debes descansar después de ocho horas de trabajo" Zaq..." Todos intentaban disuadirlo de que siguiera trabajando, pero hacía caso ajeno a todas las voces, se dedicaba a arrancar los tablones quemados, aplicar aceites a los que solo estaban muy calientes, tratándolos siempre con esmero y cariño para que no se malmetieran más.

Llegaron las once de la noche más o menos y dejó de golpear un momento solo cuando uno de sus clavos se dobló. Necesitaba descansar, comer, dejar de trabajar. Suspiró pesadamente y se fregó las sienes, debía dejar ya de forzarse solo para no volver a casa y encontrarse con Aurus. Aún así, cogió el martillo y bajó del barco lentamente, dirigiéndose a su casa. Al llegar abrió la puerta lentamente sin hacer mucho ruido, yendo al cajón de piedra y sacando dos trozos grandes de carne, empezando a hacer la cena.

Al cabo de unos minutos cogió dos copas y una ámfora de vino con una mano y con la otra los platos con la carne, subiendo a la habitación y encontrándose con esta oscura.

- ... - dejó todo en el suelo y se dirigió a encender la luz de aceite encontrándose a Aurus atando y quedándose petrificado por aquella escena tan... inaudita-.

Aurus parpadeó cuando se prendió la luz, había escuchado los sonidos en el piso inferior y había esperado que fuera Zaq aunque la situación en la que se que encontraba fuera una de las ridículas de toda su vida. Sus ojos dorados se posaron sobre el constructor notando su agotamiento y al tiempo oliendo la comida que este portaba, su estómago rugió en alto y sus mejillas se colorearon no solo por aquel delator sonido sino por estar en la cama de Zaq, con una mano atada y con un ligero lienzo que lo cubría de cintura para abajo.

-Hola..-torció un poco el gesto, ya la mejilla no estaba hinchada, solo había una sombra oscura que cubría el emplasto blanco que el galeno había aplicado sobre su epidermis. Sus orbes ambarinos se posaron sobre las copas y el vino, sentía una sed enorme.

-¿Puedes soltarme?-tiró de su atadura, quien hubiera dicho que el maldito de Níobe sabía hacer nudos marineros como aquel-Níobe..bueno, se puso un poco maniático..ya sabes como son los galenos-lo miró de forma suplicante como un cachorrito abandonado, un gesto muy bien ensayado-andaaa Zaq..suéltame

No conocía a Níobe del todo, por lo que encontrarse con esa escena fue un poco chocante para él. Aún así, con esa luz ténue y teniéndolo así atado, tenía ganas de hacerle mil y una barbaridades para devolverle los maltratos de Orión. Miró como estaba el otro atado y desvió la mirada torciendo una pequeña sonrisa. Le hacía gracia verle así. Se arrodilló para coger los dos platos y puso uno encima la mesilla, que sería el suyo propio, mientras el otro lo tenía en sus piernas. Miró de reojo al esclavista y luego levantó una ceja mientras dejaba ver una sonrisa extraña.

Parecía tener sed, pues tenía los labios resecos y su lengua parecía áspera. Teniéndolo atado así no podría beber bien y acabaría dejándolo todo perdido de vino, así que soltó un suspiro mientras hacía una sonrisa de conformismo y se subió a la cama, dejando el plato a la mesilla de madera también.

Cogió la copa de vino y se llevó media a la boca, acercándose a Aurus con una rodilla en el colchón y la otra al aire, cogiéndole por la nuca y la espalda alta para medio levantarlo y juntar sus labios con los del esclavista, pasándole el jugo de uvas de boca a boca.

Aurus abrió los ojos por completo y sus dorados orbes parecieron atrapar la luz de la habitación en ellos porque relucieron. No había esperado aquel beso ni en mil años, de hecho creyó que Zaq seguía enfadado con él, por esa razón había intentado marcharse porque no quería que se encolerizara más todavía, sabía que llegaría de peor humor después de haber visto en que estado se encontraba Orión. Pero nada lo había preparado para lo que estaba sintiendo cuando el constructor lo volvió a besar de aquella forma pasional, casi salvaje, una corriente de fuego se extendió por todo su cuerpo, haciendo que se arqueara sin poder evitarlo.

Apretó los labios en torno a los de Zaq, entreabrió la boca y tragó el vino que pasaba desde la otra, sintió ganas de gemir por aquello le parecía terriblemente erótico, una gota escapó de la comisura de sus labios y rodó por su barbilla hasta el cuello, en contraste sobre su dorada piel el rojo líquido parecía negro. Cuando Zaq terminó de darle, se quedaron unos segundos más, besándose, de aquella forma que se reserva para un amante que no se ha visto en demasiado tiempo.

-Ah..Zaq-susurró cuando se separó para coger aire, lo miró a los ojos-¿me puedes dar la jarra entera de esa forma?-no le importaba que le diera todo así, beso tras beso. Estiró el cuello y rozó de nuevo sus labios con los suyos, tiernamente. Nunca creyó que volverían a besarse y lo había echado tanto de menos.

Siguió el beso casi inevitablemente, pues tampoco podía negar que ya tenía algo de ganas, y es que una vez encendida la vena de la pasión en Zaq era bastante difícil pararle, y menos cuando él no quería. Cuando oyó la petición del otro sonrío algo malévolamente y se separó un poco solo para mirarle soberbiamente. aún teniéndolo cogido en brazos.

- Los enfermos y los heridos... no pueden beber - se separó levemente sin dejarle de coger para alargar el brazo y coger un trozo de carne que ya había cortado en la cocina, mientras volvía donde estaba y miraba a Aurus- Pero nadie dijo que no pueden comer...- se puso la punta del trocito de carne entre los dientes, y acercó levemente la cara a la de Aurus, para que fuera comiéndola lentamente y sin atragantarse; suponía que así mantendría más rato la carne en su boca sin comerlo solo para mirarle-.

Llevó la mano que no tenía el brazo soportando el peso de Aurus a su mejilla, mientras le miraba fijamente teniendo sentimientos contradictorios. Quería matarle por la imprudencia que había cometido, pero a la vez estaba muy contento de que estuviera a salvo, y en su casa.

Aurus sonrió cuando escuchó sus palabras, percibía que Zaq no lo iba perdonar por haber hecho el idiota, lo sabía, pero parecía dispuesto a castigarlo de una forma que hasta ahora nadie había hecho con él. Le había azotado, puesto al sol, dejarle sin comida, le habían entregado a otro esclavo para que disfrutara de él mientras su amo miraba. Pero jamás había sido castigado tan placenteramente, estaba impresionado con el aura de sensualidad que proyectaba su compañero, solo había visto aquello una vez y fue aquella noche en que terminaron en el lecho, dándose placer el uno al otro, conociéndose íntimamente.

Aproximó los labios y cogió el trozo de carne comenzó a masticar, mirándolo a los ojos y los cerró cuando Zaq lo acarició, ladeó el rostro levemente, los cabellos claros como la miel rodaron sobre su frente y acariciaron su rostro, enmarcándolo, se acarició contra los dedos de Zaq como si fuera un gato necesitado de cariño, en su rostro se reflejó el placer que sentía porque el constructor lo estuviera tocando de esa forma.

Cuando el otro empezó a masticar sintió la tentación de besarle otra vez, pero estaba comiendo y no quería ahogarle con la comida y su lengua. Dejó que el otro se acariciara con sus ásperas manos de tanto trabajar mientras seguía mirándolo fijamente mientras comía. Esperó a que el otro se hubiera tragado el últimotrozo de carne para abordarle otra vez, besándolo posesivamente y con algo de fuerza, como si quisiera castigarlo así. Cuando se separó fue dejándolo lentamente encima la cama, que no era una de las más cómodas pero se dormía bien, para mirarle fijamente. Estaba hecho polvo, pero aún así haría que se arrepintiera de haber tratado así a Orión y a su propia vida. Se agachó para besarle lentamente el cuello, alternando suspiros y besos hasta que llegó al lugar que había entre los hombros y el cuello, al que mordió levemente mienras con su mano acariciaba su pecho.

- Yo sigo teniendo hambre... - dijo levantando la mirada y mirándole con esos ojos ahora llenos de algo parecido al hambre de un animal; aún así, bajó otra vez la cabeza, para dirigirse a su pecho, el cual besó justo en el sitio donde había el órgano que bombeaba sangre al cuerpo, y que ahora latía algo más rápido que antes-.

Siguió descendiendo hasta llegar a los pezones del esclavista, los cuales roció con su cálido aliento antes de morderlos con un poco de fuerza, para luego lamerlos con suavidad.

-Ahh..-Aurus gimió desfallecidamente cuando aquellos dientes se cerraron en torno a su pezón de tono oscuro, jadeó y sintió como esta se endurecía bajo el toque experto de la boca del constructor, sus abdominales se tensaron y ondularon como las cuerdas de un arpa tocadas por las manos talentosas del músico. Estaba sorprendido por aquel ataque, parecía que Zaq estaba tocando de nuevo todos sus puntos más sensibles. Entrecerró los ojos mirándolo, se estremeció levemente al escuchar su voz, un escalofrío recorrió toda su columna, ahora comenzaba a percibir el peligro pero sobretodo lo presintió en el momento en cual mordió su cuello de aquella forma tan, tan posesiva.

Tiró de su mano atada porque la otro estaba inútil del todo, con solo intentar moverla, le producía dolor. Inspiró, trataba de buscar las palabras en su mente aunque justo en ese momento solo tuviera ganas de gemir más sin poder resistir los estímulo que Zaq estaba provocando a todo su cuerpo.

-Suéltame..déjame tocarte-lo deseaba con todas sus fuerzas-Zaq..mmmm..-haló de nuevo-quiero tocarte..-emitió otro ronco quejido, sintiendo que la parte inferior de su cuerpo se estaba despertando rápidamente.

Sonrió levemente al oír al otro y abrió sus labios para dejar salir al pezón prisionero de ellos, arrastrándose por encima del cuerpo convulsionado del otro para llegar hasta sus labios, los que rozó con el dedo índice de la mano mirándole levemente. Era divertido y entretenido verlo así, ademas era un buen castigo para él. Le dió unos golpecitos en ese lugar lleno de sangre y le sonrió pícaro.

- Te estarás quieto... - le besó levemente en el cuello- y atado-.

Le volvió a sonreír otra vez, pero cambiando a una sonrisa más... seria. Bajó lentamente hasta su estómago, el cual besó con delicadeza, mientras una de las manos le acariciaba los costados. Tenía un olor salado, por el mar, y eso le gustaba. Siguió bajando mientras cerraba lentamente los ojos, hasta acariciar con la mejilla, como si se tratara de un gato la entrepierna del otro.

Notó que empezaba a estar erecto y abrió la boca, llevándose el tronco del falo del esclavista a la boca en horizontal, soltando su cálido aliento sobre este mientras movía la cabeza lateralmente, notando como la ropa que Níobe le había puesto se desplazaba con su cabeza.

Aurus jadeó, aquello era demasiado sensual para permanecer indiferente, con aquella boca que estaba posada sobre su miembro, con aquella lengua que estaba desplazando la tela que la leve prenda que la había coloca el galeno para cubrir su desnudez. Aquel beso que le dio había sido puro pecado y antes de poder hacerlo su prisionero, al menos con la boca, se había ido, aquellos ojos azules eran penetrante, intensos y estaba colmados de una energía que lo sorprendió, pensaba que el constructor estaría agotado tras un día entero de reparaciones pero al parecer no estaba dispuesto ni a soltarlo ni dejarlo dormir.

El esclavista emitió un leve quejido, su pecho subía y bajaba un poco más deprisa de lo habitual, ladeó el rostro y lo apoyó en el bíceps tensó por el agarra de la atadura del médico, desde el cobijo de la dorada carne sus ojos ambarinos se posaron en Zaq, tembló levemente cuando el lino blanco se abrió, dejando ver su pene turgente, oscuro, erguido entre los rizos claros de su entrepierna-ahh.mmm.-cerró los ojos unos instantes, mordiéndose los labios, se percataba que hoy no tenía la postura dominante, a menos de momento y se preguntaba que pensaba hacer Zaq con él, eso lo excitaba más todavía.

Abrió ligeramente las largas y torneadas piernas, uno de los tersos muslos se mostró, con aquel tono aureo, lustroso, tenso y sin apenas vello, solo alguno rubio. Los deditos de los pies se abrieron y se cerraron varias veces y volvió a tirar de su amarre, no había forma. Elevó sus masculinas caderas, meneando levemente su sexo arriba y abajo, éste se movió a penas de lo duro que estaba.

Vio como el otro hacia rebotar sus caderas y simplemente se tumbó a sus pies, llevando los dedos al miembro del otro, pero casi ni tan solo tocarle, solo como si fuera a aguantarlo, pero tampoco ese músculo lo necesitaba, pues estaba erecto del todo. Sacó su lengua lentamente, lamiendo desde la base del falo hasta la punta del glande, llegando a esa estrechez que llevaba del tronco al glande y volviendo a bajar. Le miraba fijamente, para que el otro se viera expuesto a su voluntad, mientras veía que cada vez más el pene se tensaba, si eso podía ser posible. Sonrió levemente y cerró los ojos, introduciéndose de golpe el miembro del otro en la boca, haciendo que tocara su garganta, pues se había levantado para que se insertara en su boca verticalmente. Después de esa primera intromisión lo sacó de su boca suavemente, dejando ver como un hilo de saliva unía sus labios con el falo del esclavista. Se llevó dos dedos a la boca y los lamió insistentemente, mientras mantenía una expresión serena y decidida, con los ojos cerrados. Cuando lo creyó conveniente los sacó de su cabidad bucal y volvió a insertar el miembro de Aurus en su boca, mientras esos dedos húmedos se disponían a entrar por la entrada trasera del rubio.

Primero tantearon un poco el sitio, que se abría y cerraba con rapidez, hasta que, en un momento que él mismo había decidido, volvió a hacer que el miembro del otro chocara contra su garganta mientras su lengua iba dando golpecitos en el glande, momento mismo en el que introdujo uno de los dos dedos en Aurus, que entró fácilmente dada su lubricación.

Aurus jadeó con fuerza, se escucho claramente que su respiración se tornaba más roca. Apretó los dientes cuando sintió aquella intrusión, creía haber delirado de placer cuando Zaq metió su pene dentro de la mojada boca, simulando un coito de forma perfecta, su glande estaba rosado, floreciendo bajo los labios que lo apresaba con facilidad y saboreaban el néctar del sexo de él, había gemido por aquella forma de chuparlo, su falo vibraba y estaba más que preparado para dar guerra, estimular o complacer a Zaq en lo que quisiera. Por eso se sobresaltó cuando aquellos dedos se coló entre las bronceadas nalgas.

Había sido muy pocas las veces que había sido sumiso cuando dejó de ser esclavo, solo con un amante muy particular y una noche de borrachera. Pero ahora era distinto, estaba siendo Zaq quien estaba realizando aquella exploración y parecía del todo decidido a hacerlo suyo. Cerró los ojos, buscaba relajase, no quería sentir dolor pero parecía que su cuerpo estaba más que preparado porque su recto se llenó de un calor avasallador cuando aquel dedo se abrió paso por él.

-Ah..-los parpados se alzaron, las pupilas estaban muy dilatadas, los labios temblaron-zaq..bésame mientras haces eso-pidió.

Dejó salir el falo de su boca, mientras lamía el tronco con la lengua en punta. Le miró y decidió hacerle caso y dejando la mano en su sitio, y adelantándose hacia el esclavista, bajando levemente la cabeza para besarle lentamente, mientras sus dedos se movían gráciles y lentos dentro de Aurus. Él ya estaba preparado para entrarle cuando fuera, pero el otro necesitaba más tratamiento en esa zona, más contacto, más amplitud. Sacó el dedo y metió el segundo que seguía húmedo por la saliva, metiéndolo lentamente para luego empezar a moverlo cada vez más rápido. Se separó de sus labios lentamente, mirándole. Era una escena digna de retratar, verlo así atado, jadeando de ese modo y sintiendo el calor de su cuerpo en sus dedos.

Sin poderlo soportar le volvió a besar, cogiéndole la nuca con la mano libre para que no se separara, haciéndolo un beso salvaje, apasionado, donde su lengua se movía a toda velocidad por la cabidad bucal del esclavista, acariciándole la lengua, succionándola y toqueteándola con la suya propia, para luego separarse y lamerle suavemente los labios, en el mismo momento que dejaba los dedos dentro de Aurus y los abría allí dentro, haciendo el símbolo de una tijera.

- ... - le miraba fijamente mientras sus dedos no paraban dentro de él, sintiendo cada vez más caor en ellos-.