Descanso en la excursión~

Había visitado aquella torre porque, según lo que hablaban los humanos, era un lugar muy desolado, en el que casi nadie iba a distraerse. Y fue así, apenas llegó pudo contemplar el lugar completamente vacío. Al menos podría quedarse un rato ahí en lo que pensaba en dónde continuaba con su “excursión” en Atenas.

Estiró los brazos algo ocioso y comenzó a adentrarse a la torre. Cada uno de sus pasos hacían cierto eco tras de sí, sin embargo, los ruidos al parecer no solían escucharse del interior hacia fuera. Eso fue deducido cuando gritó, muy animado, un “hola” en el edificio para ver si había alguien ahí, su eco rebotó en las paredes, más no se escuchaban afuera de ellas.

Ya con eso en mente, algo ciertamente aburrido, comenzó a conocer todo el lugar, yendo y viniendo a su antojo. Era de noche, por lo que tampoco esperaba que alguien más estuviera ahí. Llevaba puesto su saco oscuro del mismo color de sus algo apretados pantalones, una polera de mangas largas a rayas, su correa y botas blancas y, obviamente, su preciosa tiara en la cabeza, porque él era un príncipe y no debía sacársela.

El lugar estaba algo oscuro, sin embargo, para su suerte habían unas cuantas ventanas las cuales dejaban pasar muy libremente la luz de la luna. Guiado sólo por eso se acercó a una de ellas, mirando desde ahí hacia fuera para ver con qué daba su visión esta vez.

Desde la ventana pudo observar a… ¿Un humano? No sentía la presencia de algún otro ser en particular, por lo que seguramente ha de ser un humano. Su rostro mostró cierto interés al encontrarse con un probable “juguete” con el que se divertiría en su estadía en tal aburrido lugar, por lo que sus labios dibujaron una sonrisa algo atrevida. Dejó la ventana y salió en busca del humano, aunque claro, tomándose todo con calma como debía hacer un príncipe, aún así, sus ansias se le notaban con solo ver la clase de “animados” pasos que daba.

Salió encontrándose de lleno con su futuro “entretenimiento”, y sin tener ninguna clase de vergüenza, dijo:

-¿Qué hace un humano como tú en un lugar como éste? ¿Sabes? Los demonios abundan… -advirtió, probando a lo que el humano respondería.

Si todo resultaba como esperaba, no dejaría ir al humano así porque sí cuando ya habría tomado tanto interés en él.

Le pareció interesante que siendo “un humano como él” se atreviera a sonreírle así de despectivo a cualquier criatura que se le presentara. ¿Qué tal si hubiera sido un demonio y no un ángel, como lo era él? Bueno, eso era justo lo que desviaba su interés en el hombre al frente suyo.

-Sí, porque eres humano, ¿O no? –respondió ligeramente burlón, exponiendo como obvia la pregunta que el otro le había formulado. Y así como obvia fue la pregunta, tal su respuesta ponía como obvio que él no era humano. Sin embargo, esto no requería de preocupación por parte del ángel, aunque quizás, no pasara lo mismo con el humano.

-Te las arreglarás… Ya veo. –sonrió ante el aire superior en el que supuestamente el otro creía que se encontraba. Ahora, más que interesante, parecía divertido “juguetear” con él un rato.

Se colocó detrás del humano, arrodillándose, para luego pasar sus brazos por encima de los hombros del otro en un abrazo a su cuello.

-Y dime, si yo fuera un demonio ¿Te las arreglarías conmigo? –le dijo al oído, soltándose de él y sonriendo lujurioso por lo bajo. Seguramente con ese comportamiento lo más probable era que realmente el otro lo confunda con un demonio.

Sonrió ante su respuesta y, soltando una de sus risas tan peculiares, se puso de pie. Continuar con su falsa no era lo que pretendía, lo único que tenía en mente era juguetear con el otro hasta que se cansara, y, bueno, que Bel se canse era bastante difícil.

-¿Normal? –rió- Pero tú tampoco lo eres.

Claro, consideraría normal al humano si hubiera sido más cuidadoso quizás, pero en lugar de eso, el otro parecía estar provocándole. Y así como el humano lo analizó, Bel, caminando alrededor de él, lo analizó también, siempre manteniendo su sonrisa en el rostro.

-“Arreglártelas” es muy conformista… ¡Ah, claro! Eres un simple humano. ¿Qué más podrías hacer? –dijo con mirada burlona- Pero lo dudo. Lo aceptaría de un demonio, pero no de un humano.

Volvió a soltar una risa, pues realmente no se le había pasado por la cabeza que un humano pueda contra un ángel. Para él, era algo ilógico.

(Discúlpame a mi D:)