Nombre y Apellido:
Samael.
Rango: Demonio Asedio - Obsesión.
Edad: 13 para 14 años.
Rol sexual: Indiferente. (entre uke y suke quizá).
Descripción física: Samael es un demonio de una apariencia peligrosa y atrapante. Su cuerpo si bien no está desarrollado completamente, tiene cierto atractivo que es hasta pecaminoso para algunos. Rostro aniñado de rasgos finos , labios pequeños y sonrosados. Piel de porcelana, Caderas levemente angostas. Brazos y piernas delgados, pese a que su complexión sea un tanto atlética. Mide creca del 1,47 y no ha de pesar más de 36 kg.
Por otro lado su ser puede llegar a ser un tanto grotesco, pues es poseedor de varias cicatrices que le marcan por casi todo su cuerpo, muestra de sus primeros días como no-vidente. En sus pezones y en otros lados de su torso, lleva unas argollas que le adornan de una forma peculiar, además de que viste generalmente de cuero, cubriendo poca parte de su pecho y algo de su zona baja. Y por supuesto, no olvidar que cubre sus ojos con esto también.
¿Tentar? Bueno... en realidad no, simplemente fue lo unico que supo vestirse, en parte ropa de su madre. . .
Descripción psicológica: Samael es una caja de Pandora, misterioso y muy difícil de comprender. En sí no tiene personalidad definida, es un ente inexpresivo, un muñeco sin vida como bien diría su progenitor. Pocas veces son las que reacciona ante algo, pues al ser 'ciego' lo único que le da sentido a su existencia es el sonido y el tacto, aunque bien más de uno ha mencionado que de alguna forma este chiquillo puede 'ver'.
''''Inocente''''' y muy, muy curioso... Una criatura que no diferencia lo que es el bien o el mal, simplemente se deja guiar por sus instintos y de lo que él crea conveniente.
Pero cuidado, pues sus acciones no siempre son muy humanas que digamos. Puede llegara ser realmente peligroso si se pone en mente que quiere 'jugar'.
Le gusta: El aroma a sangre y su sabor, es prácticamente adicto a esta. No dudará en arrebatarla de tener 'hambre' o bien sentirse con la necesidad de bañarse en esta.
Adora las bibliotecas, suele esconderse en estas y tomar 'prestado' a algún humano para que le lea algún libro. Samael es amante de las historias y relatos, si han de cantarle él no se quejará, pero adora más que nada una historia bien contada.
La soledad y el silencio también congenian con él, no le agrada los disturbios o sitios muy alborotados, pero como es alguien que no sabe bien lo que quiere a veces gusta de torturar a otros con tal de escuchar sus lamentos.
Curiosear y conocer cosas nuevas siempre es bienvenido para él.
No le gusta: No le agrada no obtener aquello en que se ha fijado. Buscará la forma de arrebatarlo aunque le cueste su integridad física en hacerlo.
Le desagrada que le molesten, que hagan ruido o que no lean (canten) o sufran para él.
Alimentarse poco... Que le miren fijamente o toquen el cuero que recubre sus ojos.
Habilidades: Samael es alguien muy difícil de atrapar, es realmente ágil y rápido, demasiado a decir verdad. Su cuerpo no es algo muy resistente que digamos, si bien se regenera como el de cualquier demonio, no lo hace en forma rápida, sino un poco más lenta que lo normal. Sobre poderes, es capaz de controlar y moldear la materia a su antojo, sólo que siendo realmente jóven esto le desgasta bastante.
Dentro de sus debilidades se puede mencionar un par de cosas: La sangre, si hay esto presente difícilmente logre concentrarse.
Si alguien invoca sombras a su alrededor su cuerpo se adormecerá casi de inmediato en forma progresiva hasta dejarle en una especie de letargo, claro, dependiendo cuanto dure las sombras ajenas.
Su cuerpo por otro lado es realmente sensible, al ser 'ciego' la forma de percibir las cosas se intensifican provocando en él una especie de reacción negativa a todo aquel que se acerque hasta su persona.
Historia: Es un demonio jóven que casi no tiene historia. Nació de la unión de un demonio mayor (su padre) y una Súcubo. Un amor 'puro' que fue repudiado por varios en aquellos años pasados. Alejados de todo ser del bajo mundo, ambos seres cuidaron de su fruto oscuro por al rededor de unos 7 años. El menor crecía lento, mas eso no significaba que sus poderes fueran igual de pasivos, por contrario eran demasiado destructivos para una criatura de tan baja estatura, en especial aquel que yacía en sus preciosos ojos. Una maldición, fue lo último que dijo su madre antes de desaparecer bajo aquella inocente mirada que luego lloró sangre.
Su padre amaba enfermizamente a su mujer, pero más allá de todas las atrocidades que pudieran haber hecho juntos, su amor era sincero; y por ello entre el dolor y la tristeza (y cierto acto de descontrol), el demnio aconteció contra el pequeño imponiéndole una ceguera no deseada.
Los años pasaron y Samael siguió creciendo, su poder con suerte dejó de ser devastador cuando sus ojos fueron cerrados; sin embargo más de una vez sorprendió a su progenitor con su habilidad de manipular la materia y 'ver' cuando se suponía no veía nada. Pero prefirió ignorar aquel hecho y buscar una especie de exilio. Su engendro era muy parecido a su madre, por ello mejor mantenerse léjos de él y comenzar de nuevo... De todas formas, no creía que le fuera dificultoso aprender cosas nuevas y saberse defender así mismo...
Otros: Tiene un conejito de mascota, es una criatura creada por su padre para que no fuera tan... solitario; Sin embargo ese 'animal' no es más que una parte diminuta de la propia escencia de Samael.
Sus ojos fueron cosidos por su padre al darse cuenta que podían ser realmente dañinos... Si el niño los enfocaba estos destrozaban a lo que tenía frente suyo. Tras matar a su propia madre por accidente, su progenitor decidió 'sellarlos' para evitar bajas innecesarias.
Si sonríe no es siempre por algo bueno...
Gusta de arrebatar cosas de consistencia blandas o bien juguetes u objetos con valor sentimental.
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