Casa de Naru

Abrió la puerta, una puerta de madera y bastante más grande que algunas de las casas que había a sus lados con una fachada completamente blanca y pura, bastante bien pintada. Nada más abrir la puerta asomo la cabeza casi como con miedo, inspeccionando con la mirada haber si se encontrba a su padre, o madre, o al menos que pudiera oir sus voces para reconocerlos, pero no se escucho absolutamente nada.
-¿hola? ¿Mamá? ¿Papá? ¿hay alguien ahí?-preguntó a la vez que avanzaba con paso lento e indeciso

Tenía suerte de que la plaza estuviera cerca de su casa, ya que los nobles como el vivian cerca.
Al ver que no obtuvo respuesta andó y dejo pasar a Allen.
-no hay nadie...pronto volveran.

Durante todo el camino, el ángel había permanecido silente, dedicándose tan solo a seguir al rubio sin siquiera abrir la boca. Un silencio incómodo, sin duda. Lo vio abrir la puerta mientras observaba el interior de la casa; una casa digna de la nobleza. Interesante... ¿Así que su protegido era parte de una familia con alcurnia?.
-Bonito hogar. -Susurró con calma, entrando como si nada a la vivienda, con las manos en los bolsillos y observando todo a su al rededor sin perderse ni un mísero detalle. Caminaba lenta y tranquilamente como si los padres del menor no fueran a volver nunca, y se dirigía hacia las escaleras del lugar.

-¿Nuestro cuarto está arriba?- Cuestionó. ¿"Nuestro"? Vaya, sin duda aquel ángel era bastante confianzudo. Pero eso no tenía importancia, después de todo la confianza era lo más importante en aquel momento. Sin ella, ¿Cómo podrían vivir juntos por el resto de la vida del rubio?

Asintió ante su pregunta y avanzó hacia las escaleras.

-si, pero te advierto que tampoco es muy bonita, me gustan las cosas sencillas-explicó con una sonrisa dulce y tierna a la vez que se dio tambien cuenta de que no se encontraban sus sirvientes, se habrían ido a hacer la compra o algo...

Sin previo aviso agarró a Allen de la mano y tiró de él como un niño en un parque de atracciones en el que quiere montarse a todo y quiere que vaya más rápido su madre.

-ne~~ ven!-pidió tirando de él-habrá que hacerte un hueco o algo para que puedas dormir antes de que vengan todos-concluyo manteniendo aquella inmensa sonrisa en su rostro mirándole con ojos divertidos y limpios.

Fue tomado de la mano, justo al momento en que sus orbes se abrían de lado a lado. Cuánto entusiasmo por parte del rubio... y pensar que sólo se estaban dirigiendo a una simple habitación. Pero bueno, mejor eso que que le dijera que no podía dormir con él o algo así.
-A mi también me gusta la simpleza. -Comento con calma, llendo a paso presuroso tras el menor.

-¿Un hueco? -Cuestionó susurrante mientras subía con torpeza las escaleras, tropezándose con los escalones a cada rato, ya que el menor no paraba de tirar de su mano y andar con rapidez. -Ni que fuera una mascota. -Bufó, tras una risa pequeña.
Finalmente, al llegar arriba, Allen observó a su al rededor una vez más, sin dejar de sorprenderse por lo bonita que era la casa. Lástima que no podría "pasear" por ella mientras estuviesen los adultos allí. Se encogió de hombros ante aquel pensamiento, y tras un suspiro, ya habiendo detenido su andar observó al humano.
-¿Crees que lleguen pronto?. -Murmuró esperando a que el contrario abriera la puerta.

Negó con la cabeza ante su pregunta sin dejar de guiarlo hasta su habtación.
-no, estaran tomando algo con los amigos, y volveran pronto-explicó andando por un monton de pasillos hasta llevarlo a una puerta que se asemejaba a las demas que se encontraban a ambos lados.

La señaló con la mano que tenía libre en aquel mment y lo miró sonriente.
-es aqui-indicó abriendo la puerta, avanzando y dejándolo entrar.

Era un habitación completamente blanca, tanto en paredes, sabanas, excepto en una estantería que tenía a un lado y lo que en sí llamaba más la atención un peluche de un zorrito sobre la cama.
-espero que te guste-dijó lanzándose a la cama cogiendo el peluche en brazos.

Vio como se dejaba caer en la cama, y una vez siendo soltado, se llevó las manos a los bolsillos nuevamente, entrando en el cuarto. Blanco por donde se lo miraba excepto en un par de detalles, tan claro todo que le hizo cerrar los ojos por un momento como para acostumbrarse a tanto esplendor. No era que el color le disgustase, pero extrañamente, prefería el negro y los lugares oscuros cosa que explicaba el estilo y color de sus vestimentas. Cosa bastante rara si se consideraba que era un ángel. Aún así estaba bien considerando que era la habitación de un niño que, para el pelinegro, era pequeño aún.
-Se ve acogedora. -Comentó con una pequeña sonrisa, adentrándose en el lugar y caminando hacia donde el jovencito, y sentandose al borde de la cama.

-¿En dónde crees que pueda esconderme? -Le preguntó calmado, volviendo a levantarse y caminando hasta el armario igual de blanco que todo. Se paró junto a este, como para medirse, y suspiró.
-No entraria aquí. -Bufó.

-mh...-puso cara pensativa y miró a su habitación hasta el último rincón, ningún sitio le parecía bueno para poder esconderlo y resopló ante esa idea. En el armario no cabía, y no lo iba a esconder detrás de las cortinas, evidentemente, además de que vestido de negro resaltaba en toda aquella habitación.

De repente se le apareció una idea y sonrió.
-quedate, en la habitación de invitados-señalo su izquierda-está aqui al lado y a no ser que venga alguien estarás ahí muy tranquilo-dijó sonriete y luego lo miró.
-¿quieres que te deje algo para ponerte? aunque negro no se si tengo algo, lo digo para que estes más cómodo-aclaró

Aquella no era una idea pésima... Sin embargo al ángel no le parecía demasiado buena tampoco; después de todo, tenía metido en la cabeza que no podia separarse de su humano y punto final, sin discuciones ni cambios de planes. Pero ahora, de repente se encontraba con que ni siquiera podría ver que no le pasara nada, pues estarían separados por una pared. Pero... ni modo, no había otra opción.
-Supongo que está bien. -Se encogió de hombros y resopló, llevandose una mano a la nuca y escuchando al menor. No había otra alternativa, a no ser que decidiera pintarse todo de blanco y pegarse contra la pared. Vaya, no poder hacerse "invisible" sí que era un problema.

-¿Tienes ropa de mi talla? -Cuestionó con una pequeña sonrisa, aún respaldándose en la pared. -Si encuentras algo te lo agradeseré; aunque si no, no importa, veré si compro algo luego. -Cierto... en el Olimpo había dejado toda su ropa; y no podía volver a buscarla.

-mhh....-esa era otra cuestión, no sabía si tnia de su talla,y las suyas seguramente le pararian estrechas ya que su cuerpo era bastante menos corpulento y alto que él suyo, y el de su padre...si, ese quizás sí. Se dirigió a la puerta con paso tranquilo pero con una sonrisa.
-tú, estate aqui, ahora volveré, no tardó nada-aseguró pero antes de eso se acerco al rostro del moreno y lo miró curioso
-una cosa antes que nada....¿por qué te pintas? eso sólo lo hacen las mujeres..-sonrió un poco de forma traviesa y juguetona ante aquella especie de burla cubierta con curiosidad.

¿Alguna vez has sentido una pedrada? Pues Allen sintió un pedradón ante aquella pregunta. ¿Mujeres? ¡¿Qué clase de pregunta era aquell?!.
-Oye, chico, puedo no ser un humano pero también tengo autoestima... La cual acabas de bajar de un tirón.
Susurró, llevándose una mano al cabello y echandose el flequillo hacia atrás, que no volvió a caer libremente sobre su frente. Se encogió de hombros y volvio a mirar al menor, bastante tranquilo, o al menos intentando aparentar estarlo.
-...Me pinto porque es parte de mi estilo. -Le dijo al fín, aunque aquella no era la respuesta correcta. Había pensado en decirle que se pintaba para resaltar sus ojos, pero.... aquello sí sonaría afeminado. Mejor era dejarlo así.

-Por cierto. ¿Porqué tienes una voz tan aguda? Eso es de mujeres.
¿Venganza? Muy posiblemente, aunque en verdad no pensaba que la voz del otro fuera así. Solo estaba devolviendole la incomodidad.

-¡um!-se sintió mal por ello, y desvió la mirada aunque sinceramente...el que se pintará los ojos ...le gustaba, no sabía pero a él le quedaba bien al moreno...quizás si lo hiciera Naru, parecería un payaso, un travesti o algo así... Pero después de ese golpe bajo no iba a decirselo que le gustaba como estaba. Se encogió como si le acabaran de atravesar, ¡¿ah?! ese era su ángel pues...¡vaya ángel! Podría entender las bromas, o sería mejor que Naru no las dijerá ya que como ahora podrían malinterpretarse.

Su rostró se tornó serio y se relamió los labios mientrás miraba al suelo.
-pues que sepas...que a ti te queda bien el pintarte los ojos..estas mas lindo..-dijó sin siquiera contestar a su pregunta-voy a por las cosas...espera..-dijó mientras volvía a avanzar hacia la puerta con paso ligero.

Esbozó una sonrisa ganadora cuando el menor bufó. Ah~ esas expresiones, esa manera en la que se encorvaba... Había sido, definitivamente, un golpe bajo bien dado. Su intención no era herirlo emocionalmente o bobadas así... No, solo quería divertirse un rato.
Pero pronto esa sonrisa desapareció, dando paso a una expresión de sorpresa, anonadado, mirándolo como si no entendiera lo que acababa de decir. ¿Lindo? ¿Quién le decía lindo a alguien que acababa de burlarse de él?. Se encogió de hombros, dejando de lado esos pensamientos y alcanzó a murmurar antes de que se marchara de la habitación.
-Gracias, tu tampoco estás mal. -Y caminó a sentarse en la cama. ¿El muchachito estaría avergonzado en ese mismo momento? Ah, que lástima que acababa de marcharse y no podía verlo si es que estaba sonrojado o algo así.

Se quedó sentado en la blanca cama, y se estiró para tomar el peluche que yacía sobre ésta. Un zorrito... Tocó el suave pelaje de éste y jugó un rato con la felposa cola, esperando a que el rubio regresara.

Al entrar se encontró como tenía en brazos a su peluche, SU peluche. Llevaba en las manos una túnica de color claro como un color grisaceo, el cual se lo lanzó a la cara, cubriéndole completamente el rostro, y sin darle tiempo a reaccionar le arrebató de las manos su preciado peluche mientras lo apretaba con fuerza contra él de una manera muy posesiva y territorial.

Le tenía bastante apegó ni su padre, ni su madre, ni las sirvientas podían tocarlo. Y no iba a dejar por muy ángel que fuera que lo hiciera así como así.
-no toques mi peluche...-ordenó-Primera regla.

Habría sido mejor que s elo dijera que haberlo asesinado con la mirada de aquella forma sin previo aviso e inesperadamente.
-sólo si yo te dejó-aclaró.

Antes de poder darse cuenta, su vista se nubló, siendo tan repentinamente sorprendido que casi llegó a decir "quién apagó la luz"... aunque no lo hizo porque la luz artificial no existía en aquella época (?). Se quitó la túnica del rostro y la puso a un costado, viendo con total tranquilidad al menor. ¿Quién, que no fuese un ángel, podía mantener la calma como lo hacía Allen? Y eso que él no era el más tranquilo de todos. No, en realidad era bastante cínico, mal pensado y grosero como para ser un ser celestial. Pero con su humano todo cambiaba, después de todo.

-Oh, ¿Hay reglas de convivencia?. -Cuestionó un tanto burlón, pero aún asi bastante serio, mirando al peluche y luego al joven. -Entonces, segunda regla: Nunca me lances cosas, que podrías arruinar mi peinado. -Y nuevamente, se hacía el bromista. Pero al menos con una broma podría quitarle esa mirada tan "maligna" al jovencito.

Se levantó con calma y, con total naturalidad comenzó a desvestirse allí mismo, quitándose primero el chaleco grisáceo y luego la camisa negra, frente al rubio y sin pudor alguno. Despues de todo, no consideraba malo que otros viesen su cuerpo.
-¿Luego me muestras en dónde puedo lavar mi ropa? -Le preguntó tranquilamente, comenzando a bajar la cremayera de su pantalón oscuro.

Sonrió ante aquella broma, también tendría que adaptarse a sus condiciones evidentemente, no iba a imponerse a él. Además , ¡ah! no podía enfadarse con él, en el fondo lo apreciaba mucho, aunque nose conocieran desde hace mucho tempo.
-valee~~ no te lanzaré más cosas....-dijó convencido mientrás dsvió la mirada pero no tardó mucho al ver que se empezaba a desnudar delante suya y en eso instintivamente agarro una camisa y le tapó como pudo.
-pero¡¿quieres dejar de hace cosas tan vergonzosas?! vete al baño o algo¡tapate!-dijó muy vergonzoso

-¿Eh? ¿Vergonzosas?. -Musitó. ¡Ah, cierto! Los humanos consideraban algo vergonzoso ver el cuerpo desnudo de otros... Se había olvidado, pues en el Olimpo las cosas no eran así. -No sé que le ven ustedes de malo... Todos tenemos lo mismo al fín y al cabo.

Se encogió de hombros y, así como estaba, se dirigió fuera del pasillo para continuar cambiándose, sin siquiera buscar el baño ya que tal vez se perdería en la casa o algo así. Había dejado la ropa que se había quitado sobre la cama, y fuera del pasillo se sacó los pantalones y demás para proceder a ponerse la túnica. Que horror... esa ropa no era de su estilo, y ahora el maquillaje ni siquiera quedaba bien en él. ¡A demás de que para rematar le quedaba corta!. Se ve que el padre del muchacho era bajito... después de todo se supone que aquella ropa debía quedar por debajo de las rodillas, pero a él, le quedaba como cinco dedos por encima.
Tras mirarse lo que pudo con una mueca de desagrado, entró a la habitación del menor con sus pantalones en las manos.
-¿Cómo pueden caminar con estas cosas? -Bufó, cerrando la puerta y adentrándose en el cuarto, sin poder evitar estirar hacia abajo con una mano la túnica ya que estaba incómodo y temía que el viento se la levantase y se le viera todo o algo así.- ...Tiene demasiada ventilación allá abajo.

Esperó sentnado y con el peluche entre brazos acariciándolo susurrando una canción viéndose lo terriblemente aburrdo que estaba. Hasta que entró y expresó una sonrisa traviesa, dejando el peluche sobre la cama, levantándose yendo apor él hasta colocarse en frente suya manteniendo aquella sonrisa.

-ah...te para corta...-protestó agarrándo los extremos e intentando que le cubriera más sin éxito-eres de cuerpo díficil...-pero con un sonrojo claramnete visible le guiñó un ojo-pero sigues resultando adorable...


Tras escuchar lo último no pudo contener la risa.
-jajaja será que eres tú que no estás acostumbrado ya que has dbido estar siempre embutido en esos pantalones...-se le ocurrió una idea-¿puedo probarmelos?

No pudo evitar que un suave carmesí tiniera sus pálidas mejillas. ¿Adorable? ¿Cómo que adorable? Seguramente el menor se había equivocado de adjetivo, o él había oído mal... de seguro había querido decir "súper macho" (?)... o al menos "guapo". Pero no adorable.

-Me gustan los pantalones... son cálidos y no se levantan con el viento.
Bufó, cruzándose de brazos con un notable puchero, cuando entonces el menor preguntó lo último. Se encogió de hombros y, volviendo a luchar con la túnica, murmuró.
-Claro, si quieres.. Pero te quedarán demasiado largos.

Al escuchar su aprobación no tardó mucho en agarrarlos y colocarselos ágilmente tenía curiosidad en como el sentarian.
Evidentemente Allen tenía razón le paraban largos aunque en cierto modo no le quedaban del todo mal se miró a si mismo dando varias vueltas sobre si mismo buscando la manera de criticarse a auno mismo. Se sentia raro...como agobiado y angustiado se podría decir.

-¿qué tal me quedan?-preguntó examinándose con la mirada y exhibindo para el aquellos pantalones negros mientras se quitaba la túnica dejando con el pecho al descubierto recorriéndole un escalofrio erizándole todo el vello.

No pudo evitar... no, mejor dicho, ni siquiera se molestó en suprimir unas cuantas risillas burlonas cuando vio la manera en la que el niño comenzaba a dar vueltas vistiendo aquellos pantalones que le quedaban realmente largos. Caminó pronto a sentarse en la cama, cruzando las piernas para no sentirse tan incomodo. Sí que era dificil acostumbrarse a aquella ropa.
-Pareces un payaso. -Comentó libremente, después de todo, él lo veía así. -Y con tu cabello y tus ojos queda mucho mejor el blanco. -Agregó.

Se estiró un poco para llegar hasta donde él, y le picó con el dedo índice el medio del pecho, dando una pequeña y corta caricia con éste para sentir la piel del joven. ¡Se le había puesto de gallina! Volvió a reir, llevandose una mano al rostro y tapándoselo a medias. -Ya, quítatelos o les pegaras tu olor a humano. -Bromeó. -A demás te ves mucho más lindo con las túnicas.

Se molestó ante su opinión, no le sentaba bien, y ahora que se fijaba bien le resultaba menos cómodo que su típica túnica. Suspiró mientrás se bajaba la cremallera de los pantalones y cogia su túnica y se la colocaba deshaciendose completamente de los pantalones los cuales dobló y guardo en un cajón de su armario.

Y abrió otro sacando un plakon(owo es un pastelito de la Antigua Grecia *¬* hecho de harina de avena, queso blanco y mucha miel) y comenzó a comer felizmente ese , para él, delicioso pastelito endulzado y le ofreció acercándose bastante a Allen.

-¿quieres? ¡esta buenísimo!-con una sonrisa dulce y amable.

Bastó con olfatear dos o tres veces el aroma del pastel para que sus ojos se abrieran como platos. ¿Eso era miel? Oh, si, debía ser... Y dulce... mucho dulce. La boca se le hacía de agua, y sin siquiera molestarse en pensarlo dos veces, se inclinó hacia donde el rubio y de una mordida le quitó el pastelito de la mano, degustándolo como si tuviese apuro y tragándolo maravillado, sintiendo cada sabor, cada detalle. El pelinegro era bastante criticón en cuanto a alimentos y era casi un milagro que reaccionara así al probar uno.

-¡Qué delicia! -Exclamó, relamiendose los labios. Aquella cara de emoción y la sonrisa tan extensa en su rostro hacían que pareciera una persona completamente distinta; pero aquel dulce hacía que sonreir frente a otros valiera la pena, y mucho.
-¿Cómo se llama? Quiero aprender a cocinarlo. -Murmuró, casi como si hablara consigo mismo, comenzando a planear cosas para conseguir más, o para hacer los suyos propios.

Lo miró mal, era SU plakon, y ahora...estaba en el estómago de otro, con el hambre que tenía, ¡Dish! Maldita sea. Aunque se veía que le había gustado en cierto modo eso le hizó feliz y cambio su mrad a una más comprensiva.
-ne~~ veo que te gusta, es Plakon, las sirvientas lo hacen delicioso, pero como papá se entere de que lo he cogido se enfadará, los dulces solo pueden comerse cuando se celebra algo, aunqu yo ahora celebró tener un angelito, tan cutee~~-dijó abrazandolo de golpe como si fuera el peluche de zorrito que tenia o algo parecido, seguramente no le sentaría bien aquel cumplido pero era lo que realmente pensaba de él.

-luego si eso pidele la recetas a las sirvientas, soy muy amables-de repente lo miró pícaro-y guapaaas~~-dandole codazos indiscretos, repetidas veces y mandando directas muy, pero que muy directas.

Arqueó la ceja mientras se relamía los labios, sentado con las piernas cruzadas aún y ya sin sonreir como antes, ya que nunca mostraba felicidad por un tiempo muy prolongado.
-Plakon... -Repitió en voz baja, intentando memorizarlo. Que curioso, mientras más tiempo pasaba en el mundo de los humanos, más cosas nuevas aprendía. Siempre andaban inventando comida, instrumentos, accesorios... Suponía que esa era la "habilidad" de aquella raza; el crear innovaciones.
-Que cruel es tu padre. ¿Sólo en las celebraciones? Así no da gracia. -Se quejó por lo bajo. Él, personalmente, se volvería loco si no lo dejaran comer cosas deliciosas cuando quisiera... a pesar de que casi nunca se alimentaba, pero eso ya es otra historia.

Sintió entonces como lo codeaba y lo miró aún con la ceja arqueada.
-No podria pedirles la receta porque ni siquiera saben de mi existencia. -Replicó, poniendo un codo sobre sus piernas cruzadas, y recargando la mejilla en la mano de dicho brazo. -Y, deja de insinuar cosas raras... No me gustan las mujeres. -¿Para qué ocultarlo? Él creia que eran problemáticas y mucho más complicadas que los hombres, y no le apenaba decirlo en voz alta.

No era nada extraño en esa época el que unhombre prefiriera a otro hombre a una mujer, las mujeres como pareja simplemente eran para que les diera hijos, y ala vez que tenian una mujer casi siempre había un amante, por lo que ni se altero ni nada.
-okeyy~~ gomeeeen~~ simplemente era un broma, no debes tomartelo todo tan a pechoo~~-dijó de manera infantil mientrás suspiraba-y tranquilo, luego más tarde cuando vuelvan de la compra te las presentaré-aseguró asintiendo mientras hablaba.
-además aunque papá no deje yo como igual..estan demasiado deliciosos, y lo sabes-dijó con una sonrisa al recordar cual fue su reacción.