el cielo decorado de rasguñoz tintando la tranquila tarde, forcejeando con la noche ante su aparicion, mordio la manzana de entre sus manos, y se asomo por una de las puertas de aquella torre inmensamente alta.
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bajo la mirada, creyendo fielmente que al irse el sol, el reloj de la noche marcaba el tiempo a su manera, meramente con un entretenimiento mas que por la preocupacion de la hora, que siempre seria subjetiva a la existencia y se verian como dos lieneas paralelas una inexistente sin embargo que constantemente se entrelazan.
su boca degusto la fruta, como si llevase dia sin provar alimento, y sin necesitarlo pero si desearlo, comenzaba a soplar el viento tranquilo quizas marcando ya la hora convenida y dictada a recoger proporcionar su encargo.