Orión se hunde

Le alcanzó y empezó a andar a su lado. La verdad es que ese día había sido agobiante, y si no disfrutara un poco, seguro que se desmayaría antes de pasar dos horas. Al llegar a su lado puso una cara seria, aunque apareció un leve sonrojo en su cara. También le daba vergüenza ir a fiestas, pues nunca había acudido a ninguna y temía hacer el ridículo. Se cruzó de brazos y abrió un ojo, mirándole de reojo.

- No voy a pasar la noche CONTIGO - remarcó el contigo, pues le parecía importante- ... ¿Dijiste chicas guapas... verdad? - desvió un poco la mirada, quizás si que necesitaba un poco de "diversión"- ... - deshizo su agarre de brazos y llevó uno a su propia cintura y el otro a su nuca, rascándose algo la cabeza y desviando la mirada algo avergonzado- nh... no te separes mucho de mí... - dijo en voz baja- ... No quiero hacer el ridículo...

Aurus sonrió, encantado, seguro que si hubiera una recompensa por haber logrado que Zaq abandonara por unas horas un trabajo a medio terminar, él sería el ganador. Asintió con la cabeza, los cabellos claros se movieron en torno a su rostro, adhiriéndose a las mejillas ligeramente empapadas en sudor-Sí, mujeres hermosas-de eso no le cabía duda alguna.

Estaba seguro que la fama de Zaq le abriría un par de puerta y se lograba que no ladrara a ningunas de las chicas que se le acercara hasta era posible que hiciera varias conquistas durante la noche.

Pasó la bandeja a la otra mano, sosteniéndola y lo cogió de la muñeca, llevándole hacia la cabaña del constructor-pero no puedes venir así. Hueles a sudor y esas ropas son de trabajo-esperaba que al menos tuviera otro tipo de túnica o prendas que no hubieran sido utilizadas para trabajar en los astilleros-porque tienes túnicas de fiesta..¿verdad?-se detuvo, frunció el ceño y se volteó para mirarlo fijamente, notando aquel rubor, que la pareció fuera lugar en un hombre adulto, ¿tan inexperto era?, se mordió los labios para no hacerle algunas de sus famosas preguntas fuera de lugar, no quería que se echara atrás-¿verdad?-ahora que lo pensaba, siempre lo veía igual, mientras que él cambiaba de ropa más rápido de lo que cambiaba el viento.

Estaba andando al lado de Aurus cuando le preguntó algo tan... normal y avergonzante para él. Evidentemente que no tenía ¿Cómo tener otra ropa si lo único que hacía era ir de casa al puerto o astillero y de ahí a casa? Le arrancó la mano del agarre y se cruzó de brazos, cerrando los ojos y frunciendo el ceño, y todo eso mientras volteaba su cuerpo hacia otra dirección.

- No sé porque debería tenerlas si lo único que hago es dedicarme a los barcos, y para ellos la apariencia no importa, solo las manos - mientras decía eso le miraba de reojo con el ojo que había abierto, algo avergonzado por aceptar que no, que no tenía ropas, y que las que llevaba eran las únicas que tenía, aunque sí las lavaba, solo entonces se ponía una tela por encima mal puesta que apenas le cubría el cuerpo, aunque no era molesto, pues podía lavarlas en el estanque que había en su casa y nadie le veía-.

De pronto, por tanta presión por parte del otro y la vergüenza asquerosa que estaba sintiendo, pues él nunca se comportaba de este modo y era frío como el hielo, se dió la vuelta hacia el astillero y empezó a andar hacia allí. Eso era, él vivía para y por el astillero, no sabía que había hecho haciéndole caso a ese esclavista tacaño.

- Tsk... me vuelvo a trabajar...

Aurus se quedó clavado en su sitio, solo unos instantes y luego corrió tras él, le rodeó la cintura con el brazo libre, mientras todos los recipientes de cerámica se bamboleaban sobre la bandeja, el jarra del vino volcó y se regó por unos de sus hombros hasta las caderas pero el esclavista no le prestó demasiada atención al incidente porque estaba más preocupado en impedir que Zaq se revolviera y lo lanzara al suelo de un puñetazo.

-Espera. Espera..-jadeó, notó que tenía el talle tan estrecho que lo podía abarcar con facilidad, intentó no tener ni un solo pensamiento perverso o sexual. “Céntrate, estúpido”-¿me harías el honor de llevar una de las mías? Tengo muchas, ya sabes que soy un presumido-su tono era suave, como si quisiera calmar a un animal salvaje para que no mordiera-¿te parece?..-estrechó los dorados ojos e inclinó la cabeza para intentar ver su expresión.

Esperaba que cediera aunque con Zaq nunca podía estar seguro de como iba a reaccionar los diez segundos siguientes ni como iba a reaccionar él mismo.

Su caminata hacia el astillero se vio interrumpida por un agarre del cual era físicamente imposible de escaparse. A pesar de que el vino cayera por encima del otro, también se pegó a sus túnicas, dejándolas moradas y haciendo salir de él un mal humor terrorífico, pues eran las únicas ropas que tenía, y encima se habían adherido a su piel; quedaría con olor a vino toda la semana. Se volteó encima de si mismo y le miró con el ceño fruncido, los dientes apretados y su puño preparado para golpearle.

- ... Fastidiaste mis ropas... - dijo mirándole un poco desde abajo, pues era algo más bajo que él; cerró los ojos aguantando el no matarle allí en medio de la calle y suspiró, aunque aún con los dientes machacándose entre ellos- ... está bien... - dijo con un tic en la ceja aguantando no patearle- solo déjame, no tolero que nadie me toque así - dijo cogiendo la mano del otro y sacándolo de su cintura-.

Esperó la reacción del otro, pues sin que el otro se moviera, no podía moverse, y tampoco sabía del todo donde vivía Aurus, así que debería guiarlo.

El esclavista bajo la mano y retrocedió, mirándolo, era curioso que cometiera error tras error con Zaq, al parecer cuando solo hablaban de barco era cuando podían entenderse, sus ojos dorados se posaron sobre las manchas de la prenda de Zaq, incluso en aquella suave penumbra podía distinguir los morados en las prendas pero podía lavarse esa misma noche mientras le prestaba algo de su ropa. Había sentido de forma perfecta como tensaba todo el cuerpo, notando la rigidez, dispuesto a golpearlo y él a esquivarlo, un puñetazo por mes era más que suficiente, gracias.

-Yo vivo en el Orión-no tenía casa propia en Atenas ni en ningún sitio, su hogar era su barco-he alquilado unas habitaciones en la taberna la Uva blanca-había tenido que trasladar casi todas sus cosas allí, tampoco eran muchas, sus ropas, algo de oro, pergaminos y algunas armas.

Bajó la bandeja para tomarla entre sus brazos y comenzó a caminar sin mirar hacia atrás, a paso calmado, su figura se movía con gracilidad, incluso parecía más liviano de lo normal, su pie se flexionaba de forma extraña cuando pisaba. Se preguntaba, ahora, si todo aquella era una buena idea pero ya no podía echarse atrás sin que Zaq lo odiara para siempre o peor le cobrara el triple.

La declaración de que vivía en el Orión le sorprendió, pues a pesar de que su barco era enorme, ni él mismo, por ahora, vivía en un barco, aunque no le pareció extraño del todo, pues Aurus iba siempre de un lado a otro, trasladando esclavos de un puerto a otro, y solo se detenía en Atenas para que él le arreglara los desperfectos que causaba en Orión por sus estupideces. Suspiró y relajó la cara; últimamente le hacía hasta daño de tanto que se molestaba con todos, y si no fuera porque estaba seguro de que no era, diría que le faltaba algo bueno en su vida para dejar de fruncir todo el día el ceño. Negó con la cabeza, sus barcos eran su tesoro, y eso era lo que le hacía feliz. Miró de reojo la mancha de vino que se había hecho; ahora con el frío, esta en vez de tibia se volvía fría, y le causaba escalofríos por todo el cuerpo.

Fue andando tras de Aurus, doblando a una que otra esquina, dirigiéndose a esa taberna que había nombrado, la Uva blanca.

[Fin del tema]