Disfrutando del bosque

Definitivamente ese era su lugar favorito en el mundo. Había pasado mucho tiempo en el olimpo, en la ruidosa ciudad de Atenas e incluso en el inframundo…pero ninguno de aquellos lugares que habían sido sus hogares se comparaba con ese bosque. Ninguno de aquellos sitios podía denominarlos “su hogar”, a pesar de que su estadía en todos había sido lo suficientemente prolongada como para ganarse tal nombramiento, no los sentía como un sitio al cual deseara pertenecer. Su sitio era allí entre la vegetación, los animales silvestres que se le acercaban sin temor para olisquearlo y jugar con él, en aquel paraje verde, donde las flores crecían por doquier y el agua se filtraba humedeciendo la tierra, allí mismo podía decir que pertenecía. Tal vez porque su madre lo dio a luz siendo ya un árbol, tal vez porque tenía aquella extraña facultad que le permitía comprender la voz de la naturaleza…

Sentado sobre el césped, a orillas de uno de los ríos que se desprendían del gran lago donde los Dioses solían bañarse, se encontraba sentado Adonis, disfrutando del aire fresco y la luz del sol de la tarde. Se sentía más acompañado que cuando estaba con otros dioses, rodeado de la viva naturaleza que lo hacía sentir en paz. Un gorrión pequeño se posó sobre su hombro y pió algo en su oído, haciéndolo sonreír apenas antes de que el pequeño volara de regreso a su nido. Afortunadamente sus obligaciones en el olimpo eran pocas, y siempre tenía tiempo de visitar a su amado bosque, ir a ver a su madre quien nunca le contestaba, pero siempre estaba allí para él… aquellas cosas simples lo hacían feliz.

Su tranquilidad fue interrumpida por el sonido de algunas ramitas crujir bajo los pasos de alguien, no logró identificar de que clase de ser se trataba, o si presentaba alguna amenaza para él o para la naturaleza a su alrededor. Por si acaso se mantuvo atento y volvió sus ojos hacia el sitio de donde el sonido había provenido, esperando ver quien paseaba por allí.

Era un día hermoso, el sol brollaba en lo alto, casi no había nubes y una suave brisa ondulaba los cabellos de Sora sin embargo hacia demasiado calor para su gusto.
Por suerte en su forma humana no lo sufría tanto como en la animal, y no importaba cuan hermoso podía ser, tener pelaje en verano solo era un tortura por lo cual se preguntaba como soportaban las criaturas que no podían cambiar de aspecto como él.
Era aquel motivo, el que a su parecer hacia un calor insoportable, que decidió ir al río a refrescarse, no era tan profundo como el lago, pero a diferencia de este último no era tan concurrido.
Camino con cautela atento atente los sonidos y olores a su alrededor, después de todo que sea de día o que fuese una criatura más del bosque no garantizaba su seguridad, pero conforme se acercaba al río un olor nuevo le llamaba la atención. No era un olor humano, o de algún animal o criatura era algo más, algo que olía de forma agradable, un aroma proa si decirla bondadosa.
No tardo mucho en divisar el ser de tal agradable olor, mirándolo curioso desde la distancia, oculto entra unos árboles; era un muchacho pero si de algo estaba seguro era que no era un humano… un ángel quizás? o algo más?
Su curiosidad le obligaba a acercarse pero opto por trasformarse en zorro, al ver que otros animales se acercaban a aquel muchacho, además si era un zorro y aquel ser tramaba algo, retomaría su forma y aprovecharía el susto para huir.
Así que así fue, cauteloso y a paso lento se le fue acercando, manteniendo sus afelpadas orejas en alerta mientras no podía evitar olisquear el aire debido al aroma de aquel ser.

Perdido en sus pensamientos se quito sin pensarlo las sandalias para poder meter los pies dentro del río, sintiendo el agua fresca acariciar su piel. Cerró los ojos relajándose por completo, el agua susurraba entre las rocas produciendo aquel sonido cantarino que llegaba como un murmullo claro hasta sus oídos. En eso sintió algo peludo y suave rozar una de sus manos, abrió los ojos y dirigió sus orbes celestes hacia el pequeño animal que se le había acercado, era un zorrito pequeño de pelaje claro que lo olisqueaba y frotaba su cabecita contra su palma. Le sonrió y acaricio detrás de sus orejas afelpadas para después sobar su hocico con cariño.

-Que bonito eres… No te había visto antes –le habló al animal, pues estaba más que acostumbrado a hablar con los seres que habitaban el bosque, conocía a muchos de ellos por no decir a la mayoría pero no a ese pequeño cariñoso y agradable. Tal vez era aún cachorro y hacia poco había salido de la protección de su madriguera. Siguió con las caricias ahora en el lomo pelirrojo del pequeño zorrito quien parecía estar a gusto.

-Soy Adonis, un placer-se presentó ante la criaturita que se le había acercado, como tantos otros, por iniciativa propia, su aroma solía atraerlos sin que se lo propusiera, pero no le molestaba, adoraba a aquellos seres carentes de maldad.

Se había dejado llevar por aquel aroma tan difícil de describir, un aroma que infundaba confianza por sobretodo, era dulce y muy agradable; y para cuando quiso darse cuenta gimoteaba de gusto por las acaricias del mayor.
Aquello fue bastante vergonzoso, y si no fuera porque su anatomía lo impedía en ese momento se lo vería sumamente sonrojado pero aun a si no se separo de él, las acaricias eran muy gratas y aquel aroma le tranquilizaba.
-yo soy Sora demo me gusta que me llamen fox…-
Respondió a la presentación del mayor aun sin intenciones de cambiar de forma, puesto si lo hacía aquellas agradables acaricias terminaran tan rápido como empezaron, si estaba siendo un poco egoísta por así decirlo pero no por ello era algo malo.
-soy nuevo en el bosque…-
Agrego mirándole con sus grandes orbes verdes, siendo que su afelpada cola no dejaba de mecerse de un lado a otro con energía; en un principio no pensaba que hablarle le sorprendiera después de todo no era muy raro encontrarse con un criatura que pudiera hacerlo y más que todo esperaba que aquellas acaricias no cesaran por el momento.

No se había dado cuenta de que aquel precioso zorrito de suave pelaje que ahora se hacia un ovillo en su regazo para que el no detuviera las caricias sobre su lomo era en realidad también un ser humano. Cuando habló no se sorprendió como cualquier otro lo hubiera hecho, pues Adonis estaba acostumbrado a que los animales respondieran a sus preguntas, era algo rutinario conversar con ellos de asuntos triviales e incluso ayudarlos si se le presentaba la posibilidad. Adoraba a todas las criaturas de ese bosque, y las conocía bien, por ese aquel pequeño le llamó la atención ya que era la primera vez que lo veía en la zona, pensó que tal vez se había alejado de su familia y estaba perdido.

-Sora, eres un zorrito precioso-lo elogio mientras deslizaba los dedos por su pelaje cariñosamente escuchando los sonidos suaves que se escapaban por su boca pequeña dándole a entender cuanto le gustaban aquellos mimos. -¿Nuevo por aquí? Con razón no te conocía, ¿estas a gusto?

Bajo la cabeza y se encontró con sus picaros y brillantes ojos verdes, y le dedicó una tranquila sonrisa, con los animales siempre resultaba mucho mas amistoso y desenvuelto que con los seres humanos, era completamente diferente que con otros Dioses que se mostraba mucho mas frío y distante. Aquellos seres eran tan puros, carentes de maldad, que tenían desde un inicio su plena confianza.

Se alegro que Adonis no se sorprendiera y aun más que las caricias nos e detuvieran mientras que entre aquellas gratas acaricias dio un pequeño bostezo, eso era lo único que odiaba de su forma animal puesto al ser un cachorro irremediablemente estaba ligado al metabolismo de estos, por lo que si aquellas acaricias no se detenía se quedaría dormido en poco tiempo, aunque bueno eso no era nada que le molestaba.
-hai… los dioses me trajeron al bosque hace unas semanas…-
Explico, siendo que esa frase se podía interpretar de muchas maneras, como la más común de pensar, que había nacido no hace mucho.
-y si… aunque es algo difícil vivir en el bosque me gusta mucho…-
Agrego dedicándole una mirada sumamente gentil, que en el caso de tener su forma humana estaría acompañada de una dulce sonrisa. Mientras los pequeños bostezos se hacían presentes con mayor regularidad, se acomodo mejor en el regazo ajeno preparándose para dormir si ese fuera el caso.
-adonis-sama que… criatura eres?...-
Cuestiono mirándole con curiosidad aunque ya con algo de sueño.
-porque no hueles a humano… hueles a…-
¿Cuál era su olor? Esa era la pregunta en cuestión, aquel aroma era tan difícil de describir que no encontraba los adjetivos necesarios para hacerlo puesto ¿qué tipo de aroma era una que generaba confianza, seguridad y bienestar?
-si la paz tuviera un aroma creo que seria como la tuya…-
Estaba satisfecho con esa descripción, cuando hay paz uno siente confianza, se siente seguro y se esta feliz, si definitivamente era una buena descripción, La esencia de Adonis era a paz.

Su sorpresa le dio cierta curiosidad, nunca pensó que podía tratarse de un híbrido o metamorfo, suponía que se trataba de un simple animalito, otro de los tantos que habitaban ese bosque lleno de vida. Por eso se sentía tan cómodo y relajado, hablando con él como lo hacia con las demás especies que normalmente le hacían compañía en sus largas tardes por el lugar. Siguió acariciándole la cabecita y las felpudas orejas, era realmente pequeño, debía ser aún un cachorro y era extrañó que estuviera lejos de su madre, y aún más que fueran los Dioses quienes lo habían llevado allí.

-¿Quién te trajo? ¿Dónde vivías antes? ¿Y tu madre? –sus preguntas sonaron con cierta preocupación, pues sospechaba que tal vez lo habían apartado de su progenitor a la fuerza, pues de otro modo le resultaba demasiado sospechoso. ¿Qué Dios podía hacer algo como eso? Su mente divagaba, pero no se le ocurría nada lógico. Regresó la vista que se había perdido en un punto en la nada mientras su rabia se disipaba al escuchar la chillona y suave vocecita del zorrito.

-Soy un Dios…vivo en el olimpo-respondió simplemente, era nuevo por allí, así que era lógico que no comprendería muchas cosas, se conocerían con el tiempo, y seguramente se convertiría en otro de sus amigos del bosque. Pero le preocupaba que siendo tan pequeño anduviera sólo por allí, después de todo no todas las criaturas que habitaban el bosque eran benevolentes, y muchas se alimentaban de pequeños mamíferos como Sora. Tenía que conseguir su comida sólo, protegerse, encontrar una madriguera calentita donde pasar las noches… ¿no era demasiado para un cachorrito?

-¿quien me trajo? no lo se pero debieron ser los dioses los que me sacaron de ese horrible lugar-
Respondió en tono bajo, hablando ya casi dormido terminadote por acurrucar mejor en el regazo ajeno.
-nuestro dueño nos maltrataba siempre a mi y a mis padres pero más que todo a mi, y un día me lastimo mucho y estaba apunto de morir pero al despertar estaba en el bosque sin ninguna herida…-
Siguió explicando dormido, mientras daba por hecho que aquel ser que le estaba mimando sabia a que era un humano Metamorfo por lo que no se explicaba de forma detallada, siendo que no se percataba que su forma de decir las cosas hasta el momento no hacían más que mantener la creencia ajena de que era un cachorro de zorro “normal”.
-creo que mi mama… aun esta con aquel hombre pero se que esta bien o si no los dioses también la hubiesen traído…-
Concluyo finalmente hablando dormido, pero pese al hacerlo en este estado se podía percibir con claridad un tono triste al hablar, extrañaba a sus padres y eso era algo que no podía negar pero dentro de todas las cosas su pasado era lo que más le entristecía.
-¿eres un dios? valla…-
Dijo sin reaccionar verdaderamente, después de todo dormido siempre aceptaba las cosas como si fueran normales y luego recién al despertar se cuestionaba si lo que había escuchado su un sueño o algo que le dijeron, no obstante por el momento no daba indicios a despertarse puesto se encontraba más que cómodo con el mayor.

Observaba como el pequeño cachorro de zorro se iba quedando dormido al hablar, o estaba muy agotado o se sentía demasiado cómodo, tal vez las dos. No le molestaba que durmiera un poco, pero no dijo nada más para no perturbar su sueño. Se quedó pensando en aquella historia mientras seguía deslizando sus dedos incansablemente por su pelaje suave y rojizo, precioso y brillante. Era verdaderamente triste, seguramente vivía con algunos humanos que los tenían como mascotas y no cuidaban bien de ellos, o aún peor los golpeaban. Aquello era horrible, esas cosas eran las que hacían que sintiera repulsión por los mortales, podían maltratar animales indefensos como aquel y no les importaba nada. A veces realmente los detestaba… herían a la naturaleza como si fueran amos y soberanos, como si aquellos seres un tuvieran alma ni sentimientos.

Aquello, sin duda, había sido obra de un Dios, o un ángel, que se apiado de su situación y lo dejó el libertad para que pudiera vivir una vida mejor. Sus padres tal vez ya eran demasiado mayores para adaptarse a la vida en los bosques, el en cambio con algo de ayuda aprendería a cazar, a construir su madriguera, y vivir libre y feliz en aquel bosque. Sin duda lo vería de nuevo, pues el siempre andaba por aquel sitio, y lo ayudaría en lo que fuera capaz, tal vez podría hablar con otros zorros que conocía y pedirles que lo adoptara y le enseñaran algunas cosas. No era mala idea.

Ya caía la tarde, y los rayos del sol cada vez proporcionaban menos calor. Doblo su túnica sobre el lomo del animalito creando una manta improvisada para él y que la inclemencia del tiempo no fuera a dañar su salud, mientras lo veía dormir apaciblemente, lejano de la realidad circundante.

¿Cuanto tiempo había pasado desde que se durmió? ¿Una o 2 horas? Pese a que ese fue el pensamiento de Fox al despertar, pero sin lugar a dudas fue la mejor siesta que había tenido nunca. Al despertar dio bostezo, estirándose en el lugar para luego recordar donde estaba o mejor dicho con quien estaba, con aquel muchacho tan agradable de nombre adonis.
-gomen… me quede dormido…-
Se disculpo poniéndose en 2 patas, apoyando las delanteras sobre el pecho ajeno y así lamer la mejilla de Adonis como agradecimiento por haberle cuidado mientras dormía.
-gracias por cuidarme…-
Agradeció tras la lamida mientras vagos recuerdos de la conversación que tuvieron mientras estaba semidormido, invadían su mente; pero uno en particular capto toda su atención, el de Adonis confesando ser un dios.
Al principio creía haberlo soñado pero mientras más pensaba en ello más seguro estaba de que no fue así, y si se lo ponía a pensar podía ser lógico puesto solo un dios tendría aquella aroma tan reconfortable.
-a… Adonis-sama eres un dios?-
Cuestiono con bastante preocupación puesto quizás todo lo que había hecho le ofendió, principalmente el hecho de no mostrarle el debido respeto, y eso era algo de preocupación, después de todo le debía todo a los dioses y pese a que Adonis no fuera el dios que le salvo debía mostrarle sus respetos y gratitud como si lo fuera.
Sin embargo en el caso de que en verdad lo haya soñado y Adonis no fuera un dios como en el caso de que lo fuera, planeaba agradecerle de alguna forma… quizás dándole algún tipo de regalo por haberle cuidado y tratado tan bien.