La Uva Blanca

Las habitaciones de la taberna la Uva Blanca eran cálidas, olían a frutos secos y madera, límpias y poseían unas amplias ventanas desde las cuales se podían ver todo el mercado y la Acrópolis. Aurus había alquilado las del piso superior para poder instalarse cómodamente los dos días que iba a estar fuera del Oríon, poseía un dormitorio, un pequeño salón o habitación de visitas con divanes y un baño donde se había colocado una amplia tina a petición del esclavista.

A pesar de vender esclavos, no tenía ninguna bajo su servicio personal, muchos nobles contaban con varios para lavarlos, peinarlos y preparar sus ropas, pero Aurus prefería hacer todo esto por si mismo, después de todo, él había sido uno de los esclavos más codiciados de Tracia, había recibido distintos tipos de educación, sabía desde cortar el pelo, afeitar, dar masajes a recitar poesía y redactar cartas. Su antiguo amo quería que lo complaciera en todo.

Antes de subir los escalones a sus habitaciones, Aurus pidió al rechoncho y afable posaderos que subiera cubos de agua caliente para llenar la tina, el hombre asintió, ya los tenía preparado con antelación y mandó a unos de sus hijos para llenar el gran cubeta.

-Adelante-Aurus abrió la puerta y le cedió el paso a Zaq, cerró la puerta tras ellos y fue hasta el baño. Abrió uno de los arcones, la tina estaba llena de agua que humeaba ligeramente, extrajo una bolsita y varias botellas de aceites egipcios. Abrió el saquito y extrajo pétalos de rosa que lanzó a la superficie del agua para perfumarla y dispuso las esencias en el borde del gran bañera de madera.

-Zaq..-llamó mientras removía con la mano el agua-toma un baño mientras yo elijo nuestras ropas..-alzó la vista hacia él-¿te gusta lucir joyas?

Al entrar en la habitación se quedó a cuadros, viendo lo esplendorosa que ésta era, con sus grandes ventanales y su amplitud. Se desvió del camino para ir a ver las vistas que se veían desde esas aberturas en la pared y, por primera vez, pudo ver la belleza que ahí residía, pues desde su casita, al lado del puerto, no podía ver nada, de lo baja que estaba. Se quedó un momento mirando la acrópolis y luego cerró los ojos frunciendo levemente el ceño. Mejor no disfrutar mucho de ello pues estaría poco tiempo. Al rato oyó como Aurus le llamaba y abrió los ojos dejando las ventanas, yendo hacia donde se encontraba el otro. Al entrar en la otra estancia cerró levemente los ojos; con tanto vapor de agua caliente y el olor de las esencias se estaba empezando a marear, aún así se adelantó a encontrar a Aurus.

- No... no creo que me queden bien las joyas... - dijo mirándolo entre el vapor-.

Empezó a sacarse la camisa hecha de lino que llevaba sin mangas para dejarla en el suelo, al fin y al cabo, estaba sucia.

Aurus asintió y frunció levemente el ceño-yo tampoco creo que las necesites-Zaq ya era atractivo, cubrirlo de oro solo opacaría su belleza natural, era mejor así, varonil y apuesto, el resto sobraba. Terminó de remover el agua y se puso en pie, se inclinó para tomar la camisa del constructor y esperó que se sacara los pantalones, Zaq espero que se fuera, Aurus que se sacara los pantalones, se miraron fijamente durante varios minutos seguidos como dos machos de cobra real que intentan hipnotizarse el uno al otro.

El esclavista sonrió y se giró, dándole la espalda-mandaré que laven tus ropas-esperaba que se sacara ya los malditos pantalones de una vez. Él estaba muy acostumbrado a mostrar su cuerpo, la vergüenza o la timidez era un lastre del que aprendió a prescindir a edad muy temprana si no quería recibir muchos azotes.

-Yo me lavo más tarde-intuía que Zaq no querría bañarse con él, suponía que tendría miedo que lo atacara o lo tocara de esa forma “tan poco conveniente”-A menos que quieras que te frote la espalda.

Levantó la barbilla al oír semejante ofrecimiento y luego hizo una pequeña sonrisa, que escondió de inmediato, mostrando un semblante serio y frío. Había ganado en el duelo de miradas, y es que seguramente, estando en otra situación en que se trataran como humanos normales, y no como cliente y vendedor, Aurus no podría olvidar que él era quien arreglaba su navío, y, siendo humildes, el que ponía más tiempo y dedicación en hacerlo.

- Deberías tu ser mi esclavo por las horas que me paso arreglando a Orión... - dijo con un tono burlesco pero frío- aunque... prefiero el dinero - cuando detectó que el otro estaba a punto de salir por la puerta y por lo tanto, ya no podía verle entre tanto vapor, se sacó los pantalones y los arrojó donde creía que estaba el otro-.

Siempre se llevaban una especie de juego entre provocaciones verbales y amenazas monetarias, por lo que Zaq se tomaba eso como una especie de broma, al fin y al cabo se conocían desde hacía un tiempo, pero no lo suficiente para llamarlo "amigo" del todo. Era algo extraño.

Los pantalones atravesaron la neblina de vapor y se enrollaron en torno a la cara de Aurus con una puntería que lo dejó perplejo pero al tiempo le arrancó una risa alegra de sus labios. Alzó la mano y retiró la prenda mientras escucha las palabras de Zaq, guardó silencio unos largos segundos pero no perdió aquella sonrisa encantadora y sensual que era su escudo de armas-No podrías comprarme..-arqueó las cejas un poco y sintió de nuevo el peso de la gargantilla en su cuello bronceado-así que preferirías un barco a mi, me partes el corazón.

Se movió entre el vapor, escuchado el chapoteo que había Zaq al meterse en la tina-¿Qué harías conmigo si fuera tu esclavo?-inquirió en un súbito arrebato de curiosidad. Se sentó en un borde de la bañera, casi no lo veía y tampoco lo intentaba, volteó el rostro para posar sus ojos en la ventaba, divertido por el pudor del constructor, claro, ese mismo pudor lo había perdido hacía mucho y le costaba reconocer que otras personas sí lo sentían.

La vergüenza o la timidez no eran buenas consejeras para la supervivencia de un esclavo, ni eran útiles si pretendías hacer uso de tu belleza o inteligencia para manipular a otras personas. Para llegar a ser quien era había tenido que sacrificar muchas cosas por el camino, lo único que lamentaba es que no las echaba de menos.

Se fue metiendo en la bañera lentamente, sintiendo como ese agua caliente iba calentando su cuerpo. Fue sentándose lentamente hasta solo quedar su cabeza afuera, la cual hundió y volvió a sacar para tener el cabello mojado con ese aroma tan extraño. A pesar de que la bañera no estaba llena del todo, pues con sus piernas semidobladas se veían las rodillas y parte de la pierna, y medio torso contando los brazos que ya salían por fuera para garantizarle un apoyo para la cabeza, el agua le cubría bastante, y eso ya era de agradecer. Cerró los ojos y escuchó los comentarios del anterior, frunciendo el ceño intentándose imaginasr como sería tener a Aurus de esclavo... a lo cual negó con la cabeza bruscamente.

- Tolero tu contrabando, pero si alguien va a estar a mi lado, prefiero que lo haga por voluntad propia y con toda su libertad- dijo muy serio sin abrir los ojos- Pero... en ese supuesto caso, en el que pudiera comprarte, seguramente solo te pediría que estuvieras a mi lado, todo esto y nada más - al terminar bajó las manos para coger ese agua perfumada y tirársela por encima de su propia cabeza para así sentir como la piel que se iba volviendo tibia volvía a su estado natural dentro la tina-.

De pronto, por la misma curiosidad que el otro había preguntado, se le pasó un comentario por la cabeza y decidió soltarlo.

- ¿Y si yo te pidiera que me hicieras esclavo? ¿Qué ganaría?

Ahora fue Aurus el sorprendido, no había esperado ese tipo de pregunta ni en mil años y menos de aquel hombre que estaba a su lado, lo meditó con seriedad puesto que Zaq había inquirido sin atisbo de burla o broma alguna en su tono de voz. Le alcanzó una esponja hecha con cerdas y empapada de aceite para que se frotara el cuerpo y sacara toda la suciedad que se había acumulado en ésta por el intenso trabajo llevado a cabo en los astilleros.

Miró en torno suyo, estaban solos, nadie los escuchaba, quizás compartiendo una intimidad que no había tenido hasta ahora-Tú..-su tono fue suave profundo-nunca me he guardado un esclavo para mi-admitió, era extraño, pero nunca, nunca se reservaba nada de la mercancía y si tomaba un esclavo como amante luego le concedía la libertad y dinero para poder salir adelante por sus propios medios-Serías mío-no había hilaridad, era sincero-de nadie más, mío y yo a cambio de tu esclavitud, sería tuyo. Puede que me ganaras a mi, cosa que nadie ha conseguido hasta ahora-podían tener su cuerpo, su conversación, su compañía pero no su corazón-¿Sería suficiente para ti?-estaba de espaldas a él.

Tomaba la esponja entre sus manos, frotándosela por todo el cuerpo lentamente. La verdad es que era muy agradable hacerlo, pues hacía que ese color extraño y marrón saliera de su cuerpo, dejando ver su piel, un poco más blanquecina y limpia. Había vuelto a cerrar los ojos, pero cuando escuchó la declaración del otro se quedó mudo, abriéndolos y quedando la mirada fija donde se suponía que el otro estaba. Eso... no podía haber sido sino más que una broma del esclavista. Siempre andaban de broma y eso no sería menos... O quizás es que no lograba asimilar que...

- ... - se quedó en silencio unos instantes, no sabía qué hacer ni que responder; ¿qué debía suponer ser de uno o ser del otro? ¿Como esposo y esposa?; al pensar eso le vino a la cabeza una imagen que no había tenido jamás, cosa que le causó una fuerte reacción por todas partes, no, no debía dejarse tomar el pelo así, y menos con ese esclavista, que nunca sabía si decía la verdad o no-.

Se levantó levemente de la tina, debía salir de allí o ese cúmulo de imágenes sacadas de ningún sitio, pues él era un hombre amante de mujeres, y se volvería loco.

- ah... ja... no me tomes el pelo... tu... tu... ja... - y es que había logrado ponerle nervioso, eso ya era el sumum, sacó la primera pierna para salir de esa tina- yo...

Aurus se volteó cuando escuchó el chapoteo a sus espaldas y se encontró frente a frente a Zaq que estaba saliendo de la tina, escuchó aquellas palabras balbuceadas por una voz que acostumbraba a hacer escuchar de un lado a otro del puerto, sin vacilación ni debilidad. Estudió su rostro, sus dorados ojos se tornaron más intensos, casi inhumanos, pero luego el fuegos se fue aplacando. Alargó una mano y cogió una frazada de lino para ponerla al alcance del constructor.

Se imaginaba que la idea le producía terror o repulsión, puede que ambas cosas a la vez, después de todo él era un constructor de naves con muy buena reputación y él un esclavista que no era ciudadano, Aurus creía, firmemente que no estaba atado a tierra alguna, su mundo, su hogar, era Orión y esperaba que cuando la muerte viniera en su busca, fuera en el mar, donde nadie encontrara su cuerpo y sus huesos reposaran contra el lecho marino hasta hacerse polvo.

-Eres tú quien me toma el pelo-argumentó con tranquilidad-jamás serías mi esclavo por voluntad propia, ni dejarías que yo te tomara o que te hiciera mi prisionero-ladeó el hermoso rostro, los cabellos claros tocaron la morena epidermis-¿No es cierto?

- nh... claro, todo era una simple suposición porque yo no puedo ser esclavo, soy el mejor astillero de toda Atenas... - su nerviosismo, aunque intentaba ser escondido, se hacía patente al exagerar los hechos, pues nunca diría que era el mejor astillero de Atenas, era demasiado humilde para ello-.

Levantó la mano para alcanzar ese trozo de tela y se giró, envolviéndoselo por su cintura y ya de paso, respirando hondo, muy hondo. Necesitaba recuperar esa seriedad y ese voz firme que siempre tenía antes de volver a dirigirle la palabra a Aurus, que ya le había puesto en evidencia. Cuando consiguió que su ritmo sanguíneo desminuyera a más o menos su velocidad normal se volvió a girar para encararle. Esta vez, mirándolo lo más firme y fríamente posible.

- Nunca podrías capturarme, y en mi sano juicio no me haría esclavo, no tendría la misma libertad que ahora - le miró seriamente- No podrías... porque entonces te cobraría el triple de lo que te va a costar la reparación de Orion, ¿Y no quieres arruinarte, verdad? - sonrió vencedor, así al menos el otro aceptaría que no podía y no debería defenderse más, seguramente-.

Aurus no se movió, sus orbes de tono miel estaban más claros de lo normal, repasaron los atractivos rasgos de Zap, percatándose de su nerviosismos, nunca pensó que tuviera ese tipo de ingenuidad encantadora, sobre todo teniendo en cuenta que el constructor se movía entre hombre rudos todos los días, que estaba acostumbrado a escuchar todo tipo de grosería lujuriosas de los marineros cuando éstos hablaban de mujeres pero que cuando Aurus hacía un tipo de insinuación más sutil, sensual y delicada, lo desarmaba.

Se encogió ligeramente de hombros-quizás ésa sea la razón por la que no te he cortejado a pesar de que seas un hombre agraciado-meditó y luego, velozmente se irguió, alargó una mano y posó su mano sobre el pecho de Zaq, justo sobre el corazón, acarició la piel-¿no podría capturar tu corazón?-sonrió y luego comenzó a deslizar los dedos por los abdominales de zaq, muy despacio, siguiendo un rumbo muy definido-Hagamos una apuesta-lo provocó sin dejar de mover sus dedos, peligrosos, suaves-si logras que una mujer se fije en ti esta noche y consigue otra cita, yo pagaré el triple pero si no, si te rechazan..-detuvo la mano y le rodeó la cintura, atrayéndolo-me darás un beso..en la boca.

Se quedó mirándolo fijamente más cuando notó la mano del otro en su corazón tuvo que hacer un esfuerzo para no alterarse. Frunció más el ceño cerrando los ojos para que no le mirara a los ojos o le iba a ganar esa extraña pelea que se había formado. Escuchó cada una de las palabras que el otro decía, a medida que iba destensando las manos, aunque mantenía su cara para que el otro no notara nada. En todo lo que había dicho había un gran problema. Zaq adoraba las apuestas.

- ¡¡Acepto!! - dijo abriendo los ojos y mirándolo seriamente, aventando una mano y apretando el puño de la otra; quizás otra persona pensaría que había aceptado sin saber que aceptaba, y si así lo pensaban, estaban en lo cierto-.

Luego le miró fijamente y pensó en lo que el otro había dicho. Gustar a una mujer, eso... era bastante fácil, solo tenía que comportarse como un seductor y así lo conseguiría. No perdería la apuesta, detestaba perder.

La sonrisa de Aurus fue todavía más amplía, Zaq había picado el cebo, esperaba que la apuesta le diera la seguridad que parecía que le faltaba al constructor. No quería que durante la velada se comportara como una ovejilla asustada, ese era el papel de las mujeres, los hombres tenían que perseguirlas o por lo menos insistir para captar su atención y parecía que Zaq estaba dispuesto a ello.

-Así me gusta, odio a los cobardes-inclinó el rostro un poco más hacia adelante-espero que no pierdas porque no me conformaré con un leve roce de tus labios-se echó hacia atrás y se separó para comenzar a desnudarse, iba a aprovechar que el agua todavía estaba tibia.


-Tienes una túnica en la otra habitación, azul oscuro con ribetes plateados-creía que haría juego con sus ojos y sus cabellos. Dejó a un lado su pareo, mostrando la ancha espalda, larga, la estrechísima cintura, las nalgas cinceladas de tono cobrizo. Se fue metiendo en el agua con un tono de satisfacción profundo, era casi un ronroneo de gato.

Hizo una mueca con los labios, como si encogiera una parte del labio mientras fruncía más el ceño. Era como si le insultara que le dijera cobarde, porque Zaq podía ser lo que ellos quisieran, pero no un cobarde, ni un mentiroso. Cuando el otro se echó para atrás osó contestarle.

- Soy un hombre, y no un mentiroso, si pierdo no será un roce de labios - dijo muy serio, mientras el otro no esperaba para empezarse a desnudar y mostrarle su cuerpo así- tsk...

Salió tan rápido como pudo del baño, no por no verle, sino porque no le gustaba estar semidesnudo con un vapor amontonándose en su cuerpo. Al salir escuchó ese rugido que soltó el esclavista, haciendo una pequeña sonrisa para reírse de su reacción.

- hn... - se rió por debajo la nariz, y se dirigió a observar esa túnica, tan bien acabada, tan llamativa, y tan bonita; pero también tan desconocida-.

Aurus salió de la habitación de aseo al cabo de quince minutos, con una expresión de satisfacción en el rostro, al notarse tan limpio y libre del parte del cansancio del agotador día. Tenía una de las frazadas en torno a sus caderas, su piel emitía un agradable aroma y sus cabellos estaban mojados, se detuvo cuando vio que Zaq estaba sentado en uno de los divanes, no había tocado su túnica, de hecho la miraba como si fuera una especie de serpiente venenosa.

-¿No te has vestido?-el esclavista fue hasta él y sus dorados orbes se posaron sobre la maravillosa prenda y luego sobre el constructor, alzó las cejas, intrigado y divertido. ¿Era la primera vez que iba a lucir una?

Sus largos dedos la tomaron con delicadeza y se sentó al lado de Zaq-Mm..¿quieres que ayuda?-inquirió con calma.

Había estado mirando la prenda todo el rato, de hecho se la había intentado poner dos veces, pero es que no le gustaba como quedaba y tampoco sabía si así estaba bien puesta, por lo que optó quedarse examinándola desde uno de esos divanes que había en la sala. Tanto tiempo estuvo meditando que Aurus salió del aseo, y se acercó a él sin que se diera cuenta. Le ofrecía ayuda... Y a pesar de que era un tipo orgulloso, cuando no sabía de que se trataba prefería pedir ayuda a que se rieran de él.

- humn... creo que voy a necesitarla- dijo muy serio observando esa prenda de ropa tan fascinante y a la misma vez tan odiosa-.

La verdad es que sí que era su primera vez para ponerse algo tan llamativo como una túnica. Siempre había ido vestido con trapos que le pudieran servir para arreglar los navíos y verse vestido por la calle, por lo demás, los únicos que le veían en el puerto eran los hombres, y no tenía ningún interés en escuchar lo que opinaban sobre su forma de vestir. Soltó un suspiro y miró como el otro tomaba la túnica entre sus manos, levantándose lentamente para estar de pie y que el otro pudiera ayudarle en su tarea de vestirse.

Aurus asintió, cogió la prenda entre sus dedos, estudiándola, se situó a las espaldas de Zaq- Abre los brazos-se los tomó para que los alzara, suavemente, logrando que adoptara una postura en cruz. Cogió una parte de la túnica que era más larga que el resto, se utilizaba para sujetarla al torso, la tomó, primero la pasó por encima de uno de sus hombros, sus manos se movían con habilidad, la aplanó para que no se crearan arrugas, tapando el pectoral derecho y luego la giró para fuera por la cintura de Zaq, notando la suavidad de la piel bajo sus dedos, la punta que colgaba a la espalda fue sujeta.

El rostro del esclavista mostraba una expresión de concentración, centrándose en colocar cada pliegue de la túnica con corrección, luego tomó el resto, dejando que cayera en torno a las piernas de Zaq, permitiéndole movilidad pero sin ser demasiada holgada, resaltando la altura de Zaq y su cintura. Se aseguró que no la pisaba y luego se puso en pie, dando un paso hacia atrás para estudiar el resultado, sorprendido.

-Ah..estás perfecto-se le veía masculino y apuesto, como había esperado el color de la túnica resaltaba el color de los ojos de Zaq y su el tono de su piel. Se aproximó de nuevo, asegurando el agarre de la cintura-creo que perderé la apuesta, ya me he dado cuenta..-sus ojos seguían sus propios dedos mientras colocaba la seda-me parece que ese beso solo lo tendré en sueños-sonrió.

Estuvo quieto mientras el otro le colocaba la túnica. La verdad es que hasta le parecía divertido. Le gustaba el tacto suave de la túnica, que no era tan rudo como el de sus ropas habituales y además estaba el factor añadido que no era el mismo color de hueso roto de siempre, sino un azul bastante agradable. Cuando oyó el comentario levantó una ceja mirándolo incrédulo. Era extraño ver a Aurus declarándose perdedor. Esbozó una leve sonrisa retante y se cruzó de brazos, mirándolo con una chispa de picardía.

- Así que el gran Aurus Nicanos se rinde tan fácilmente... no tiene emoción hacer una apuesta contra ti... - dijo bajando la cabeza y negando con esta- Me has defraudado Aurus... - dijo mirándolo desde allí-.

Además de que le sorprendía esa forma de abandonar una apuesta, le sorprendía que tuviera tanta esperanza de que el otro ganara, lo contrario que él, que no tenía demasiadas esperanzas, habiendo vivido otros momentos similares y sabiendo como terminaban, la mujer por un lado y Zaq por el otro, ambos molestos.

Aurus se echo a reír por su evidente provocación, retrocedió varios pasos y se irguió-no me retiro de la apuesta-le corrigió, mirándolo, se acercó y fue hasta Zaq, le rodeó el cuello con sus largos brazos y apoyó su frente contra la del constructor, aprovechando su altura para que sus ojos dorados estuvieran en una posición de dominación, su aliento era dulce y perfumado-No te defraudaré y espero que mi premio merezca la pena-sus labios se acercaron a los del constructor pero no los tocó-¿quieres emoción? Esta noche la tendrás-sonrió.

Le agradaba que tuviera el valor de seguir con todo aquello adelante, hubiera esperado que Zaq retrocediera, que se limitara a hacerse un lado o tratarlo con indiferencia y frialdad pero estaba descubriendo que era encantado, incluso le mordía, no podía alejarse de él, siempre insistía aunque hubieran tenido una pelea hace dos minutos y no lamentaba tener tratos con él aunque todo el mundo dijere que Zaq era difícil, que no se entendía con las personas pero Aurus opinaba que no había personas imposibles, solo cosas imposibles. Los seres humanos tenían sus propias claves, sus propias llaves y abrir sus corazones.

Miró como el otro reía y le decía que no se iba a retirar. Perfecto, porque odiaba las apuestas en las que los apostantes se retiraban. Sonrió levemente, como si hubiera ganado y vio como el otro se acercaba rodeándole con el brazo y soltándole aquella frase, a lo que sonrió con el ceño fruncido y le señaló don el dedo en el pecho, picándolo una o dos veces mientras él le miraba también retante. Era imposible, cuando se trataba de ganar dinero era capaz de hacer lo que fuera, al menos hasta que construyera su nave y pudiera hacerse al mar, aunque ahora que lo pensaba, Orión era el que más se parecía a su futura embarcación.

- No te tomes tantas confianzas que aún no has ganado - dijo con esa sonrisa que seguramente perduraría toda la noche, consecuencia de la apuesta- Merecerá la pena aunque... no voy a perder - dijo finalmente-.

Creía que una llama de competitividad se le había encendido en el cuerpo, como cuando se encontraba con un barco bastante difícil de reparar. Seguramente parecía mentira, pero Aurus era de los pocos que lograba hacerle hablar más de un monosílabo borde y frío.

Aurus volvió a reír con fuerza y se separó-¿seguro que no quieres que te haga mi esclavo?-no esperó la repuesta, tomó una túnica de tono anaranjado que haría juego con sus dorados ojos y su bronceada epidermis. Parecía que constructor estaba muy decidido y él también estaba decidido, ahora se planteaba el dilema de si dejarlo tranquilo toda la noche o hacer trampas para conseguir ese beso. Le encantaba, bueno, puede que aquella noche tuviera más de una sorpresa, incluido para él.

Fue hasta otra habitación para vestirse con calma, la prenda realzó su figura, desde la calle se escuchó una llamada-¡Aurus Nicanos!-se asomó por ventana y vio a uno de los sirviente de Dimitri, el noble que lo había invitado a su mansión al lado del mar. Portaba una lámpara de aceite para iluminar el camino mientras lo guiaba, fue lo hubieran enviado para buscarlo en persona era todo un honor.

-Bajamos-Aurus abrió la puerta, sus cabellos se secarían con la brisa de la noche, fue hasta Zaq y lo tomó de una mano-Nos vamos-salieron por la puerta y bajaron las escaleras hasta llegar a la calle.

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