Posesión.

Con paso ligero y medido siguió a los sumos sacerdotes al Templo de Zeus, donde haría tomar posesión de su nuevo cargo tras la muerte del último sumo sacerdote a manos de un perverso demonio que había acabado con su vida. No encontraba la satisfacción de ocupar el puesto de un muerto, desafortunadamente había sido vendido para ello, por lo tal; se tragó su inconformismo y pasó un mechón de cabello por detrás de su oído; afianzando la gruesa y pesada capa sobre sus hombros que ahora ostentan ese nuevo cargo...

Entre flores, alimentos, música y otros festejos, "recibieron" la bendición de las deidades; más su malestar incrementaba, asqueado por comidas tan pesadas, negándose a la embriaguez del vino y permaneciendo pálido e inmóvil sobre el trono de oro cuajado en joyas donde le habían sentado, con una tiara de hojas de olivo bañadas en oro, la gruesa cadena de oro donde ostentaba el talismán de los dioses y brazaletes, anillos, pulseras y pendientes con mas piedras preciosas; sintiéndose como una ofrenda o un juguete que como una persona.

...Posteriormente, al finalizar de los rituales para los dioses, la despedida del último sacerdote y las ofrendas al nuevo puesto, se vio en completa soledad, encerrado en el templo del dios de dioses; pues incluso los sumos sacerdotes poseían sus habitaciones en dichos templos, y solo podían salir de los mismos a la salida del sol, debiendo regresar al atardecer. Por ello, ahora que había caído la noche, después de retirarse con fastidio los pesados ornamentos, dejó sobre su espalda la gruesa capa tal si fuese un cobertor por lo helados que resultaban los templos; y con la ligera túnica blanca y la cubierta purpúra que acostumbraban a usar los sacerdotes, más las incómodas chalinas de oro, se recargó sobre un templo, observando la majestuosidad de la noche.