Los cielos se juntaran con el infierno....

Siempre vagaba, hacía mucho que no visitaba estos lugares, hacía mucho que no buscaba una víctima de la que alimentarse, parecía que se estaba tomando las cosas tan tranquilamente que no parecía ser su usual "yo"....
Por alguna extraña razón se sentía nostálgico, no es que ésta le fuera desconocida, pero unos días antes recordó cómo había sido su vida siendo un ser celestial, talvez el culpable de todo esto no era él mismo, sino Uriel...días antes se movía entre las sombras de la ciudad de Atenas, sólo por ver la vida de los que ahí estaban, contemplarla un poco, pero cierto momento llegó un susurro hasta sus oídos, era una voz que ya conocía, una voz que le resultaba horriblemente familiar, como si un conjunto de sus hermanos aún en gloria hubiesen pronunciado su nombre en cánticos celestiales y hubieran provocado en este ángel caído una revuelta de su espíritu, se trataba nada más y nada menos que Uriel, aquel que había sido tan apegado a él, aquel que era mucho más jóven que él, aquel al que había visto con compasión alguna vez, ese, ese le llamaba, claro, al demonio le parecía extraño que un antiguo hermano le llamase a pesar de haberse revelado, pero al mismo tiempo quizo tomarlo como una oportunidad... lo único que logró distinguir en aquel mar de voces divinas fue un "te veré en Olimpia"....

Aquí estaba, bajo las sombras, en espera de la aparición de aquel que lo había llamado, lo había invocado....

Me mostraba serio ante lo que había sucedido quizás, algún día…
Aquel amante fiel al que jamás ordene nada, al que quise más que a mi libertad…
Claro, todo quedo en un sueño, efímero…
Mi llegada fue grandiosa, como arcángel qué era aunque tampoco me consideraba como tal, pues mi mitad era oscura y la otra mitad era tan pura y casta como parte angelical.

Cuando llegue a aquel lugar en penumbra donde se ocultaba aquel tan apuesto y fornido demonio.
Mi sonrisa torno a una sonrisa malévola y nada más llegar, solo pude abrazarlo, como si no lo hubiera visto en una eternidad vagar por todas las partes, como retraído de lo sucedido hacia tiempo, ese tiempo que deje en el olvido.
Abracé su cuerpo, como si fuera el último día final, el día del Apocalipsis que tanto callaba Gabriel.

No pude evitar exhalar su olor, era un olor que me atraía, como si de un amante cautivo y preso nos tratásemos, aunque de sobra sabia que aquel demonio me odiaba más que a cualquier cosa en el mundo.
Mis haladas alas batieron una vez, eran blancas, pero con un color negruzco a finales, como si fuera un bonito cuadro pintado por esos estúpidos humanos creyentes…
No buscaba perdón, odiaba a Dios sobre toda las cosas… Solo volver al pasado con aquel hombre.
Aunque claro, no lo iba a tener fácil, pues, he de reconocer, que jamás le di mi pureza a nadie y menos a aquel.

-Ahhh mi querido Hakael.., extrañe su aroma… -

Susurre en su oído, aun cogiéndolo por el cuello en un mutuo abrazo.
Sinceramente y dentro de lo mas oscuro de mi como dije, oscuro, corazón… Aun había un hueco que pertenecía al demonio… Aunque claro, el tiempo no siempre cura las heridas..

-Hakael observó aquel resplandor que bajaba de los cielos, sin duda si los humanos lo vieran, sería un acontecimiento que serviría para reafirmar esa fe que él odiaba, que había rechazado por tener su libertad...sabía que Uriel lo encontraría en las sombras en las que este estaba y así fue, era como en el pasado, aquel lleno de sentimienos para con él, pero el demonio guardaba siempre su odio para el joven arcángel, cuando este lo rodeó por el cuello dejando su rostro cerca del suyo sintió aquel aroma a incienso.... Ese incienso que era lo único con lo que se deleitaba a pesar del uso que daban en los templos de adoración, aquel aroma que le embriagaba.

-Qué es lo que quieres....

Preguntó viendo a los ojos del otro, los suyos se veían algo grices por el resplandor divino de su hermano, tenía el semblante de los más inerte, como si no fuese capaz de demostrar sentimiento alguno, pero sí lo era, sólo que se había quedado con los que deseaba y no en exceso.....

-...me has invocado....y sabes el precio....

Susurró de manera que las palabras se dirigieran únicamente al joven, que no escaparan... A diferencia del chico, el demonio no dejaba ver sus alas negras pues no las necesitaba, aún...

-Sabes perfectamente lo que quiero... o a quien quiero, ¡vamos! No seas así de estúpido...-

Susurre en sus oídos, aun lo mantenía abrazado, pegado a mi piel.
Ya como si me importase algo del cielo, o del infierno.
Llegamos a un acuerdo cuando estuvimos los dos solos....
El simple hecho de volver a embriagarme en su piel de cadáver o en su cuerpo frío, no era capad de olvidar sus besos, sus caricias...

Quería irme lejos de aquel lugar, lejos, pero con el.
O si no podía.. Que la lluvia me ahogase para no tener que sufrir mucho si el se fuera o me dijera que no.
Realmente, esperé mucho tiempo para volver a verle. Extrañándolo..

-No sabes.. Cuanto te amo..-

Le mordí el lóbulo de la oreja derecha, seguido de una pequeña lamida traviesa en su cuello, apartando con mis finos dedos su cabello negro como cual carbón,

Hakael no dijo nada, únicamente tomó entre sus manos el rostro de Uriel y le besó con intensidad y entrega, el recuerdo de haber hablado parecía que no había sucedido, había pasado tanto tiempo desde que hablaron, por esta razón se sentía frío en sentimientos, pero el sólo hecho de verle nuevamente, sentirle contra su cuerpo y su aroma, ese aroma... le hizo revivir su deseo de estar con el jóven ángel.....


-Claro que sé... lo sé mejor que nadie...

Susurró bajando sus manos hasta llegar a la cadera de Uriel y así aferrarle con fuerza contra su cuerpo y haciendo que el ángel curvara su espalda hacia tras.....

Curve la espalda hacia atrás, posando mis manos en su duro y pálido pecho pulido por las ropas que ahora incordiaban por querer saciar mi sed en su perfecto y pecaminoso cuerpo.
Mis ojos quedaron fijos en los suyos, rojizos, como cual fuego ardiente.

-ahh… Hakael, marchémonos al mundo humano ambos juntos… Vivamos nuestra vida… O si se te hace más cómodo… Me uniré a las profundidades del infierno junto a ti-

Mi trasero quedo algo elevado pues yo también trataba de igualar su postura, intentando llegar a la misma altura que el, pero no era posible eso.
Mis ropajes se ciñeron a mi piel de manera sensual, haciéndolos mas transparentes de lo que eran a simple vista, exigentes con los roces de nuestros cuerpos.

Veía a los ojos de Uriel como nunca, dejando muchas cosas expuesas en esas orbes que reflejaban la luz como los vitrales...

-iré a donde tú desees...mi único deseo es estar contigo...

Susurró acercando su rostro al del ángel, era tal la luz de la puesta de sol, que los ojos del demonio se veían como un morado celeste mientras que, la brisa de la noche comenzaba a sentirse en el lugar, las alajas que llevaba Hakael en sus manos se juntaban haciendo música para el momento...
Al tener así de cerca su rostro, apoyó su frente en el cuello de Uriel, comenzaba a sentir la falta de energía, por no haberse alimentado hacía mucho, desde que ambos llegaron al consenso que hicieron; cuando hizo esto, sintió más su perfume, ese incienso que le tentaba, que le llenaba los pulmones en una forma tan epicúrea, que no hizo más que rozar con sus labios el cuello del arcángel en busca de más...
Su cuerpo titubeaba por ese cansancio que le reprimía físicamente, que incluso estaba dejando parte de su peso en el cuerpo de aquel sin haberlo notado...

Sus labios traviesos en mi piel me causo tal emoción y satisfacción que me vio obligado a tener que abrazarle con fuerza sus movimientos eran realmente provocativos y adictivos en mi piel.

Quería mas de el, quería mucho mas para que saciase su sed con mi cuerpo, conmigo. Ya que quería formar una pareja estable con el, lo menos era tenerle cerca de mi, así, y vivir junto a el en el reino de los humanos, el dia a dia con el, despertar con aquel al que amaba… Era tan hermoso que me fuera así de bien con Hakael, a pesar de que sabia que saciar su sed era bastante difícil pues era sexo y mas sexo y temía que el día que yo no estuviera el se saciase con otro cuerpo que no fuera el mío.

Quizás fue eso lo que me hizo parar en uno momento determinado que sentí sus labios por todo mi cuello por su extensión, por mi piel.

Entre despierto y vago de mente, sintió el estremecimiento de Uriel por lo que había hecho, suspiró un poco ya sin fuerza dejándose en los brazos del otro... Hakael se veía realmente patético pues, jamás había llegado a tal extremo de querer saciarse única y exclusivamente de este amante, de este ángel que siempre estuvo a su lado sin mediar nada...
Parecía como si dormitara en los brazos de Uriel, como si fuese tal el alivio que se veía como un gran muñeco de elegantes vestimentas y piel blanca como el papel en brazos de un niño, su dueño que, lo lleva a todos lados y no se desprende de este...

Me preocupo hasta el extremo en que lo tuve que sentar en el suelo, recostándolo en mis rodillas cariñosamente.
Mi mano derecha comenzó a alzarse para acariciar su suave y fria piel de porcelana, tan distinto era a mi, pero era lo que mas me hacia unirme a el, el que el amase sin reparos…
Comencé a abanicarle, pero el simple echo de que estuviera tieso como un muñeco me llego a preocupar mas de lo que creí.
Acerque incluso mi rostro al suyo, y le di un besito en los labios para ver si con amor despertaba…

Sintió todos los movimientos que hacía el ángel con su cuerpo, pero fue el beso que sintió en sus labios lo que le hizo abrir lentamente sus ojos, dejándole ver un iris de color naranja por el atardecer que comenzaba...tomó como pudo la mano que acariciaba su mejilla y la trajo hasta sus labios...
Hakael se veía tan pasivo así, parecía de verdad un muñeco, pero era por la falta de fuerza, no había comido en mucho...

-Uriel...

Dijo en un susurro tan suave entre la piel sus labios y empalme de la mano del chico...

Batí con lentitud mis alas, sacudiéndolas para poder incorporarme. Sabia exactamente lo que le pasaba pero tenia miedo a que me lastimase en el proceso de que el tomase esa energía mía, de mi cuerpo y mi virginidad, pero tampoco podía permitir que me pusiese los cuernos así, que tenia para elegir entre opciones, opte por la mas segura para ambos.
Poco a poco mis manos se fueron alejando de mi cuerpo para dejarse posar sobre el suyo, deslizándolas por su musculatura, por la tela que cubría su preciosa piel de terciopelo blanco, hasta desquitarla de mi tacto.

De alguna manera, le tumbe en el suelo para que yo pudiera elaborar su cuerpo y se recuperase, era curioso la forma en la que mi amado ángel caído tomaba su energía, tanto que me llamaba la atención y que si en estos siglos solo lo hizo así, debería de estar muy experimentado.
Suspire en un pequeño resoplo, inclinando mi cuerpo de manera que mis labios llegasen a rozar su pecho tan claro y frío que incluso me produjo un apequeña reacción de asombro, pero seguí besándole por el pecho, por su cuello y labios, he incluso bajaba por su abdomen.

Como si hubiese sido presa de perder la noción del tiempo, cuando abrió sus ojos, Uriel ya estaba sobre él, como pudo alzó su mano hasta el rostro del ángel, entreabrió un poco sus labios, como si fuera a decir algo, pero no salió sonido alguno de entre estos...
Le atrajo hasta su rostro lo más que pudo, así, rozó aquellos labios sin besarlos, parecía ser que el ángel caído sabía lo que su compañero haría, pero sabía bien que si se dejaba llevar o desquiciar en el proceso le lastimaría...

Acarició como pudo esa mejilla dejando sus ojos fijos en los de Uriel, dejando expuesta esa debilidad sólo para el ángel, esa inutilidad que tenía ahora que cualquiera podría apovechar para borrar su excistencia y mandarle al infierno.

No hizo nada pues no podía, en parte era ventajoso, así no saldría a luz esa bestia que estaba apaciguada dentro de esa blanca piel, aunque muy a su pesar tendría que dejar que el ángel hiciera todo porque este hace mucho se hubiera avalanzado sobre Uriel...

Sentía de manera inusual el roce de las manos de Uriel, como pudo alzó sus manos hasta la cadera de este y con un lento vaiven comenzó a hacer que la cadera de este siguiera un ritmo alo leve sobre sus caderas...

-d-déjate llevar...

Susurró algo bajo, si Uriel hacía el comienzo, Hakael podría ganar fuerza para continuar, acercó una de sus manos y tomó la del chico para ponerla en su entrepierna y quitar ese "morbo" que Uriel tenía, tanto, que hizo presión entre su mano y la de él para que le sintiera...

Alzó su vista al rotro de Uriel, vió aquel sonrojo que tenía...

-en verdad que eres muy inocente...

Susurró moviendo sus manos para tomar las del ángel y traer su rostro cerca del suyo, no es que le molestara, al contrario, sentía cierta lujuria por ello. Al tenerle así de cerca, rozó sus labios con los del chico...

- se siente bien, cierto?

Dijo, sabía bien pues le sentía, sabía que él estaba igual de excitado, con algo de lentitud deslizó su mano entre ambos cuerpos, hasta llegar ahí, donde Uriel sentía vegüenza, pero Hakael por falta de esta deslizó su mano sobre la entrepierna de Uriel con mucha insinuación, mantuvo el vaiven, mientras sus ojos no se despegaban de las reacciones de su acompañante

Su mano libre la usó para alzar el rostro del ángel frente al suyo, para ver ese placer que estaba sintiendo el chico, ese delicado vaiven que el demonio hacía con su otra mano... al menos escuchar esos gemidos comenzaban a darle fuerza, dejó sus labios contra los de Uriel, en un beso carnal pero con sentimientos, esos pocos que Hakael deseaba desechar ya para siempre, pero tener al ángel así, le hacía dudar....

-quédate conmigo....

Susurró con debilidad continuando ese movimiento de sus labios con los del ángel...

Aquello parecía ser un tipo trance necesario para que Uriel dejase su vergüenza de lado y se entregara al mayor de los placeres, entre sentires carnales, con travesura Hakael hizo que el ángel se moviera hasta dejar sus piernas a los lados de sus hombros, así, tener la entrepierna del chico a disposición suya, ya casi gritaba esta como por vida propia...

-deja que al menos comience....

Sururró de manera que ya su aliento infernal pudiera se sentido sobre el miembro de Uriel, con deseo el demonio dejó ver su lengua, una lengua más larga de lo usual, la deslizó lascivamente sobre ese miembro ya erecto del ángel y en un movimiento, lo introdujo en su boca, sin previo aviso comenzó a mover su cabeza en un rápido vaiven... necesitaba ver su placer y sentir ese fluído humano que sabía los seres no terrenales tenían de igual forma, sabía que al menos así lograría tener las fuerzas suficientes para continuar el siguiente paso: que la virginidad de su amado fuera suya para la eternidad y de nadie más...