Regresando

Se encontraba sentado en las puertas que permitían la entrada a los dioses, no quería entrar, no estaba seguro de eso, hacía ya mucho tiempo que no visitaba aquél lugar habitado por sus otros hermanos, veía tan lejos aquellos días en el vivía a lado de los demás dioses, recordó que se había retirado a su reino en los mares debido a las constantes peleas por poder entre sus amados hermanos.

Le dolía en el alma ver a los suyo pelear por poder que al final no les traería nada de felicidad, muchos pudieron decirle "cobarde" por huir de las peleas... y tal vez tenía la razón pero a él eso no le importaba, seguía firme en su decisión de evitar los conflictos con las personas que tanto amaba.

Soltó un suspiro y se puso de pie, acomodo sus largos cabellos negros detrás de sus orejas y se acomodo la toga, quería verse presentable ante sus hermanos, en especial para el más poderoso de ellos, nunca lo dijo debido a su timidez pero admiraba al Dios Zeus, era tan fuerte y sabio.

Sacudió su cabeza con suavidad mientras cerraba sus ojos para olvidar esos pensamientos y concentrarse en entrar, agito su mano y las puertas se abrieron, dio unos cuantos pasos y miro el lugar.

Uno de sus pequeños Serafines le había informado sobre la presencia de cierto Dios en la entrada del Olimpo, Zeus al comienzo pareció tan perplejo que apenas podía creer que aquella visita fuera cierta, recordaba haber enviado con Gabriel un mensaje a su hermano que vivía en las profundas aguas del Egeo, pero realmente dudaba que hiciera caso a su llamado y fuera a verlo. Por lo tanto cuando le informaron que el gran Poseidón se encontraba de pie en la entrada su corazón dio un vuelco de felicidad inevitable. Apreciaba mucho a aquel pariente, un amor fraternal que el tiempo no apagaría jamás, pues buenos amigos habían sido en los tiempos en que la paz reinaba en la familia.

Dejó lo que hacía, y fue inmediatamente a su encuentro, bajando rápidamente las escalinatas del palacio y cruzando el jardín hasta llegar a las puertas doradas por las que el Dios de los mares acababa de cruzar. Estaba tan azorado que pensó que sus ojos lo engañaban, a pesar de tenerlo justo en frente, no podía caer en cuenta de que realmente estaba allí. Tantos años habían pasado sin verse, aquel encuentro lo hacía inmensamente feliz… Se acercó y sin más lo abrazó de forma cariñosa y fraternal.

-¡Poseidón! Que alegría tenerte aquí, tanto tiempo… ¡No puedo creer que realmente vinieras! Pasa… no te quedes en la entrada, ven –lo instó a que lo siguiera hacia la sala de estar, pues tenían muchas cosas que hablar. Aquel encuentro merecía un gran festejo, una reunión, un banquete. ¡Vino y comida para todos los Dioses y mortales porque su hermano había regresado! Hubiera sido maravilloso que aquello fuera eso, un simple encuentro para contarse las buenas nuevas, pasar algo de tiempo en mutua compañía, pero no sólo el cariño que le temía al amo de los mares era la razón por la que lo había llamado… temía que una nueva guerra se avecinaba, y necesitaba saber que podía contar con sus fuerzas esta vez.

Cuando vio a su hermano acercarse a él le dedico una sonrisa, al recibir ese abrazo tan afectuoso no pudo evitar ruborizarse, tímidamente correspondió a aquella tierna muestra de cariño, cuando Zeus se separó para hablarle lo miro a los ojos con cierta seriedad, sabía que su hermano estaba feliz de verle y ese sentimiento era correspondido pero también sabía de antemano que aquel mensaje recibido por uno de sus ángeles no era solo para tener un encuentro amistoso.

Soltó otro pequeño suspiro y entró en el lugar siguiendo a su hermano hasta la sala, llevaba su mano ligeramente doblada, su caminar era elegante y tranquilo, quería mostrar lo mejor de él a su amado hermano, cuando estuvieron en el lugar se sentó en un sillón, pasó su mano sobre toga para quitarle las arrugas que se formaron cerca de su vientre.

-Zeus...

Dijo con voz serena.

-He venido aquí por que me lo pediste... me encantaría creer que me llamaste solo para verme, pero ambos sabemos a la perfección que no es por ese motivo.

Lo miro paciente con una ligera sonrisa, aunque sin poder ocultar su preocupación.

Atravesaron juntos el amplio jardín, y luego los pasillos hasta llegar a la sala, donde ya había ordenado que sirvieran buena comida y bebida para el invitado. Un grupito de ángeles se ocupaba de esta labor mientras ellos se acomodaban en dos mullidos sillones en el final de la enorme mesa donde, durante los banquetes, cada Dios tenía su propio sitio. Tomó dos copas de vino que estaban allí cerca, le pasó una a su hermano y se quedó con la otra, apenas humedeciendo sus labios con el liquido rojizo, era muy temprano para beber, pero para Zeus ese vicio no tenía horarios.

Suspiró largamente ante el comentario de su hermano y regresó sus ojos azules a su esbelta figura, compartía aquel sentimiento de preocupación que leía en su expresión. Él era muy astuto, y debía imaginarse de que iría aquella visita. –Bebe, por favor, tenemos mucho sobre lo que conversar…-bebió otro pequeño sorbo y dejó la copa sobre la mesa mientras escuchaba como los ángeles se retiraban al terminar su trabajo.

-No estás desacertado, por desgracia, no son sólo mis deseos de verte, de que vuelvas a ocupar un sitio en esta mesa a mi lado, lo que me motivó a llamarte… –hizo una breve pausa, y sus dedos acariciaron la mullida tela del cojín sobre el que estaba sentado perdiéndose un instante en su mundo privado. Regresó la vista a Poseidón, y su rostro mostró una poco acostumbrada seriedad. – Hades planea algo, no se que, pero me temo que… una nueva guerra se avecina.

Se sentía tan incomodo con todos los lujos que su hermano arrimaba a él, era normal que en su reino, por más alto que fuese su rango no trataba a los habitantes como seres de menor rango, todos para él eran iguales para él, retiro suavemente la copa de vino no era de su agrado beber inclinando la cabeza agradeciendo su hospitalidad a cada uno de los ángeles que comenzaban a retirarse.

Escucho atento lo que le decían, solo afirmaba con la cabeza, era triste para él saber que otro de sus hermanos pensaba en una guerra solo por una inconformidad, mordió su labio inferior intentando contener sus lagrimas, pero era casi imposible, sus ojos se humedecieron, los apretó con fuerza para que el contrario no lo notara y carraspeo para evitar que su voz temblara.

-Esa estupida codicia.

Dijo molesto con voz fuerte, pero se cubrió la boca con ambas manos al darse cuenta de lo que dijo, avergonzado bajo la cabeza mirando sus piernas.

Podía notar su tristeza, con sólo mirarlo sabia como se sentía. Poseidón odiaba las batallas, que la sangre se demandara por pura vanidad, y no era el único, a Zeus tampoco le agradaba pelear sin una buena razón, y menos con su propia familia. Pero sabía que hades no el dejaría opción, aquello ya había ocurrido una vez, y todo indicaba que una nueva batalla se desataría en tiempos venideros. Estaba lejos de su deseo involucrar a Poseidón en aquello, pues no estaba directamente implicado, pero no podía dejarlo afuera del conflicto como ocurrió en el pasado, esta vez lo necesitaba.

Sonrió suavemente, no con alegría sino con resignación, coincidía con su afirmación, pero no había solución más que la batalla. –Llevas toda la razón, hermano. Pero sabes bien que no soy yo el codicioso. –Suspiró y bebió otro sorbo de vino para volver a dejar la copa sobre la mesa de madera lustrada- No deseo pelear con Hades, no son mis intenciones, pero sabes que él no comprende las palabras, no comparte nuestros ideales… ambiciona poder, y eso es lo que vendrá a buscar.

Estaba preocupado, y no podía ocultárselo, también lo embriagaba la tristeza de tener que luchar contra su propia familia, su amado hermano, pero las posibilidades se reducían y no iba a renunciar a su reinado por un capricho del Dios del inframundo. –Imagino que debe tener algún plan, ya una vez fracaso, y sabes como es, no se permitirá otro fracaso, esta vez debe tener muchas fuerzas oscuras de su lado….

Se llevó el cabello hacia atrás y apoyo la espalda en el respaldo de la silla, examino el semblante angustioso de Poseidón y colocó una mano en su hombro, dándole unas palmadas para que se tranquilizara un poco. –No lo logrará, estoy seguro de que si unimos fuerzas, podemos mantener el equilibrio de las cosas, pero… Poseidón, necesito saber que estas de mi lado.

Pareciera que su corazón iba a detenerse con los comentarios de Zeus no quería saber nada de Batallas pero tampoco quería ver a sus hermanos pelear, ¿qué podía hacer él?, estar a lado de Zeus era estar en contra de Hades, y retirarse de la batalla era estar en contra de los dos, ya había tomado esa decisión la ultima vez y no funciono como el quería, poco le importaba parecer un cobarde pero como su hermano lo decía, Hades se hacía más fuerte.

Sus labios se secaron y su respiración se agitaba incluso sudaba frió, sus ojos estaban clavados en la mesa cerró sus ojos y agito su cabeza provocando que su cabellera se agitara al ritmo del movimiento de la cabeza, no se sentía del todo bien pues su mente tenía varias trabas, no sabía que contestar.

-ah... no sé.

Pronunció confundido, tomó la copa de vino y la poso sobre sus labios humedeciéndolos con aquel embriagante liquido, se lo tomó de un trago ignorando por completo la elegancia que lo distinguía.

Respiró hondo y colocó las manos sobre las mejillas del otro, para lograr que fijara su mirada en él, como la mayoría del tiempo Zeus se veía tranquilo, con aquella expresión bondadosa y tierna que solía decorar su rostro. No importaba si hablaban de guerra y muerte, de lo difícil que sería batallar contra su propia familia, quería darle calma y seguridad a Poseidón y sabía que con sus ojos podía hacerlo comprender. Deslizó sus dedos pulgares por sus mejillas en una tierna caricia antes de volver a hablar, con aquella voz suave y musical que casi hipnotizaba.

-Cálmate, no tienes que ponerte así, no te obligaré a nada y lo sabes… sólo te convoque porque creo que debes estar al tanto de los tiempos que corren, para poder tomar la decisión que creas correcta…-le sonrió y depositó un beso un su frente amorosamente.

-No te reprocharé nada… sólo… piénsalo, ¿si? –lo soltó con tranquilidad y bebió lo último de vino que quedaba en su copa, se sentía un tanto frustrado, o mas bien, ligeramente deprimido. No quería torturar a su hermano de aquella forma, ponerlo tenso, angustiarlo, someterlo a pasar por aquello por esa guerra tan estúpida…¿Por qué hades no podía comprenderlo? Se volvió a apoyar en el respaldo de la silla y su mirada vagó por los jardines que podían verse desde el ventanal de la sala, todo era bello hermoso, perfecto a sus ojos…¿Qué pasaría con todas sus criaturas si Hades lograba su cometido? ¿En que iba a convertirse el monte olimpo? ¿Qué destino terrible y cruel sería el de todos los mortales?

Zeus odiaba la guerra, pero no dudaba en enfrentarse a su propio hermano si era para proteger a quienes amaban, si era por el bien de todo cuanto estaba bajo su protección. Con o sin ayuda de Poseidón aquello tenía que seguir su curso.

Posó ambas manos sobre su pecho, cerró sus ojos cuando sintió esas caricias por parte de su hermano, el verlo a los ojos le traía tanta calma pero en esos instantes su mente era ocupada por la decisión que debía tomar cuidando que fuera la adecuada, ese besó en su frente hizo que moderara su respiración, le dedico una sonrisa.

Al verlo mirar todo el paisaje, sabía a la perfección lo que estaba pensando, quiso ponerse en los zapatas de su hermano, ¿qué haría él si sus seres queridos estuvieran en peligro?, su hermano Hades era torpe, pero no lo culpaba, después de todo era cegado por el poder.

Bajo sus manos hasta sus piernas y apretó los puños provocando un sonido en la tela, soltó un largo suspiro, aquellos sonidos se escuchaban a la perfección pues el silencio ocupaba todo el lugar en esos instantes, sus labios temblaron, quería hablar pero pareciera que su voz fue robada.

-e...esta bien.

Dijo con voz temblorosa-

No iba a insistirle, ni a preguntarle de nuevo, le daría el tiempo que considerara necesario para tomar su decisión, y si aquella era (como la vez anterior) retirase a sus reinos marinos y abstenerse de involucrarse en aquella pelea lo respetaría, de la misma forma que aquella vez. No era su batalla después de todo, no eran los suyos los que estaban en peligro, y aunque era su familia la que peleaba, no tenía porque meterse en una pelea que no inmiscuía directamente. Aunque algo le preocupaba, pero no se lo diría para que no sintiera presión, pero sospechaba que si Hades lograba tomar el Olimpo, el siguiente paso sería el reino de los mares. Poseidón tenía mucha menos vigilancia que él, detestaba la guerra y las batallas, y su reino era todo paz y armonía, si Hades quería tomarlo no le sería nada difícil, por eso seguramente lo dejaba para el final.


Cuando su hermano habló volvió su rostro a él, ligeramente sorprendido por esas palabras, pero absolutamente feliz de escucharlas tan pronto. Le sonrió y le besó ambas mejillas antes de estrecharlo en un fuerte abrazo. –Gracias, me alegra inmensamente saber que puedo contar contigo, es un verdadero alivio que estés a mi lado en un momento como este. -Las cosas, con Poseidón de su parte, cambiaban considerablemente a su favor. Lo soltó con suavidad y descanso una de sus manos en el hombro de su hermano, aquella mueca de felicidad no desaparecía de su rostro.

-¿Hasta cuando vas a quedarte? Sabes que eres un más que honorable invitado, puedes permanecer el tiempo que gustes –afirmó deseando que permaneciera allí algo más de tiempo, tan solo para disfrutar de su compañía, de sus charlas, y de largos paseos por los jardines. Ya no deseaba hablar de cosas tristes como la guerra, había tantas otras cosas de las que podían hablar.

Sintió ese abrazó y no pudo evitar ruborizarse por esa acción, posó sus manos sobre los fuertes hombros de su hermano, no quería separarlo pero aquel efusivo abrazo le impedía respirar, cuando hubo de separarse soltó un suspiro, miro la mano que descansaba sobre su hombro, movía sus labios para hablar pero la profunda voz del otro no se lo permitía, espero paciente a que se tranquilizara para poder hablar él, pues entendía a la perfección lo alegre que se encontraba su hermano por tenerle a su lado.

-Antes de contestar esa pregunta... te ayudaré hermano, pero no en todo la batalla solo entrare si las cosas se complican.

Ya no hablaba con timidez sino con mucha seriedad, quería que Zeus atendiera a sus palabras, esperaba que no se molestara con eso pero no podía quedarse callado eso, tomo las manos de su hermano y le miro con esos profundos ojos marinos esperando alguna respuesta de su parte.

Su expresión cambio un poco, y aunque intentó disimular su desilusión no estuvo muy seguro de poder lograrlo. No esperaba eso, pensó que estaría a su lado, que combatirían juntos, que le prestaría su fuerza y poder para detener a Hades, no que las cosas llegaran al límite y se pusieran peligrosas para que finalmente hiciera su entrada… Esta bien, era mejor que nada, y sabía que contaba con él como refuerzo si el asunto se salía de control, pero… de todos modos no era lo que quería. Suspiró y apartó su mano, descansadolas ahora ambas sobre sus piernas y regresó la vista al frente, acomodándose mejor en la silla.

Respetaría su dedición, no iba a forzarlo a meterse en sus problemas, después de todo… no lo podía obligar, y lo último que deseaba es que saliera herido, si creía que era lo mejor no cuestionaría aquella elección. –Esta bien… será como tu quieras-afirmó despacio, sin regresar a mirarlo pues no quería que notara el dolor en su mirada. ¿Quién más iba a poyarlo? si era uno de sus hermanos quien lo enfrentaba y el otro no quería involucrarse en el asunto a menos que fuera estrictamente necesario… Se sintió de repente inmensamente solo, como si nadie en realidad pudiera comprenderlo.

-Es mejor que ya no hablemos más de este asunto…-murmuró suavemente, sin ningún enfado o rencor en la voz, pues no le reprocharía nada en lo absoluto. –Haremos una fiesta, esta noche, en tu honor, para celebrar que has venido a visitarnos.

Al ver a su hermano sabía a la perfección que su decisión no le había alegrado por lo que bajo la mirada avergonzado pero era un decisión que para él era correcta y no cambiaría de idea por más que le molestara a su hermano respiraba tranquilo para no corromper el silenció que se había formado después de que Zeus hablara.

Afirmo con la cabeza al escuchar el siguiente comentario, se puso de pie y se acercó a su hermano, lo abrazó por el cuello y le besó la mejilla, mientras ocultaba su rostro detrás del cuello de su hermano, pudo sentir su tristeza y no quería dejarlo así, era sincero con sus sentimientos.

-No estas solo... siempre me tendrás a tu lado.

Dijo con voz suave sin apartarse ni un centímetro se quedaría ahí hasta que sintiera que su hermano estuviera mejor.