A las orillas del Aqueronte

Por aquel día había terminado de "sacar la basura" y su barco se veía como se acercaba a las orillas del Aqueronte. Finalmente atracó en puerto y decenas de almas bajaban de su embarcación, la gran mayoría desconsoladas, algo que ponía de muy buen humor al Caronte.

Pero Caronte estaba demasiado ensimismado, ataviado con su túnica como para darse cuenta de nada... Simplemente contaba las monedas pensando y recordando las penas de aquellas almas. - Una mujer que ha avandonado a sus 3 hijos pequeños por culpa de un cáncer... - Y pensando esto se puso a reir un ranto psicótico. Había muchas más penurias en las almas que había transoportado, pero sin embargo aquella fue la que mas le divirtió, sobre todo con la charla que tubo con ella.

- ¿De veras crees que tu marido cuidará de ellos? No me hagas reir, he visto miles de casos como este y siempre es lo mismo, él venderá a tus hijos como esclavos... - Eso fue lo que le dijo a aquella mujer, lo suficiente como para que quisiera olvidar y deseara no existir... Tanta desesperación hizo que no pudiera parar de reir durante un rato.

Pero en cuanto paró de reir se comenzó a senti observad. No sabía con exactitud quién o qué podría y serr, pero mejor no miraba por si acaso era una medusa. - ¿Quien anda ahí? - Dijo en voz alta, sentado en su embarcación.

La gran bestia hizo aparición frente a Caronte una vez este termino de hacer su pregunta, sus pupilas color carmesí se enfocaron en aquel demonio de cabellos negro y la tercera cabeza gruño, aquel tipo nunca le había agradado su aura era desagradable para el, la segunda cabeza miro a la tercera y intento detenerla antes de que dijera algo fuera de lugar, pero no pudo evitarlo.

-Caronte… ¿Cómo osas preguntar semejante idiotez?-pregunto la tercer cabeza gruñendo mientras le miraba fijamente con bastante rabia, la tercera cabeza se la conocía por se así de malhumorada, era la que tenia mas fuerza y habilidad en el combate aun así no pensaba con claridad, al parecer veía a Caronte como una especie de rival- ¿Aun no sabes identificar mi presencia?- le pregunto con cierto tono de sarcasmo el can de tres cabezas, luego muro bien su barca y la misma cabeza hizo una especie de bufido que sonó grave.

-¿No me trajiste carne? ¿O algún alma deliciosa para comerme?- le pregunto casi gruñendo mientras le enseñaba peligrosamente los dientes, aquella enorme figura verla así daba un tanto de miedo parecía estar intentando intimidar a aquel, luego la segunda cabeza miro a Caronte como si nada.

-Es cierto ¿haz traído algo?, las carnes que traes son buenas- le dijo la segunda cabeza con calma, difícilmente intentaría intimidar a Caronte, sabia que no estaba dentro de su trabajo intimidar a compañeros.

Aquella voz... Solo podía ser de la cabeza más odiada por Caronte. Ciertamente no había llevado comida al perrito de Hades, pero no porque no quisiera sino porque no quedaba sitio en su embarcación para quien no llevara dinero. Una vez oyó al can, se giró quitandose la capucha de la túnica tejida con sombras, mostrando su rostro.

- ¿Como quieres que sepa diferenciar tu presencia? Se asemeja enormemente a la de una rata, es más, creo que ni el mismísimo Hades la diferenciaría... - Dijo con un tono de burla un tanto desafiante, pasando una de sus esqueléticas manos por sus cabellos oscuros sin bajar del barco aún, y con el saco de monedas en la mano izquierda, la ajena a la que se posaba en su pelo.

- Nop. Es que iba a recoger a las almas cuando me dije... "Hoy el chucho se queda sin comer" - Dijo mirando a la tercera cabeza, con los ojos entrecerrados aunque no fuera lo cierto, pero aquella cabeza lo sacaba de sus casillas y normalmente verla enfurecida era divertido... rriesgado, pero divertido, aunque luego miró a su segunda cabeza para contestarle de un modo menos burlón la verdad. - Lo siento Cervero, hoy todos trajeron su peaje y como sabes no puedo darte de comer a nadie que llegue a la otra orilla habiendome pagado. - Otra cosa muy distinta era que los tirara de su embarcación antes de llegar.

- Por cierto... ¿No deberiais estar custodiando la tierra de los muertos? ¿Qué os trae por aquí? - Preguntó mirando a la primera cabeza, la cual sabía que era la más consciente y más sabia. Le parecía extraño que las otras dos lo hubieran arrastrado hasta allí.

Sinceramente ante aquellas palabras se sintió bastante ofendida la tercera cabeza, la segunda fue indiferente a aquellas palabras y la primera vio la inteligencia de aquel barquero al hablar con ella, bueno obviamente ninguno era estupido por lo que no habían dejado verdaderamente su posición aquello era solo una copia del cuerpo de Cerverus , la primera cabeza solo hizo una mueca algo arrogante- es obvio que esto no es del todo real- le contesto con tranquilidad, sintiendo algo extraño en el cuerpo, el tercero simplemente gruño. El gruñido desaparecido de repente, el gran cuerpo del can había desaparecido, ¿ahora donde estaría?

-Hey tu maldito barquero deja a tus victimas en donde debas dejarlas y ven a pelea – le dijo gruñendo ahora al cervero en su forma humanoide, era increíble lo rápido que podía cambiarse a esa forma, además de que la odiaba era capaz de usarla, sus ojos color carmín se enfocaron en los del contrario esperando una especie de respuesta por parte de este, su mirada se veía un tanto desafiante de repente la desvío y se sentó sobre el suelo esperando a que el barquero del inframundo terminara de hacer su trabajo.

-Vamos termínalo de una vez, estoy aburrido tu eres el único con quien puedo jugar- dijo mirando levemente hacia otro lado mientras apoyaba su mentón sobre la palma de su mano y bostezaba un poco, la verdad Caronte era uno de los pocos con los que podía pelear o mas bien “jugar” ya que no había muchos demonios que estuvieran en su mismo nivel.

Seguía contando las monedas, a la vez que oía la voz del más sabio hablar. Tenía razón, era obvio que no podía ser cierto que estubiera allí, sin prestar demasiada atención a la transformación del can. Ciertamente sorprendía como aquel enorme cánido se transformaba en un humano de poco menos de el metro ochenta en cuestión de segundos, pero ya estaba acostumbrado a aquello.

- ochentaiuno, ochentaidos, ochentaitres, ochenta, ochentaiuno... - Murmuraba para luego pensar. - ¡Mierda! Perdí la cuenta... - Todo gracias al comentario de la tercera cabeza en el pequeño cuerpo que adoptaba ahora, o al menos le pareció que fuera aquella.

- ¡Joder! Cervero, me has hecho perder la cuenta. - Le exclamó algo molesto. Realmente no tenía ganas de volver a empezar de nuevo, con lo que simplemente miró las monedas que le faltaban por contar y estimó un número... 92. Miró de nuevo a Cervero con algo de molestia en su rostro pues si Hades llegara a creer que pasó a alguien gratis podría tener problemas... Seguramente un doloroso problema.

- ¿Solo puedes pensar en pelear? - Le dijo algo molesto. No tenía demasiadas ganar de jugar con el chucho, pero sin saber por qué siempre este se salía con la suya. - Chucho, si quieres jugar... ¿por qué no le dices a alguien que te lance una rama? - Dio un largo suspiro, mientras se ponía de pie y se acercaba al espejismo creado por el perro de Hades, una vez hubo bajado de su embarcación.

El can se acerco al barquero rápidamente estampándolo contra el suelo y sentando encima de el, al parecer el can quería jugar a otra cosa con Caronte, Cervero sonrió de lado y le lamió el cuello al pelinegro llegando con su lengua hasta el mentón y luego le miro fijamente aun con aquella pequeña sonrisa.- no hace falta que te lo pregunte- dijo en seco el oji rojo, moviendo provocativamente su trasero sobre el pelinegro como intentando despertar aquella parte de la entrepierna de este.

-Es solo un rato, no te quitare demasiado tiempo- le dijo con calma el can mientras le miro fijamente y se quedo sentado arriba de el, una de sus manos comenzó a deslizarse hasta la entrepierna del barquero y se deslizo através de la ropa agarrando su sexo como si nada, presionándolo un poco con la mano mientras la movía de vez en cuando. Su cabeza bajo hasta aquella zona bajándole la ropa que llevaba puesta dejando al descubierto el miembro del mayor.

- Lo único bueno de ti es que lo tienes grande- confeso el pelinegro comenzando a lamer aquella parte con lasciva, aun sosteniéndola con su mano y presionando con firmeza el tronco.

Caronte cayó al suelo por las acciones del chucho del inframundo, mirando algo extraño al can cuando este le lamió el cuello. El barquero no era de piedraa y aquello lo excitó un poco haciendo que le volviera a su rostro la sonrisa con la que llegó a puerto, mirando como el can se resfregaba con su entrepierna. - ¿Que no hace falta que me lo pregunte? - Pensó.

Soltó una pequeña risita, se incorporó un poco levantando medio cuerpo y apollándose con la zurda y comenzó a acariciar con la diestra sobre la ropa el miembro de Cervero. No quería sentirse un muñeco de trapo que no haría nada. - Joder... ¿Entraste en celo, chucho? - Le preguntó con tal de burlarse ligeramente de él. Cuando se ponía así era imposible saber qué cabeza era la que daba las órdenes, pero dado que no había mordido aún... supuso que sería la segunda.

El miembro ajeno se alejaba junto con la cabeza que baja por su cuerpo, usando ahora su diestra para apollarse mejor, observanado con detenimiento los gestos del menor. Notó la brisa acariciar su sexo ahora descubierto de las túnicas, para luego sentir cómo la cálida y húmeda lengua del can recorría por completo el cuerpo de su intimidad. No tardó mucho en volver a usar la diestra para entrelaza sus dedos con los cabellos de perro y procurando que el can se metiera su miembro en la boca. Ya tomaría el luego las riendas.

- ¿Solo tengo de bueno eso? ¿No sabe bien? - Preguntó con una sonrisa en su rostro, mientras miraba al can de una manera lujuriosa. Luego se sentó bien en el suelo para no tener que sujetarse con las manos y su zurda se alargó hasta uno de los muslos del menor para así poderlo arrastrar. Ahora con el sexo del joven más cerca, bajó sus ropas y comenzó a acariciar el miembro de este.

Al sentir los dedos del mayor entrelazarse entre sus cabellos su lengua ascendió hasta el glande de este y comenzó a lamer la punta del miembro, bajando de a poco conforme el pelinegro hacia presión sobre sus cabellos y cabeza el Can bajaba mas la cabeza ingresando aun mas el miembro del mayor dentro de su boca, saboreándolo con lujuria y de manera lasciva. Su cabeza comenzó a moverse de a poco y sus ojos se cerraron levemente al sentir a su entrepierna siendo atendida por la mano del barquero, estaba fría y su sexo estaba caliente y erguido debido a la excitación que comenzaba a sentir era como un choque de temperaturas, y siempre cuando había una especie de “choque” algo pasaba. El movimiento de su cabeza comenzó a ser mas rápido y sus piernas se abrieron un poco mas sintiendo aun el contacto de aquel demonio, no podía evitarlo se sentía bien, demasiado bien.

Si boca dejo de aprisionar el miembro erecto y comenzó a masturbarle con una mano mientras que los dedos índice y medio de la mano libre eran lubricados por la lengua del oji rojo, los dejo completamente empapados y los llevo a su parte trasera ingresándolos allí, un gemido se escapo de sus labios, la mano de aquel demonio aun seguía fría y le excitaba cada vez mas que tocaba su sexo ya palpitante. Su boca nuevamente comenzó a engullir el miembro de Caronte nuevamente, pero esta vez mas excitado que antes, ya quería sentir aquella cosa que tenia en su boca pero por atrás, de seguro lo mas seguro era que estuviera en celo. Aun así no le tomo importancia.

Sus dedos siguieron moviéndose en su parte trasera, comenzando a lubricar aquella parte con la saliva que tenía aquel par de dedos, las piernas de can apenas temblaron, aquella parte comenzaba a “tragarse” sus dedos, la necesidad y “hambre” de su parte trasera crecían cada vez más, aquella parte estaba lubricada con abundancia ya se podía escuchar el chapoteo de los dedos en la parte trasera moviéndose una y otra vez adentro del recto.